36 horas en tren Corrí las cortinas del gran ventanal y, - TopicsExpress



          

36 horas en tren Corrí las cortinas del gran ventanal y, fastuoso enmarcaba como un óleo gigantesco, la hermosa panorámica de los cerros. Tímido el sol asomaba sobre la capa de escarcha que cubría parques y plantas del lugar. Me quede unos minutos admirando el paisaje a través del vidrio que dejaba ver, allá no muy lejos, los cerros nevados cubiertos por pequeñas cumulus que se dejaban llevar al ritmo caprichoso del viento. Por un momento me absorbió un vago recuerdo…La campanilla del teléfono disipo mi divague mental. Un taxi estaba esperándome en la puerta del hotel. Con la mano casi temblorosa intente apagar el cigarrillo a medio terminar en el mar de colillas que inundaban el cenicero de vidrio que adornaba el pasillo. Tome el ascensor rápidamente con la mente aun en ese recuerdo. Unas gotas de sudor corrían a la altura de mis sienes, característico de mis nervios que disimuladamente trate de controlar bajo la mirada de una dama con la que compartí el elevador. Al salir del hotel aborde el auto con prisa. La mañana estaba fría. Salta tiene un clima muy particular, por las mañanas y entrada la noche hace frio, pero en el medio, ¡al mediodía el calor se hace sentir! Mas allá que el motivo de esta ultima visita haya sido una reunión de negocios inmobiliarios, acostumbraba a viajar a diferentes lugares. En una oportunidad tuve la posibilidad de ir a España con unos compañeros de estudios nos cautivo el lugar sobretodo el Camino de Santiago que entre los tantos que sabíamos que había tomamos el llamado Camino Ingles, ya que estábamos en Galicia nos acercamos a Naron para comenzar la recorrida. Fue una experiencia inolvidable. Siempre me gusto viajar en distintos medios de transporte; en auto, avión, barco, pero mi preferido es el tren. Me apasiona el sonido de su andar, su estructura tiene algo especial, el chillar de sus ruedas sobre las vías, la unión de los vagones y el movimiento pendular le dan características románticas… (Me enamore de mi amada esposa en un tren). Mientras pasábamos por la comisaría y la plaza principal de la ciudad de Salta, me invadió el mismo recuerdo que en la habitación, recordé mi primer viaje. Fue hace unos veinticinco años, para marzo de 1988, yo era muy joven y mis ilusiones estaban puestas en aprender mecánica de competición con mi tío, el cual tenía experiencia de muchos años en el automovilismo. Los primeros meses intente acostumbrarme al lugar pero las cosas no estaban fáciles ahí, y lo peor de todo fue que no había carreras de autos en esa época de crisis (pequeño detalle que no había tenido en cuenta) Como dije antes había un receso indeterminado de actividades automovilísticas pero además, la tranquila vida de la provincia estaba afectándome. No había podido cambiar el ritmo. Seguía acelerado. En pocas palabras extrañaba el vertiginoso ritmo citadino de la Capital Federal y me estaba volviendo una carga para mis tíos, (el trabajo en el taller era muy escaso), claro, no había carreras. Después de hablarlo con los tíos, decidimos que lo mejor seria emprender el viaje de regreso a Buenos Aires. Recuerdo las palabras de mi querido tío poco antes de dejarme en la estación: --Un amigo me consiguió un boleto de la legislatura de esos que usan los políticos, si te llegan a preguntar temes que decir que viniste a salta a hacer una comisión de servicios. --Seguro que las carreras vuelven el año próximo, chunguito… En su mirada triste y melancólica, el sabia que no volvería a verme. Habíamos llegado forjar una gran amistad. Nos despedimos con un fuerte abrazo y me quede solo en la estación mientras esperaba la formación, luchando con sentimientos encontrados…remordimiento y pena por abandonarlo y a la vez, alegría por regresar a casa. Una hora después ya estaba en viaje de vuelta al aquelarre porteño. La situación económica de mis tíos era ajustada pero con infinita bondad me dieron un poco de dinero y una vianda para el viaje. La travesía era lenta y monótona, llegada la noche y por algún lugar entre Tucumán y Santiago descubrí que no me quedaba más comida. Habían sobrevivido tres pancitos y algunos pesos. Como a las 23 hs. el tren paro unos minutos en Santiago, lo suficiente para que (desde la ventanilla) pudiera comprar, unos quesillos que vendían personas del lugar. En ese momento no pensé en exámenes de bromatología o nada por el estilo, el asunto era aprovisionarme y a bajo costo. Después de un buen sándwich de queso autóctono… me dormí. Cerca de las 7 de la mañana llegamos a Córdoba. Ahí el convoy se detuvo cerca de una hora así que con el dinero que quedaba desayune y compre cigarrillos, unas galletas y una bebida. Hasta mi última moneda quedo en esa estación. Minutos más minutos menos, el tren emprendió su última etapa, directo a la estación de Retiro. Mas distendido, alimentado y con provisiones aproveche para disfrutar un poco del paisaje. Era una mañana fresca y el aire campestre por donde circulaba el tren renovaba el agotamiento del largo recorrido. Habían transcurrido veinte horas de viaje. No pude evitar hacer una comparación de la forma de vida de la capital con respecto a las provincias. La gente con su manera tan particular de vivir, sin ese ritmo alocado que tenemos en Buenos Aires, la siesta, y la forma de ser de toda esa gente linda. Adopte mucho de lo que viví en mi corta estadía en Salta. Llegue a tomar distancia del ritmo vertiginoso que siempre imponía el monstruo urbano. Una pareja de ancianos que paso por al lado mío me saludo, con la naturalidad propia de la práctica habitual. A eso me refería. Al llegar a Rosario, recordé los días que había estado ahí. Todavía no había podido volver, es muy parecida a Buenos Aires, su forma urbana, pero quizás menos alocada. Un sacudón me alejo de los recuerdos y es que el tren se había detenido. Intente ver desde la ventanilla y a lo lejos divise al guarda (el tren era muy largo). Fui hasta la puerta del vagón para ubicar al inspector y justo venia avisando que íbamos a demorarnos un buen rato por un desperfecto. Regrese a mi asiento y aproveche para tomar nota de las cosas que me iban sucediendo en el viaje. Curiosamente no había conocido a ninguna chica… (Es que los pensamientos y los recuerdos habían ocupado todo mi tiempo). Esta vez, la nostalgia invadía mis células. La melancolía estaba cambiando mi forma de ser, ya no era el pícaro joven arrogante que se llevaba el mundo por delante, que ninguna chica por difícil que fuera podía negársele. ¿Madurez quizá? ¿Remordimiento de conciencia? …no se, pero con el anotador en la mano me quede dormido. Ya en algún lugar de la provincia de Buenos Aires, podía percibir la atracción de la ciudad y aunque estábamos transitando por alguna zona suburbana, se notaba que la fisonomía y el ambiente habían cambiado. Llegando a Retiro el guarda pidió los boletos, una gota de sudor recorrió mis sienes como cada vez que me pongo nervioso. El inspector ferroviario me interrogo un rato sobre el origen de mi pasaje hasta que mi relato lo convenció. Por un momento llegue a pensar en lo peor…pero si algo bueno tenia era mi poder de convicción…lastima que no se emparentaba con mi autoestima. El hombre se convenció y yo seque mis gotas de sudor. Una vez sorteado ese trance, empecé a preparar mis cosas. Al llegar a la estación de Retiro, y después de 36 Hs de viaje en el Estrella del Norte mi travesía había concluido. Atrás había quedado una experiencia de vida que marcó mis días venideros. Luego de encontrarme con mi familia que esperaba en el andén y pasados los momentos emotivos del reencuentro nos dispusimos a regresar a la casa. Una vez en el auto, parte de mi se lamentaba por el regreso, pero sabia que era cuestión de acostumbrarse, y así fue… Después de recordar aquel viaje y una vez terminada mi reunión, camine por las calles varias horas. Transite por aquellos emotivos recuerdos y me pregunte: ¿y si volviera en tren? Volví a hotel, cancele mi pasaje de avión, agarre mi valija y fui directamente a aquella vieja estación. Esta vez compre el boleto (había trasbordo en Tucumán) algunas cosas habían cambiado… Fui hasta el anden y allí estaba aquel viejo banco, como hace veinticinco años… Latimer
Posted on: Sat, 19 Oct 2013 17:51:10 +0000

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