- Una mujer vestida con sencillez y con una cara triste, entró en una tienda. Se acercó al dueño y le preguntó avergonzada si podía llevar algunos productos y pagar después. Con una voz suave, explicó que su marido estaba muy enfermo y no podía trabajar, tenían siete niños y necesitaban comida. El dueño de la tienda, inflexible, pidió a la mujer que se fuera. Sin embargo, el pensamiento de la mujer de su familia continuó suplicando: "Por favor, señor, voy a pagar lo más pronto posible." El dueño de la tienda se negó diciendo que no podía dar crédito a una persona que no conocía. Cerca de la entrada de la tienda era un cliente que escuchó la conversación. El cliente se acercó y le dijo al dueño que él sería responsable de la compra de la mujer, pero no le hizo caso. El dueño de la tienda se volvió a la mujer y le preguntó: "¿Tiene usted una lista de compras", ella respondió: "Sí, señor". "Está bien, ponga su lista en la balanza y pesar su lista, te voy a dar en los alimentos", dijo. Dudó por un momento, con la cabeza inclinada, tomó su cartera un pedazo de papel y escribió en él. Entonces, para que la mujer puso el papel en el equilibrio. De esta manera la balanza hacia abajo a la vez, como si se hubiera colocado una piedra en él. El dueño de la tienda y el cliente miraban con asombro y admiración. El dueño de la tienda empezó a poner comida en el otro lado de la escala, pero ella no se movió, por lo que continuó poniendo más y más comida, pero como la escala nunca igualado, que se rompió y cogió el pedazo de papel para ver si había algún truco. El dueño de la tienda miró el papel y leyó con asombro ... no era una lista de la compra, era una oración que decía: "Querido Dios, el Señor conoce mis necesidades, les dejo esta en tus manos." El dueño de la tienda le dio a la mujer todos los alimentos que estaban en equilibrio y se quedó en silencio mientras la mujer salió de la tienda.
Posted on: Thu, 08 Aug 2013 21:56:36 +0000
Recently Viewed Topics
© 2015