LAS CARTAS DE DON LOPE LA COFRADÍA SECRETA La muerte de mi - TopicsExpress



          

LAS CARTAS DE DON LOPE LA COFRADÍA SECRETA La muerte de mi amigo Oropesa me estuvo dando vueltas en la cabeza durante mucho tiempo. Me resultaba sospechosa. Más teniendo en cuenta algunas cosas que me había contado y a las que en un principio no concedí crédito alguno, pues me parecieron bastante fantasiosas. Si bien es verdad que le hice promesa formal de no volver a mencionar nada sobre el cuadro de Don Lope, entendí que la promesa no abarcaba otros aspectos que podían tener relación con su muerte o con la cofradía de Arántzazu, asunto este que, no sabía porque, cada vez me interesaba más, tirando de mi curiosidad con una fuerza que llegaba hasta casi obsesionarme. En cuanto a la muerte de amigo, lo que iba conociendo con el paso del tiempo y las incógnitas que me asaltaban, me fueron confirmando que lo calificado como accidente de tráfico no respondía a un hecho casual, sino que, cada vez tenía más visos de haber sido un crimen premeditado. Lo que no acababa de encontrar, era el móvil, el porqué de aquel hipotético crimen, y aunque el asunto me daba un poco de repelús, me fui metiendo en él a espaldas de mi mujer, a fin de no preocuparla e inquietarla. La cofradía de Arantzazu de Potosi a diferencia de otras bajo la misma advocación que se reparten por toda la América hispana, siempre me ha planteado una gran incógnita. Siendo la más potente y rica de todas ellas, cómo fue que desapareció, así si más, como si se tratara de una espantada, dejando tras de sí un vacío total y una riquísima capilla, con todas sus riquezas sin tocar. Se ha dicho que la vinculación al poder real de los ricos potosinos y chuquisaqueños vascos les llevo a abandonar el país cuando triunfa la independencia de los criollos. También se ha querido poner el acento que hubo criollos vascos, entre los independentistas, pero he podido constatar, que salvando algunas singularidades, recordemos a Juana de Azurduy, fueron muy escasos si los comparamos con los que permanecieron fieles al poder colonial (con quien estaban muy vinculados, tanto por lazos administrativos, sociales, familiares y económicos) y que al final acabaron por marcharse. También se ha puesto de relieve que, los grandes capitalistas mineros, reinvirtieron sus fortunas en Europa, reiniciando negocios de gran relevancia comercial y financiera en Inglaterra y Francia, pero fueron unos pocos. La pregunta que siempre me he hecho es: ¿qué pasó con todos aquellos grandes empresarios mineros y azogueros, con los grandes comerciantes y navieros, adalides de un capitalismo mercantil, que siguiendo a Max Weber, era más propio del protestantismo? Mientras que las cofradías de Arantzazu de otros lugares u otras como la del Rosario, la de la Merced y tantas más volvieron a reiniciar sus actividades durante el periodo republicano y las órdenes religiosas expulsadas en el primer momento por el jocobinismo de Sucre, comenzaron a regresar poco a poco (los franciscanos nunca se fueron del todo pues siguieron en La Recoleta de Sucre y en el convento de Tarija) la Cofradía de Potosi, no volvió a recomponerse ni a reunirse y desapareció del mapa para siempre sin dejar rastro. Bueno, eso creía yo también. Cuando Evo Morales subió al poder a comienzos del 2006 al de poco tiempo me sorprendió su discurso anticolonialista, no en su versión tradicional, esto es, anti-yanki, sino en relación a la propia Bolivia. No le entendía cuando hablaba de que había que descolonizar el país desde dentro, porque el colonialismo interno continuaba y había continuado con los gobiernos criollos republicanos desde la independencia hasta el momento actual. Esto me dio la pista de lo que a continuación voy a contar y que a más de uno le hará pensar que, se me ha ido la olla. Siempre me llamaba la atención la cantidad de presidentes de origen vasco que a partir de la independencia y a lo largo de los años ha tenido este país, comenzando por el mismísimo Bolívar y siguiendo con José María Pérez de Urdininea, José Ballivián, Eusebio Guilarte, Isidoro Beltzu, José María de Atxa, Adolfo Ballivián, Aniceto Arce, Mamerto Urridogoitia y otros tantos, cuyos apellidos vascos se encuentran postergados y ocultos en la parte femenina de los ascendientes. Cómo podía explicarse que, los descendientes de criollos vascos, tuvieran una representación tan grande en los gobiernos republicanos. Y otro tanto sucedía con los grandes empresarios mineros como Simon Iturri Patiño o los Aramayo. Esta estirpe del valle de Aramaiona me resultaba especialmente interesante pues desde la época colonial habían conseguido subsistir, hasta acabar siendo Carlos Víctor Aramayo uno de los tres llamados barones del estaño, junto con Iturri Patiño y el alemán Mauricio Hochschild quien llego al país el año 1911. Comencé así, a seguir la estela a lo largo del tiempo, de algunas de las familias vascas más poderosas de Potosí en la época colonial, y cual no fue mi sorpresa, al constatar que bien directamente o con cambios más o menos relevantes en sus apellidos, estas sagas familiares habían conseguido mantener su poder y riqueza a lo largo de varios siglos y al margen de quienes fueran los gobernantes políticos de cada momento fueran del signo político que fueran. Por cierto, resultan cuando menos curiosas las deformaciones de los apellidos vascos en Bolivia, atribuidas de una manera simplista a la falta de conocimiento de los criollos vascos, cuando por el contrario, se trataba de gentes más preparadas, que a diferencia de otros españoles, sabían leer y escribir con corrección y que estando orgullosas de su hidalguía, eran especialmente cuidadosos del nombre de su casa solar con el que completaban su apellido compuesto. Quien, por poner un ejemplo, puede llegar a suponer, que nuestro buen Don Lope se dejara cambiar por el error de un escribano, su Subixana por Subinana, y que el oficial del registro continuara con la cabeza en su sitio. E fin que volviendo al asunto, era como si la continuidad colonial de la que hablara Evo, tuviera su refrendo en el mantenimiento del poder económico y en ocasiones político por parte de las familias que ya lo tenían en el siglo XVII. Y ello me llevo (he dudado si fue casualidad o si no hubo una garganta profunda de por medio) a conocer unos informes secretos de la inteligencia boliviana que curiosamente hablaban de lobbys tapados de poder dentro del país. Cual no fue mi sorpresa al encontrar que uno de ellos era, una renovada Cofradía de Arántzazu. Según los documentos, la antigua Cofradía seguía funcionando en secreto y nunca había dejado de funcionar desde la época del mariscal Sucre. Era como si el clan de los vascos hubiera pasado a la clandestinidad, desde donde seguía ejerciendo su poder y moviendo los hilos políticos y económicos del país. La inteligencia del Ministerio del Interior hacía también referencia a la connivencia que prestaba a ello el Partido Nacionalista Vasco (PNV), quien desde su colaboración con la CIA en la posguerra española, seguía manteniendo relaciones con la agencia norteamericana en intima cooperación con los vascos bolivianos de la Cofradía. Allí, en aquellos documentos, estaban todas las fechorías, golpes de estado y asesinatos políticos, llevados a cabo por CIA en el país, con la participación inapreciable de una Cofradía de Arántzazu, cuya devoción a la virgen, no pasaba de ser un difuminado y lejano recuerdo perdido en las nieblas del tiempo. El problema que yankis y cofrades vascos tenían ahora, se llamaba Evo. Un nuevo dirigente político indígena, que había llegado al poder si haber tenido que pactar, como hicieron todos los anteriores, con el lobby vasco. Ya sé amigo lector que pensaras que si en todo esto hay algo de verdad, me estoy jugando el cuello, y tienes razón, pues me consta que los actuales cofrades de Arantzazu no se andan con chiquitas cuando esta por medio el poder económico de las familias. Pero también creo que, por una parte, tengo una deuda pendiente con mi amigo Oropesa y por otra me veo en la obligación de contar la verdad, aunque peque de inconsciente. En fin, algo que es conocido en el caso de la mafia siciliana, de la que por cierto, poco o nada tiene que envidiar en cuanto a secretismo y actuar reservado la Cofradía vasca, que convertida en un selecto club de poder, hace tiempo que paso la línea del Rubicón, donde, con tal de mantener el poder económico y político, sus cofrades son capaces de cometer la mayor de las infamias, sin que les tiemble el pulso lo más mínimo. Hace unos meses, mis investigaciones (mi mujer en su inconsciencia se ríe de estas cosas) me llevaron al primer monasterio de Arántzazu radicado en Oñate, Guipuzcoa, a fin de hacer algunas preguntas y adquirir un libro que un fraile franciscano había escrito recientemente sobre el tema. Cuando pregunte por la Cofradía de Potosí a varios frailes, entre ellos al responsable de la biblioteca, percibí un silencio tenso. En cuanto al libro me dijeron que se había agotado. No me lo creí, pues no es un tema que interese a demasiada gente. La verdad es que pensé que allí había gato encerrado y que por algún motivo, para mi desconocido, los ejemplares existentes habían sido retirados de la circulación. Cuando me interese por su autor me informaron que no sabían dónde estaba, pero que debía andar por Santo Domingo, en la América Central. Como ya vi que no sacaba nada en claro, después de volver a visitar el templo proyectado por los arquitectos Sainz de Oíza y Laorga y de contemplar el friso de la portada con los catorce apóstoles de Oteiza, cuando ya me marchaba, e iba a tomar el coche en el aparcamiento situado frente a la explanada del templo, se me acercó un señor mayor, que resultó ser un fraile franciscano, que con harto sigilo me deslizo un papel con un nombre, un teléfono y una dirección, diciéndome que si quería saber algo de la Cofradía de Arántzazu fuera a visitar al fraile cuyo nombre y dirección estaban allí escritos y que no eran sino los del autor del libro que yo había ido a buscar. La dirección era de Tolosa, una pequeña ciudad situada a poco más de media hora de donde me encontraba, así que sin pensármelo dos veces llame por teléfono, le pedí una cita, me la dio sin problemas y para allí me fui. La dirección se correspondía con la casa residencia de frailes ancianos, que la orden tiene en aquella ciudad junto a la iglesia de San Francisco Cuando entre en el callejón que corre pegado al templo en busca de la residencia donde vivía quien iba a ser mi entrevistado, me extraño la presencia en aquel lugar, de un coche patrulla de la policía vasca, justo al inicio del callejón en su encuentro la plaza. Confiado seguí para adelante pero con la sensación de que los ojos de aquellos ertzainas no se despegaban de mi cogote. Llame a la puerta de la residencia y me abrió un fraile muy viejito que hacía las veces de hermano portero. Me acompaño a una pequeña sala de visitas y diciendo que el hermano a quien buscaba vendría enseguida, me dejo encerrado en aquella pequeña habitación donde solo había dos sillas, una mesa de madera y sendas fotografías con las imágenes del santo de Asís y de la Virgen de la espina. En fin una habitación amueblada con verdadera austeridad franciscana. Al rato apareció quien yo buscaba. Me recibió muy amablemente y tras explicarle el objetivo de mi viaje, que no era otro que el de ampliar mis conocimientos sobre la cofradía de Arántzazu de Potosí, comenzamos a responder a mis preguntas con toda libertad. Tenía dificultad al hablar a cuenta de un accidente que había tenido esperando al ferrocarril del Topo que desde San Sebastián va a hasta la frontera francesa. Me conto que estando en la estación de Amara esperando al tren, cuando este entro en la estación, alguien le empujo sin querer y se dio de bruces con la cabecera de la máquina, quedando por el golpe afectada la parte del hemisferio cerebral que se ocupa del habla. Vinculado a las ikastolas, por un largo espacio de veinte años, después de regresar de su labor misionera en Bolivia, donde permaneció diez años, se expresaba mucho mejor en euskera que en castellano. En seguida me di cuenta que estaba ante un verdadero lingüista euskaldún y ante un abertzale independentista que tenía muy poco que ver con el PNV. Me conto que no sabía cómo ni porqué, se había enredado en la historia de la Cofradía de Arántzazu, pero que había sido su obsesión a lo largo de todos sus años misioneros. Vino con el libro que había publicado entre las manos, que me regaló y dedico con verdadero cariño, cuando supo que también para mí, el estudio de la Cofradía se había convertido en poco menos que una obsesión. No voy a contar en detalle mi entrevista con él, pero si diré, que me vino a explicar una serie de cuestiones que confirmaban las mis dudas y las sospechas que habían ido anidando en mi a lo largo del tiempo. Su deseo, me dijo, hubiera sido escribir una segunda parte del libro, que arrancara desde el momento en que la legislación de la República disolvió la Cofradía. Pero se encontraba, cansado, muy mayor y desde el accidente ferroviario, con problemas para el habla y la asociación de ideas. Así que pensaba que nunca más volvería a Bolivia y que aquella segunda parte, nunca sería escrita. Resumiendo algunas de las conclusiones de lo hablado, la Cofradía de Arántzazu seguía existiendo en la clandestinidad, nunca había dejado realmente de existir, habiendo vuelto a convertirse en un grupo con gran poder económico y político, que había sabido mover sus peones en cada momento, de tal manera que, era más fuerte que nunca, hasta el punto de resultar un elemento determinante en la vida, la economía y la política bolivianas. La devoción marina era ya un pálido recuerdo, pero en las formas, el clan vasco seguía siendo tan católico como la mafia siciliana (así lo dijo mi entrevistado) estaba más vivo que nunca, e intervenía solapadamente en todos los frentes, incluso, de la mano del PNV, en el marco político del País Vasco. Cuando salí de la casa residencia de los franciscanos la ertzanta todavía seguía allí. Me pararon, me pidieron el DNI, anotaron mis datos, llamaron a la central y sin darme explicación alguna, me dejaron marchar. Hasta que no doble la esquina no deje de sentir en mi cogote el peso de su mirada. Posteriormente tuve otras entrevistas con aquel sabio, cuya mayor desesperación era la impotencia para poder comunicarme lo que sabía y no se quería llevar consigo a la tumba. En realidad era como si hubiera estado esperando a alguien, a quien pasar el testigo para continuar su labor investigadora. Y así fue, como me hizo entrega de toda la documentación, pacientemente acumulada por él durante tantos años, para que fuera yo quien escribiera el segundo tomo de la historia de la Cofradía, el correspondiente a lo que él llamaba “los años negros”…Y en ello estoy embarcado. El Gobierno español se sorprende cuando el presidente Evo nacionaliza algunas empresas españolas con unas muestras de fuerza (en casi todas han participado las fuerzas armadas, en la toma de las sedes sociales y de las instalaciones) que al inquilino de la Moncloa le parecen desmesuradas. Pero con ello el Presidente no quiere sino dejar bien clara su determinación, de acabar de una vez por todas con el tejido del poder colonial que todavía mantiene la Cofradía dentro del país, a la hora de abrir el camino a las empresas españolas (también de otros países) que pretenden entrar en Bolivia y por cuyo trabajo y tráfico de influencias recibe cuantiosas cantidades de dinero. Y así están hoy por hoy las cosas. La poderosa Cofradía sigue en la sombra y sigue mandando y moviendo las fichas como siempre ha hecho desde que se fundó en el siglo XVI. Oropesa lo descubrió y pago por ello con su vida. Mi amigo franciscano a punto estuvo también de perderla, quedando marcado y anulado de por vida para cumplir el destino que se había marcado en la vida de desenmascarar al negro poder de la Cofradía. Yo he decidido publicarlo, a fin de que haciéndolo así, contribuyo por una parte a continuar la labor silenciada de aquellos hombres, y por otra me sirve para protegerme las espaldas, lo que en cualquier caso no evitó que, la Diputación peneuvista de Bizkaia, acabara con mi carrera de arquitecto haciéndome pasar unos meses en la cárcel con una acusación tan falsa como disparatada. Pero la Cofradía tiene la mano muy larga, más larga incluso que la propia justicia. Ahora espero a la puerta de mi casa, a que el presidente Evo, el indígena al que la Cofradía odia tan profundamente, hasta el punto de haber intentado acabar con su vida en el célebre caso de Santa Cruz (que todavía anda dando vueltas por los tribunales) y cuya mano negra se ve tras el intento de secuestro del avión presidencial cuando este regresaba de Rusia, acabe de una vez por todas con esta sociedad secreta que, encastrada como un parasito en la sociedad boliviana, tanta desgracia ha traído y sigue trayendo a este humilde y pobre país, en otro tiempo llamado Alto Perú y ahora Estado Plurinacional de Bolivia.
Posted on: Mon, 12 Aug 2013 16:27:56 +0000

Trending Topics



Recently Viewed Topics




© 2015