El Motín por el mal servicio del agua en Oaxaca. Guillermo Rangel - TopicsExpress



          

El Motín por el mal servicio del agua en Oaxaca. Guillermo Rangel Rojas La solución al problema de los servicios de la ciudad de Oaxaca, sigue pendiente. Al parecer tal problema sólo ha sido resuelto de manera parcial y limitada por las administraciones gubernamentales. Una de estas carencias es la del agua, que hoy padecemos. Vayamos a la historia para darnos cuenta que las situaciones tienden a repetirse en una circunstancia especial. Remontándonos en el tiempo encontramos que el problema del agua trató de solucionarse durante el gobierno del coronel Constantino Chapital (1939) con la aprobación de un Decreto por la Legislatura local. En él se celebró un contrato con el Banco Nacional Hipotecario Urbano y de Obras Públicas S.A., de la ciudad de México, con el fin de que se concediera un crédito hipotecario por la cantidad de $650, 000.00 (seiscientos cincuenta mil pesos), destinados al mejoramiento del sistema de agua potable y pavimentación de la ciudad de Oaxaca. Para la administración del dinero y la recolección de cuotas por los servicios de agua y su aplicación, se constituyó una Junta de Mejoras Materiales, integrada – según el periódico oficial del mes de julio de 1939- por un representante del Gobierno del Estado, un usuario del pueblo y otro del banco, éste último con los atributos para vetar decisiones contra los otros dos. Asimismo se afectaron todos los registros que pudiese tener el gobierno por parte de los servidores de agua potable. Quedó a cargo de la junta, por disposición legal, nombrar a todos los empleados, cobrar las cuotas, y la facultad adicional de coaccionar a los usuarios morosos mediante embargo, remate y otro recurso legal. El gobierno firmó el contrato al igual que el banco, pero sin tomar en cuenta al Ayuntamiento de Oaxaca, representante del vecindario. A éste, por cualquier motivo le llovían las multas, cobradas sin tardanza en forma despótica. Según los periódicos de ese tiempo se habían impuesto a todas las casas, la obligación de pagar el servicio del agua aunque no se usara. “La escasez de agua en la ciudad es terrible. Las fuentes están convertidas en basureros y en algunos sectores de la ciudad el agua se deja correr una o dos horas”. La famosa obra de ampliación sirvió de pretexto para el leonino contrato, contrario a los intereses sociales y económicos de la ciudad. El agua que surtía a la ciudad era ya insuficiente, no obstante que la población había disminuido en los últimos años (1910-1940), además de que el ayuntamiento, en 1934, había adquirido a un costo de varios miles de pesos el volumen de agua que recibía el Molino del Lazo. Ante la escasez de agua potable y la mala administración de la empresa por parte del Banco Hipotecario, la población de Oaxaca se organizó para protestar. Durante el gobierno del General Vicente González Fernández – quien reemplazó a Chapital –, en 1941, surgió una organización cívica llamada “Centro de Acción Social”. Así, el pueblo criticó el método de usura con que se estaba manejando el servicio del agua, y solicitó a la legislatura del estado hacer pública la declaración de que las funciones municipales no son enajenables. En mayo de 1941, miembros de Acción Social, acompañados por el presidente municipal y otros funcionarios, hicieron una visita a las fábricas de Vista Hermosa y San José, y a la planta de luz de la Soledad. Constataron la existencia de filtraciones en los tanques de captación, la ausencia de los filtros que ofreció el banco, y el desperdicio de gran cantidad de agua en el pueblo de Huayapan, además de que las tomas de Coyotepec y San Sebastián se usaban para regar terrenos. Con fecha 29 de junio de 1941, el Centro de Acción Social entregó al presidente municipal un pliego en el que se pedía que, por inconstitucional, se derogase el funesto Decreto publicado en el Diario Oficial del 14 de julio de 1939 y que el servicio del agua fuese administrado nuevamente por el ayuntamiento, a fin de que éste asumiera la responsabilidad de la deuda contraída por el gobierno anterior y utilizara el producto del servicio del agua (125 mil pesos) para la amortización del capital e intereses. Además, pidieron se reparasen los tanques de captación y prohibir la venta de agua para el riego de terrenos en tiempos de sequía. En estas fechas entró en funcionamiento la planta clorinadora, que mejoró la calidad del agua. Tiempo después, en 1943, el gobernador General González Fernández aumentó el préstamo para el agua en un millón 150 mil pesos. “Para aumentar el caudal de aguas, se instaló una planta de bombeo que extraerá el líquido de pozos formadas con filtraciones del río Atoyac y rendirá 65 litros por segundo.” El agua se distribuía de 6 a 11 de la mañana y solo algunas casas contaban con tinacos, debido a esto, la gente por lo general no la aprovechaba. Al tratar de solucionar el problema del agua, el gobierno del coronel Chapital creó una planta purificadora y un sistema de distribución financiado por un banco de capital privado. Encomendó su administración a una Junta de Mejoras Materiales conforme a los intereses del banco. El intento fracasó, provocando un movimiento de protesta que alcanzó las dimensiones de un motín, el 11 de abril de 1944, durante el gobierno del general Vicente González Fernández. Al instalarse los medidores de agua –o “cuenta gotas”, como la malicia pública la bautizó-, se constituyo una agrupación de consumidores de agua. El comité trato de organizar un mitin pero no lo consiguió debido a la oposición de las autoridades. El hostigamiento de que los consumidores eran objeto, la circunstancia de soportar un mes caluroso, las altas tarifas del servicio, contribuyeron a exaltar los ánimos y la paciencia sofocada del pueblo. Con motivo de la conmemoración del 2 de abril, la Cámara de Diputados celebró una sesión a la que concurrió un gran número de personas del pueblo. Una mujer ocupó la tribuna para lanzar frases duras contra el gobernador, que allí se encontraba. La semana siguiente, 8 de abril, con el pretexto de la quema del “judas”, el pueblo se congregó para pasear por las calles la figura de un pulpo cuyos tentáculos exprimían un medidor de agua. Fue a colocarse el gentío enfrente de la Junta de Mejoras Materiales, “organismo que administraba la sed del pueblo”, para quemar ahí mismo el pulpo-judas. El acto fue suspendido por el inspector de la policía, quien al frente del cuerpo armado del gobierno local desbarató la manifestación con lujo de fuerza, persiguió a los participantes y realizó numerosas aprehensiones. El grueso de los manifestantes se refugió en la “Casa Fuerte”. Después de esta protesta del pueblo contra la escasez de agua potable y la mala administración, el martes 11 de abril apareció en el Periódico Oficial un informe de la entrevista del gobernador con los dirigentes de la Liga de Resistencia, en la que los últimos reconocían su “error”. Se ordenó fuesen puestos en libertad los encarcelados con motivo de la manifestación. A partir de esta publicación, o quizás producto de ella, en los mercados públicos se reunieron personas de todas las clases sociales, quienes acordaron una iniciativa de protesta general. Todas las locatarias levantaron sus puestos y en numeroso grupo se extendieron por la ciudad, invitando al comercio a cerrar sus puertas. Trabajadores, estudiantes y amas de casa irrumpieron por las calles. Pasadas las 9 de la mañana, ni una sola tienda o taller estaban abiertos. De diez a doce mil almas cruzaban en todas direcciones, congregándose la muchedumbre, alrededor de las 10 horas, en el jardín de la Plaza de la Constitución para efectuar, ya no un mitin, si no un verdadero motín. “La julia” hizo varios viajes a las galeras de la inspección. Las olas humanas por momentos parecía que asaltaban el palacio de gobierno. Al replegarse para evitar los golpes, el gentío, sin desorganizarse, se reponía para arremeter enardecido, arrollando a los gendarmes, insuficientes y a la policía local, llego la fuerza federal, y en formación de tres parejas se apostaron, en los ángulos del zócalo y del mercado Benito Juárez Maza, un camión con policías, varios autos militares y un grupo de soldados a caballo, quienes dispersaron a las manifestantes. Después de platicar con un grupo de representantes de los usuarios del pueblo, el gobernador salió al balcón para comprometerse públicamente a enviar una comisión hasta que el asunto se arreglara a satisfacción de los pobladores. Por la tarde recorrían las calles algunos grupos de personas decididas. La ciudad presentaba un aspecto triste, como en los tiempos de la Revolución. En el mercado nadie vendía, y las calles eran patrulladas por soldados federales que hacían caminar, empujándola con su rifles, a la gente que se detenía a conversar. Después de dos días de tensión, los dirigentes del movimiento popular, con magnavoces, daban a conocer el convenio firmado por el comité (seis diputados de la legislatura local y tres funcionarios incondicionales del gobernador, por hallarse éste ausente de la ciudad), en el que se aceptaban las peticiones de los usuarios del pueblo. La actitud de la Liga de Resistencia, surgida en aquel entonces, sirve como ejemplo de la lucha para reivindicar los derechos y la defensa contra las imposiciones arbitrarias de las autoridades, y nos muestra esta parte de la historia nada ajena a la actualidad, donde las voces del pueblo son capaces de organizarse y hacerse escuchar a pesar de la tradición represora de los gobiernos.
Posted on: Fri, 16 Aug 2013 23:24:02 +0000

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