-RELATO CORTO- Por. Tori Penumbra Todos los cuartos ostentaban un espacio similar, aunque cada uno, por disposición y decoración, poseía una esencia particular; más temprano se había detenido ante el más pequeño, un ceño fruncido en su rostro confirmaba que aquel cuarto tendría una muy segura y provechosa redecoración, desviando su mirada al ventanal se sonrió ante un par de ideas interesantes que le asaltaron, la posibilidad de que sus “juegos” fuesen husmeados se aunó a la idea que ahora tenía para aquel espacio. Los otros dos cuartos que le siguieron supusieron un dolor de cabeza, sin embargo finalmente optó por elegir como su habitación el más austero, aquel cuyas paredes bañadas en matices grisáceos le concedía la comodidad suficiente, era un viejo quisquilloso y receloso en cuanto a su intimidad acontecía y la conveniente ubicación del lugar siendo el más alejado de la entrada, además de la falta de ventanas externas, daban al sitio todas las especificidades que buscaba. Pese a todo, aquella tarde el que lo había llamado no había sido otro que el cuarto desdeñado, aquella habitación cremosa lo engulló en un abrir y cerrar de ojos, con el libro pendiendo de su diestra en un vaivén que hacía juego con sus pasos se adentró y optó por la cómoda acogida de la alfombra que revestía el suelo frío. Fue entonces, después de horas en ello, que tendido sobre su espalda bajo el amparo del gran ventanal recibió el crepúsculo con el libro abierto sobre su pecho desnudo, dedicó unos minutos a contemplar el espectáculo tras el cristal y cuando sus ojos no vieron más que sombras grisáceas devolvió la mirada a las líneas que leía. “Llegará el día en que no veréis nada aparte de mí, como si yo fuera el sol y la luna; un día en el que yo lo seré todo para vos: comida, bebida, el aire que respiráis. Entonces seréis mía de verdad, y estas primeras lecciones... y placeres... —sonrió— no parecerán nada.”
Posted on: Sat, 07 Sep 2013 02:55:23 +0000
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