Jamás renunciaremos a nuestros derechos Sobre la violencia, el legítimo ejercicio de los derechos y los conflictos Quiero hoy expresar una humilde definición de lo que a mi entender es la violencia institucional que se ejerce sistemáticamente desde algunas organizaciones políticas que conducen el Estado (representado en sus poderes) sobre los trabajadores y el pueblo en general. Lo que voy a manifestar son algunos tristes ejemplos de la cotidiana carga que llevamos encima. Quiero que nos preguntemos: Trabajar en negro, fuera de todo marco legal, soportando los aprietes permanentes para no perder el trabajo, sin derechos elementales como el descanso anual, la salud, la jubilación, ¿es violencia? Sobrevivir con sueldos de hambre, viendo como los funcionarios y sus ñoquis de turno se aumentan el 85 % el sueldo, no cumplen sus obligaciones, ni ningún tipo de horario, gozan de viáticos y viajes por doquier, ¿es violencia? La cotidiana corrupción que comienza cuando no se ingresa ni se asciende en el Estado por concurso, ¿es violencia? Observar que de toda la riqueza producida en el país sólo un 24% se distribuye entre todas las provincias que tienen a su cargo todos los servicios de Salud, Educación, Justicia y que nuestros gobernantes sonrían y aplaudan, ¿es violencia? Tener que mendigar por una vivienda digna, mientras vemos cómo un funcionario público pasa de vivir en un corto tiempo de una casa normal a un barrio privado (por ejemplo el intendente Miranda de las Heras y en poco tiempo el Ministro Costa al Dalvian) y que ningún juez investigue de oficio la figura de enriquecimiento ilícito, ¿es violencia? Que nuestros jubilados mueran todos los días en la indigencia, mientras el ANSES financia al Estado Nacional, sus prebendas y crecen los subsidios a los grupos económicos concentrados, ¿es violencia? Que paguemos nuestros impuestos todos los meses mientras los grandes contribuyentes son eximidos del pago de sus tributos, ¿es violencia? Que el pan haya aumentado más de un 100%, el pollo más de un 35%, las verduras y los alquileres otro tanto, no se discuta nuestro salario y encima nos digan que podemos vivir con 6$ por día, ¿es violencia? Que nos maten, nos roben nuestros hijos para la trata con la complicidad, el silencio o la indiferencia del Estado, ¿es violencia? Que nadie nos haya consultado y nos sometan a los estragos de la megaminería saqueante y contaminante y a la fractura hidráulica con acuerdos secretos, pactos y negociados espurios, ¿es violencia? Que las madres hagan colas para obtener un turno en un centro de salud que no tiene gasas, medicamentos y a veces ni médico o enfermeros, ¿es violencia? Que las familias deambulen buscando una sala de cuatro años, mientras los fondos que deben venir del cobro de entradas a los casinos (por ley) nunca llegaron por decisión de tristes funcionarios que nadie investigó, ¿es violencia? Escuchar a un ministro decir ¿qué tiene que ver mi familia?, cuándo sus acciones u omisiones atraviesan a miles de familias sin pudor y sin vergüenza, ¿es violencia? Cuando Jesucristo echó a los mercaderes del templo ¿fue violento? Como decía Martí: Los derechos se toman, no se piden; se arrancan, no se mendigan. Los conflictos se generan cuando la injusticia gana la contienda, cuando la violencia institucional del Estado prima sobre la verdadera democracia. La protesta, en todas sus formas, es la única herramienta de los pueblos y jamás renunciaremos a ella. Y esto no es violencia, es tan sólo resistencia, derecho a peticionar, a luchar, a denunciar y a construir un país y una provincia justa, libre y soberana. Raquel María Blas Secretaria General ATE Mendoza
Posted on: Wed, 23 Oct 2013 22:18:33 +0000
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