CUENTOS Dedicatoria. A todos aquellos que hicieron que este - TopicsExpress



          

CUENTOS Dedicatoria. A todos aquellos que hicieron que este libro se escribiera y a la vez se publicara. Como un análisis, y no una crítica. En lo que podríamos llamar prólogo o presentación, el autor se preocupó más por la magia y la fantástica intervención del Hombre Estrella, por considerar que tal vez podría ser, por novedoso, la raíz de una nueva corriente literaria donde la musa, ángel, o el ser incorpóreo, toma un papel real al reclamar su obra destinada a dos receptores, en esta caso, Jorge y Arturo. Es allí donde el ángel deja de “pensar” como tal, se confunde, y termina perdido como el autor al descuidar, o no darle importancia a la sabia interpretación en lo que podría terminar el planeta Tierra si lo escrito se toma como una premonición, o sencillamente como un chispazo visionario dado a la fecha en que se escribió este libro. O simplemente se realizó como una actitud lógica que cualquiera sabe, que si las cabezas de gobierno no llegan entender que con el proceder dañino con que ejercen el poder llevarán al caos al planeta. A la miseria a la población mundial, que llegado el momento, aún con dinero, no habrá comida que comprar. Y para colmo de males, muchos de nosotros contribuimos en este deterioro al olvidar que no sólo el cuerpo necesita alimento, sino que también el espíritu. No sólo para balancear nuestro quehacer como seres, sino también para estar en mejor armonía con el Universo, porque aunque no queramos somos parte de una sola Mente... (a saber) Esta obra pudo haber sido un mensaje “subliminal” que el autor pasó de largo y la que debió haber publicado años atrás como obligación, ya que así, tal vez, nos hubiese ahorrado los tragos amargos por los que estamos pasando en la actualidad. Pero, ¡esperemos estar a tiempo!... Julio Sosa.. A manera de… 1983. Lo que nació fue demasiado extraño para digerirlo. Por no tener los suficientes conocimientos para jugar no pude comprender de qué se trataba el asunto. Y eso me llevó a construir reencarnaciones a manera de aclarar aquella idea. O mejor dicho; a buscar una salida del laberinto en que me habían metido Jorge y Arturo. En aquel tiempo lo acepté como parte de la química por la que atravesamos los que pretendemos llegar a ser un día “escritores” y por consiguiente; es de esperarse que el producto realizado no pase más allá de la mediocridad como parte de la crisis. En Jorge y Arturo existía un sabor difícil, por lo que acepté mi incapacidad al no poder encontrar la fórmula adecuada para limpiar lo escrito y lo dejé en paz... Un año más tarde, revisando el material guardado en mis cajones, me topé de nuevo con lo escrito sobre Jorge y Arturo. Después de leerlo varias veces, llevado por un impulso y creyéndolo necesario, agregué una muerte y así lograr con ella una reencarnación más. Pero el resultado fue el mismo, seguí miope. Mi forma de entender era pobre. No por la ridiculez de ser como era lo escrito, sino; por mi ridiculez al seguirle dando tiempo a lo que me hubiera resultado sencillo prenderle fuego. Sin embargo; algo había en ella que evitó que realizara su destrucción. En 1988 conocí al poeta René Barrios Avelar. Hombre inteligente y con conocimientos amplios en el campo de la literatura, por lo que pensé que no estaría mal acogerse a ellos y le pide que me ayudara dándome una luz sobre el cuento de Jorge y Arturo. Días después René me aseguró que aquello no era un simple cuento sino una magnifica “Obra” literaria. Reafirmando que el mentado cuento era una “Obra” dueña absoluta de una profundidad en su contenido que era difícil darle un diagnóstico de primas a primeras. Y lo recomendable era de que ambos nos tomáramos un tiempo para hacer un análisis concienzudo sobre lo escrito. Pasamos treinta días y noches -durmiendo poco- en aquel rompecabezas. Enfrascados hasta la médula por encontrar lo que tal vez no existía. Para mí, solamente era un cuento mediocre, malamente escrito, donde un tal Arturo se muere y reencarna en un tal Jorge..., y se acabó. Por el lado de René era otro asunto. Me habló del sentido metafísico que el tal bendito cuento poseía. Un tesoro literario que cambiaba las líneas comunes de la literatura. En otras palabras, aseguraba que yo era el padre de una nueva corriente literaria, la cual estaba por verse con mayor exactitud conforme fuéramos analizando lo escrito. Lo que jamás podré olvidar es que cuando abandonaba la casa de René, salía mas confundido. Lo escuchaba hablar en término para mí no muy familiares y lejos de comprender, por lo que mi rostro se calentaba y de seguro enrojecía o palidecía, según el grado de mi ignorancia. René sacaba a flote figuras que no estaban escritas, lo que me hacía sentirme ciego y a la vez débil para seguir adelante. Hasta que al fin, según él, dio en el clavo con aquel agente protoplasmático que recorría la obra de cabo a rabo y que yo, jamás pude ver, a pesar de que René lo señalaba con el dedo al momento que decía: “Hay alguien más fuerte que habita en el interior de Jorge y le dicta en constancia escritos por la necesidad de terminar algo que dejó inconcluso. Y si así no fuera, la culpa del peso de la situación febril en Jorge, es la del mismo Jorge”. “Pero... ¿qué de Arturo?” –se suponía que mi cuento se trataba de dos personajes, uno muerto y otro vivo y no de especiales e entrometidas esencias, y por lo visto René se había olvidado de Arturo, para poner en su lugar, al innecesario agente protoplasmático. Por lo que llegué a la conclusión que tampoco René había entendido lo escrito. Y si algo febril había, no era en Jorge, sino en el propio René, que de alguna manera llegó a contagiarme y ponerme en un mayor aprieto. Cuando le pregunté por Arturo, René guardó silencio uno segundos, para decirme luego. “La Obra tiene que quedar como está. Así te la dictaron.” La realidad era que René se había agotado y no quiso continuar buscando en aquel laberinto que nosotros mismos habíamos hecho más difícil al alimentarlo con nuestra propia euforia y ponerle la cabeza donde posiblemente iban los pies. Cuando le pedí que hiciera el prólogo se excusó diciendo que no se sentía capaz y que un error podría masacrar la obra, ya que el prólogo debería hacerlo alguien que conociera el producto de la misma. Y como último consejo me dijo que en vez de que lo escrito se llamara Jorge y Arturo, lo titulara “La Oruga”. Hablando del punto de partida, que era el de darle una forma aceptable a lo escrito, por respeto al lector, por mi parte estaba peor que nunca. Más o menos entendía la “obra” como René la vio. Más o menos entendía el cuento con la idea que quise darle. Pero igual que años atrás, no pude llegar al fondo de lo que deseaba expresar. Ocho meses más tarde. En Junio de 1989. Volví a tomar el manuscrito y me puse a revisarlo. Buscando en tal revisión el agente protoplasmático del cual hiciera mención René tantas veces. Y si algo le faltaba al cuento, podría ser exactamente este personaje, que según René, reclamaba su obra por siglos donde no existe el tiempo. Utilizando como receptores a los poetas Jorge y Arturo. Por lo que me vi obligado a llamarle al cuento, Jorge, Arturo y el Hombre Estrella. Aceptando que al hacerlo, el cuento se convierte en propiedad de René. Porque si hay algo interior en Jorge que lo obliga y le dicta en constancia todo lo que debe de escribir por la necesidad de algo que dejó inconcluso, sería una musa inquieta y poderosa, o fantasma, o duende, que hace que Jorge le dé prioridad a lo incorpóreo y con ello; facilitar la labor del agente protoplasmático con características de verdugo que se alimenta con las letras que Jorge marca en el papel, sin importarle que su receptor no tenga un mendrugo con que alimentar su parte física. Sábado 23 de Septiembre del 2006. Nuevamente me encuentro con este escrito. Lo leo y lo que más veo en el, son los remiendos que años atrás le hiciera. Pero; aún con el temor que se desintegre, he tachado y remendado sobre los remiendos a manera de maquillarla y pueda llegar a ser aceptable, aunque estoy consciente que ¡no puedo hacer milagros!... Así que la dejaré tal y como está y que se me perdone por haber dado una explicación que no debía. Mejor hubiera sido tirar lo escrito a la basura, o publicarlo como un libro mediocre que sumara a los tantos que hay en el mercado… Pero; lo menos que puedo hacer, es dar gracias de todo corazón al SER que tuvo la gentileza de regalarme este cuento... A principios del 2009, le pedí a la doctora Lali Sorrentino (conocedora de lo paranormal) su opinión sobre lo escrito. Al leerlo, terminó llorando y aún con lágrimas en los ojos, con enojo, tiró sobre mi cuerpo el manuscrito al momento que me gritaba... “¡No tienes ni la menor idea de lo grandioso que has escrito!”… Meses más tarde recibí una nota de la Dra. Sorrentino que decía: "No hay que tachar ni corregir lo que posiblemente sea un mensaje para elegidos. Cada quien sabrá entenderlo a su manera, publícalo y nada más. El es tu ángel, tu sacerdote, tu amigo, tu maestro, tu adivino, tu guía espiritual, tu Dios. Sabio, mago, duende literario que se posee de un cuerpo humano para seguir con su obra, diría yo. Que pudo capturar la mente y el espíritu de su receptor en esta obra. Con la capacidad de captar lo invisible e insensible para la capacidad común de cualquier mortal. Jorge, Arturo, y el hombre Estrella. El nombre de la obra te lo dice todo. Admiro, aplaudo y apoyo, a todas las personas que como tú tienen la capacidad espiritual nata de poder captar los mensajes que viven en el ambiente y que la gran mayoría no podemos o no queremos captarlos. Espero que sigas mejorando y que cada día, tu armonía con lo espiritual sea mayormente sólida, que sería, lo que te convertiría en un Rasputín de este tiempo. Sigue escribiendo y léete. Léete mucho Armando, para que aprendas de ti mismo. Mis mejores augurios. Dra. Lali Sorrentino, Ph. D". Más allá donde el misterio pierde su esencia al hablar y la energía cósmica se genera. Donde El Viento es Llama y La Cigarra ha dejado de cantar para exhalar el más profundo de los gritos. Allí, donde cabe decir que las pasiones son una sola y el deseo se viste de elementos furtivos, la pluma transcribe lo sutil del remoto pensamiento a tiempo luz, más frágil, ligera y liviana que el sonido, para acomodarse en el rincón de las mentes e invadir el punto de la trasluz que atraviesa el nido de los Dioses para sembrar la semilla... Allí, precisamente es el lugar donde vive y muere el Hombre Estrella reclamando su Obra. ****** JORGE, ARTURO, Y EL HOMBRE ESTRELLA. Era un poeta apasionado por su poesía al considerarla como única. Y siempre que tenía oportunidad expresaba que la técnica literaria se desarrollaba como la gordura, comiendo y masticando el alimento lo mejor posible. La poesía tenía que olerse a más no dar. Hasta que el olfato fuese uno con los vellos de la nariz y que como antenas se amancebaran con la energía que pulula en el éter para producir los mejores y más bellos versos. Buscados en el campo, en el horizonte, en el barrio, en cualquier calle de la ciudad, en el mundo entero, en el universo, en el propio DIOS, pero más que todo en el interior de uno mismo donde nacería la mejor comunión entre lo mas miserable y lo mayormente sublime. Jamás dejó de escribir un trozo diario y de practicar en pro de su estilo que cada vez, según él, dominaba más, junto a la situación hambruna que sin dominarlo completamente lo iba arrastrando poco a poco. Marcando con ello de nuevo la batalla de los siglos del poeta en su miseria y cerrando los círculos de todos los tiempos, ¡padecer hambre por el amor a la palabra escrita! Por lo extraño de sus escritos nunca fue aceptado en los "clubes de pensadores". Considerándolo falto de sabor y cualidades para que pudiera pertenecer a un gremio "tan elevado", -donde según nuestro personaje-, estaba lleno de "baratijas mentales", poetas vacíos, faltos de esencia, dispuestos a reunirse sólo para abortar sus necedades pintorescas que no eran más ni menos que traumas sicológicos que buscaban una salida para sus necedades literarias. Reuniones que sólo servían para sacudirse el caos acumulado por la fiera necesidad de escucharse y ser escuchado. Alimentando con ello sus espíritus moribundos ante poesías pueriles y cursis dichas ya por tanto clásico y que repetían como dueños absolutos de unas ideas infectadas por mucho tiempo atrás, e incapaces de poner un grano de novedad en sus escritos. Saber, estar consciente que la poesía no había crecido por siglos lo hacía sentir pánico y rabia. Cómo era posible que los poetas, o los que creían serlo, siguieran comiéndose el decir de la poesía de los antepasados, sin intentar, por lo menos, una línea diferente, una idea diferente, como beneficio a la palabra escrita y con ello ayudar al crecimiento espiritual y desarrollo mental de las masas que siempre se han estado alimentando con superfluos, con bagazos, y no con la esencia que debe legar un verdadero poeta como obligación social para que el hombre común se desligue de mitos e inhibiciones y que busque a DIOS como prioridad en su interior, no en el exterior, ni menos en falsas religiones. Aparte; consideraba que la poesía no sólo debería ser motivación por el enlace de algunas imágenes bellas, sino también; el dedo acusador ante cualquier tirano, ya fuese político, religioso, o comercial. Asegurando que en la palabra escrita está el poder para detener al abusador y que a la vez recapacite, como también al abusado abrirle los ojos del entendimiento. En otras palabras, hacerlo despertar quitándole el opio en el cual ha sido procesado. A pesar de ser la oveja negra de aquellas entidades, a lo que le daba igual pertenecer o no, él, siempre, todos los días, todas las noches, a cualquier hora o minuto, hacía que su pluma dibujara frases hasta intoxicar, no sólo las frases, el papel y la pluma, sino también la propia idea. Martillaba la poesía, la hundía como a un clavo, y a la vez la hacía elástica, a manera de jugar con ella a golpes y estirarla a su antojo sobre todos los puntos escondidos que ésta pudiera tener. Destruyendo estilos clásicos y exponiendo diferencias modernistas y con ello tratar de expresar abiertamente que ésa era la verdadera perfección del verso. Sin cadenas de métrica ni rimas que mutilaran por el sonsonete lo que bien pudo ser un divino pensamiento echado a perder por cuartillas. ¡La poesía tenía que ser la esencia misma por ser el mandato más delicado del espíritu!, por eso la olía, la masticaba, la digería, la exhalaba devolviéndola al éter, donde volvía a cazarla, para saborearla una y mil veces. Él estaba seguro que su trabajo tenía el valor de ser. Su interno se lo dictaba. Y tarde o temprano los ciegos y los sordos reconocerían su genialidad en el manejo de la pluma y la palabra. Y si era tarde, como siempre sucedía, cuando él hubiese muerto, sería laureado. Incluso, inmortalizado con una esfinge de bronce en un parque cualquiera, donde las palomas harían sus necesidades sobre el busto y revolotearían picoteando de vez en vez su nariz y haciendo nidos en su cabeza. Mientras sus sueños eran enormes como el Cielo, las editoriales rechazaban sus trabajos por apretados, sofisticados por el mismo nudo de la idea que nadie se atrevía a entender, ni menos perder el tiempo intentándolo. Ideas difíciles de digerir, confusas y de cierta manera mediocres. Sólo que nuestro poeta, jamás lo aceptaría. Porque para él, los mediocres eran los que publicaban libritos de basura, para mentes de basura. Como negocio para la materia estaba bien, pero estaba mal que no se negociara alguna vez con La Energía Universal para dejar de ser borregos y acercarnos un poco a la Divinidad... Algunas censuras llevadas por la lástima le aconsejaban dejar tal estilo que no era más que un impulso troglodita que lo hacían marginarse de la sociedad. Que no todos éramos iguales y por lo tanto, siempre habrán de pensar diferente unos con otros. Algunos a nivel de sirvientes y otros a nivel de amos. Y si la poesía de algunos era sencilla, por tal sencillez debería de respetarse, puesto que la poesía no tiene la culpa de caer a veces en mentes pobres que no la comprenden ni pueden pulirla y por lo mismo no se puede saborear, o peor; cuando la utilizan mentes mercenarias que la comercializan con palabras dulces y bonitas para complacer, aunque la esencia fuera pobre… Estos, para él, no deberían llamarse poetas, sino, traidores de sí mismos y de los demás. Nuestro personaje, renuente y fiel a lo que creía, jamás le importó agradar los oídos de los demás con metáforas ya dichas por sólo el hecho de endulzar insulsos criterios. Por ése lado se sentía dichoso y juraba que era el don divino que tenía como herencia. ¡Ser menos farsante! ¡Ser la esencia misma! Se había prometido que su forma de escribir no la cambiaría así su terquedad lo matara de hambre. (asunto que ya faltaba poco) Asegurando que las generaciones venideras lo pondrían donde siempre debió estar dado a su gran genialidad. "Yo escribo para gente de amplio criterio" -decía- "No me importa si son muchos, o son nadie. Para ésos que tal vez no existen escribo" A pesar de todo el ambiente depresivo que se cernía a su alrededor, ahogando cada vez más sus sueños, aún sentía tener la fuerza suficiente para esperar. Considerando que en cualquier momento encontraría una persona que pensara como él y eso bastaba para mantener su línea y pulirla, sin detenerse a pensar que tal pulimento era perderse más en sus propios laberintos donde las sombras no se podrán comer, por que dejarán de ser tales cuando el Sol deje de alumbrar... Rechazado por todos los periódicos su situación económica iba de mal en peor. Pero Jorge Vidales, como se llamaba, no descartó la posibilidad de que algún día sería aceptado como empleado en alguna de aquellas instituciones. El tiempo con su marca pasó dejando estragos profundos en la vida de Jorge, agigantando la desilusión de una manera cruel, que él, -con su invulnerable espíritu hacia su necedad- tomó, -aquella situación- como una nimiedad más. Era demasiado acerado su orgullo para sentir que la falta de pan y la sobrada necesidad fuera parte de la mutilación de ser. Venderse para sobrevivir, prostituirse para no morir de hambre, no estaba en su naturaleza. Eso se los dejaba a los enanos…, y él, ¡era grande!... Dicen que Dios no ahorca, solamente aprieta. Así que un día, cuando menos lo esperaba, el poeta encontró el empleo ambicionado. A pesar de que aquel periódico no era de mucha fuerza, Jorge tendría la oportunidad de expresar abiertamente sus ideas al público, y de paso, alimentar fieramente sus inquietudes. Aquello llamado periódico dejaba mucho que desear. Mejor dicho; era una revista insulsa y pobre en la mayoría que la formaba, la cual se defendía con el morbo de modelos desnudas y con chistes de humor negro que llegaban al calificativo de malsanos, pero que era en realidad lo que mantenía con vida aquella revista, por lo que con frecuencia el propietario de ésta decía: "A la gente le gusta escuchar lo que no puede decir y ver con ansiedad lo que no puede lograr. De los estúpidos e ingenuos es que se vive mejor". Debilidades humanas que habían sabido trabajar para suplir el pan diario y mantener con vida la revista. Aquel trabajo en el área sentimental de Jorge fue un éxito. No cabía duda. El hombre se alimentaba de una obsesión en cierta manera oscura y deprimente. Como la de intentar imponer un estilo nuevo pero sin bases sólidas, lo que se convertía solamente en intenciones mediocres, o por lo menos, consideradas como tales por los demás. Y cuando los demás forman parte de uno y uno forma parte de los demás. Si los demás no nos aceptan, está por demás todo lo que hagamos. Así pongamos nuestro mayor empeño en nuestra labor y en esta se nos vaya la vida. Para Jorge aquel empleo era el punto de partida para lograr sus propósitos. La llave que necesitaba para "abrirles los sesos" a los demás. El empujoncito vital que todo ser grande necesita para realizarse y poner ante los ojos de la "gentuza" la grandeza de tal realización. Porque según él, en su palabra escrita tenía la fórmula para lograr un mundo mejor. Sentía en su interior, que él había sido el elegido por alguien, o por algo, para dar la luz necesaria a un mundo que siempre ha estado en tinieblas por la poca comunicación entre ellos como conciencia humana. El poeta a plenitud se entregó a su labor. Agigantando su entusiasmo por mantener a flote la revista, al grado de poner mayor empeño que el propietario, quien viejo y cansado, le daba igual si la tal revista continuaba o no. Sin embargo, Jorge, aún joven y con la oportunidad que tanto había ambicionado, empujaba con ideas reformadoras y ventas, tratando de levantar lo que por su manera de escribir había bajado ante los ojos de los siempre seguidores de aquella revista. Por lo que muchos lectores escribieron quejándose y exigiendo que Vidales fuera claro en sus escritos, puesto que en vez de aportar la "cultura" que tanto se necesitaba para no morir engañados, lo que hacía el tal Jorge Vidales, era venenosamente engañarlos más, y por lo tanto; retrasar el "progreso humano", y en cierta forma afectar grandemente la línea que siempre había tenido el "prestigioso semanario". Jorge Vidales jamás supo de aquellas quejas debido que el dueño de la revista se las guardó, ya que Vidales le había dado resultado en sus propósitos personales y era preferible mantener un “hace-todo” en la empresa, que poner atención a las protestas. Si Jorge hubiera sabido de tales protestas, de seguro las hubiera puesto a un lado por la terquedad de darle al mundo, lo que el mundo no quiere. Después de dos años de haber logrado aquel empleo, Jorge fue nombrado jefe de redacción, por lo que sería su pluma la que estaría a cargo de la editorial que encabezaría aquel semanario. La verdad era que Vidales siempre había sido el único empleado en redacción y lo que cambió, sólo fue el nombre de ser llamado jefe de redacción y que el dueño no cortara pedazos de otros periódicos y revistas para formar el editorial, como lo hacía también con las noticias que no eran frescas cuando las ensamblaba. En la situación de Jorge el punto de vista fue otro. Tenía la oportunidad de expresar con mayor amplitud sus ideas. Y como jefe de si mismo existía la posibilidad de que el "patrón" le mejorara el mísero sueldo que no había cambiado desde que comenzó a trabajar en aquella revista. Con el tiempo Jorge se dio cuenta que no fue así y la única ganancia adquirida fue la de trabajar un poco más. Jorge se sentía dueño del mundo con la editorial a su haber, y si es posible decirlo; dueño de los universos y mucho más. Por estar consciente de ser el propietario de aquellas ideas palpadas en el papel y con ello al fin, sentirse dueño de ser el mismo y, crecer y dialogar abiertamente con el alimento que genera la maravillosa energía del Cosmos. Esa virtud que no todos los seres pueden saborear, aunque deberían, por lo menos, un segundo. Sentirse así lo motivó a que le diera rienda suelta a toda la imaginación antes comprimida, haciéndole falta papel para exteriorizarla. Pero; viéndolo desde otro ángulo, era lo de menos. Tenía toda una vida por delante para poder abortar todo el nudo que tenía en su interior. Y al hacerlo; no dudaba que generosamente recibiría la recompensa de armonizar mejor con la magia que pule a la palabra escrita. Armaba y desarmaba. Y si no estaba conforme con lo realizado, continuaba armando y desarmando hasta estar seguro de que lo que había escrito mereciera llamarse sustancial. Esta motivación lo acaparó más allá de su espíritu y de su cuerpo, y olvidó por completo el libro que pensaba editar, libro que significaba prioridad para el "Otro". Desde que Jorge Vidales se hizo cargo de la editorial, el poeta encabezó todos sus escritos con ésta frase: "EN LA CREACIÓN DEL IDEALISMO, EXISTE EL SUEÑO Y LA ESPERANZA, TOMADOS DE LA MANO DE UNA REALIDAD". Durante el tiempo en que Vidales fue el editor de aquella revista recibió una carta de felicitaciones. Sin imaginar que fueron muchas las que llegaron pidiendo su despido. Vidales trabajaba arduamente, no protestaba, no gastaba mucho, y ni siquiera alguna vez se le escuchó una miserable queja. La conformidad era su más noble "virtud", todo y cuando estuviera en el espacio donde pudiera generar su sueño. Así que, aunque fuera incompetente como poeta, escritor y periodista, no existía una fuerte razón para dejarlo sin trabajo, pensó siempre el dueño de la revista. Una mañana, cuando Jorge entró a la oficina el dueño de la revista le dijo: "Esta carta es para ti. Por equivocación la abrí". El poeta no dijo nada, la tomó, y se dedicó a leerla. Conforme leía su rostro se fue relajando y poco a poco mostró sus dientes hasta lograr una enorme sonrisa, mientras sus ojos, en contraste con sus labios, se humedecieron por las lágrimas. Suspiró, se sintió radiante, único, y saboreó una y otra vez aquellas palabras como un triunfo absoluto. 15 de Marzo del 2049. Estimado Jorge. Con el mejor de mi sentir me dirijo. No sólo para felicitarte, sino también; para hacerte saber que cada una de tus palabras tienen un estilo y un contenido que ha logrado cambiar mi vida. ¡Soy un hombre nuevo!, por encontrar en tus escritos la parte que me faltaba. Te pido, si es que tienes algún libro, o algunos editados, me lo envíes a la dirección del sobre. Necesito comer, alimentarme, llenarme, de la filosofía que generas. Tu amigo por los siempre. Arturo Contreras. Aquellas palabras dieron a Jorge el incentivo que le faltaba para continuar con su poemario y terminarlo, al cual tituló. "EL RINCÓN OSCURO DEL COLOR BLANCO." La adversidad truncó los sueños del poeta de que aquel legado cayera en las suficientes manos. Al mismo tiempo que el libro era armado en los talleres de la revista y producido por el mismo Jorge, -lo que hizo que el proceso fuese más lento-, la Tierra comenzó a desolarse. El hambre de los pueblos llegó al grado de presentir que aquella situación hambruna los llevaría a otra guerra mundial. Por tal desesperación los pueblos se alzaban contra `los gobiernos y los gobiernos, también desesperados por la súper población y la escasez de alimento, -debido a que algunas tierras que fueron fértiles se habían tornado estériles por falta de agua y por el Sol cada vez más abrasador- tomaban la solución más fácil, asesinado sin escrúpulos al área civil, por ser la presa de los siempre más conveniente a mutilar.... ********** El libro tiene 121 paginas… Tres carraciones mas” OM… PROBLEMA DE INFALCIÓN y GASTON. Armando Blanco, uno de los hombres que han dado al mundo hispanoamericano la herencia de una literatura diferente. Quien lee sus escritos se verá obligado a NO ser el mismo y, a mirar al mundo de otra manera, lo acepte o no lo acepte. Marco Tulio Santana.... INDICE Dedicatoria……….3 Prologo…………..5 A manera de……..7 Jorge, Arturo y el Hombre Estrella…17 Om………………53 Problema de inflación…69 Gastón…………..109 Índice……………123
Posted on: Sat, 24 Aug 2013 20:02:33 +0000

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