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A principios del siglo XVII el monarca que acababa de subir al trono de Inglaterra declaró que estaba resuelto a hacer que los puritanos “se conformaran, o de lo contrario ... que fueran expulsados del país, o tratados todavía peor.”—Jorge Bancroft, History of the United States of America, parte 1, cap. 12. Acechados, perseguidos, apresados, no esperaban mejores días para lo por venir y muchos se convencieron de que para los que deseaban servir a Dios según el dictado de su conciencia, “Inglaterra había dejado de ser lugar habitable.”—J. G. Palfrey, History of New England, cap. 3. Algunos decidieron refugiarse en Holanda. A fin de lograrlo tuvieron que sufrir pérdidas, cárceles y mil dificultades. Frustrábanse sus planes y eran entregados en manos de sus enemigos. Pero al fin triunfó su firme perseverancia y encontraron refugio en las playas hospitalarias de la República Holandesa. En su fuga habían tenido que abandonar sus casas, sus bienes y sus medios de subsistencia. Eran forasteros en tierra extraña, entre gente de costumbres y de lengua diferentes de las de ellos. Se vieron obligados a ocuparse en trabajos desconocidos hasta entonces para ellos, a fin de ganarse el pan de cada día. Hombres de mediana edad que se habían ocupado durante toda su vida en labrar la tierra, se vieron en la necesidad de aprender oficios mecánicos. Pero se acomodaron animosamente a la situación y no perdieron tiempo en la ociosidad ni en quejas inútiles. Aunque afectados a menudo por la pobreza, daban gracias a Dios por las bendiciones que les concedía y se regocijaban de poder tener comunión espiritual sin que se les molestara. “Comprendían que eran peregrinos y no se preocupaban mucho por aquellas cosas; sino que levantaban la vista al cielo, su anhelada patria, y serenaban su espíritu.”—Bancroft, parte 1, cap. 12. Aunque vivían en el destierro y en medio de contratiempos, crecían su amor y su fe; confiaban en las promesas del Señor, el cual no los olvidó en el tiempo de la prueba. Sus ángeles estaban a su lado para animarlos y sostenerlos. Y cuando les pareció ver la mano de Dios señalándoles hacia más allá del mar una tierra en donde podrían fundar un estado, y dejar a sus hijos el precioso legado de la libertad religiosa, avanzaron sin miedo por el camino que la Providencia les indicaba. Dios había permitido que viniesen pruebas sobre su pueblo con el fin de habilitarlo para la realización de los planes misericordiosos que él tenía preparados para ellos. La iglesia había sido humillada para ser después ensalzada. Dios iba a manifestar su poder en ella e iba a dar al mundo otra prueba de que él no abandona a los que en él confían. El había predominado sobre los acontecimientos para conseguir que la ira de Satanás y la conspiración de los malvados redundasen para su gloria y llevaran a su pueblo a un lugar seguro. La persecución y el destierro abrieron el camino de la libertad.
Posted on: Thu, 21 Nov 2013 07:15:47 +0000

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