Israel es un país rodeado por Estados que desean su destrucción. También en Egipto y Jordania, Estados que han firmado tratados de paz con Israel, las encuestas demuestran que la mayor parte de la población quiere que Israel desaparezca como Estado judío. Aparte de esos enemigos externos Israel también tiene enemigos internos: los líderes de la población árabe israelí y sus representantes en la Knesset. Israel tiene una minoría árabe, aproximadamente el 20% de su población, que disfruta de los mismos derechos de la mayoría judía, aunque no tiene los mismos deberes ya que sus jóvenes no están obligados a servir en el ejército, o su equivalente, realizar servicio social. La gran mayoría de los árabes israelíes reconoce las ventajas de vivir en un país moderno, democrático, de medicina avanzada al alcance de todos los ciudadanos. Votan en las elecciones, y también son elegidos. Son jueces, médicos, abogados y diplomáticos. En contraste a las infames calumnias inventadas por los enemigos de Israel, no existe apartheid, como fácilmente se puede ver en las universidades donde no hay diferencias entre profesores y estudiantes árabes y judíos,; en los hospitales donde los médicos judíos y árabes atienden a los pacientes sin importarles la religión o nacionalidad y donde los pacientes judíos y árabes comparten las mismas habitaciones; en los centros comerciales y súper mercados donde se mezclan clientes judíos y árabes y son atendidos por empleados judíos y árabes. El problema es que los líderes que los árabes israelíes eligen para que los representen, están más empeñados en la destrucción de Israel como Estado Judío que en trabajar por el progreso de su comunidad. Estos líderes se oponen rotundamente a que los jóvenes árabes hagan servicio social, aún en sus propios pueblos, ya que eso, según ellos, los "israelizaría". Boicotean y hostilizan a los pocos jóvenes árabes que, en acción voluntaria, se enrolan en el Ejército de Defensa de Israel. Estos parlamentarios árabes no reconocen a Israel y hacen todo lo posible para causar su destrucción. Son realmente un "enemigo interno". El partido Balad, cuyo líder Azmi Bashara huyó al extranjero para evitar ser juzgado por traición, espionaje y cooperación con el enemigo, tiene tres representantes en la Knesset, (incluyendo a Haneen Zoabi, que participó en la provocación del barco Mavi Marmara en el año 2010), quienes han presentado un proyecto de ley que define a la minoría árabe como la "población nativa de Israel" y exige para los árabes israelíes derechos de comunidad autónoma con representación nacional en todas las instituciones del Estado. Otras organizaciones de árabes israelíes también exigen representación separada en los organismos internacionales, eliminación de los símbolos del Estado (como la bandera y el himno de Israel), anulación del derecho de retorno de los judíos a Israel que debe, según ellos, ser reemplazado por el derecho de retorno de los millones de descendientes de los refugiados árabes del 48. En vez de realizar esfuerzos para integrar a la minoría árabe los dirigentes de esa comunidad hacen todo lo posible para segregarla, y luego tiene la colosal jutzpá de acusar a Israel de apartheid.
Posted on: Fri, 21 Jun 2013 02:03:25 +0000