La era Castilla, imprescindible en el círculo del presidente - TopicsExpress



          

La era Castilla, imprescindible en el círculo del presidente Humala Domingo, 28 de julio de 2013 | 8:01 am Poder. Luis M. Castilla, el hombre de confianza de la pareja presidencial. 13 Perfil. El economista Luis Miguel Castilla Rubio, al frente del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF) desde hace dos años, ha marcado un estilo distinto al de sus antecesores. Tímido para las cámaras, pero astuto lejos de ellas, ha revelado que es un tecnócrata con más olfato político del que muchos creen. Luis Felipe Gamarra En julio de 2011, el presidente Ollanta Humala, objetivamente hablando, generaba incertidumbre. Se le consideraba admirador de Velasco, seguidor de Castro, amigo de Chávez y enemigo confeso del gran capital. En su anhelo de ganar las elecciones, moderó su Plan de Gobierno, en una jugada estratégica para convertirse en el ‘Lula peruano’, dejando atrás su plan de La Gran Transformación, para reemplazarlo por un proyecto moderado al que denominó Hoja de Ruta. Ganó las elecciones por tres puntos, pero las dudas se mantenían. Los índices de la Bolsa de Valores de Lima (BVL), así como el reporte de confianza empresarial –que mide la voluntad del sector privado para invertir– se desmoronaron. Pese a que los informes de las oficinas de estudios económicos de los principales bancos indicaban que el país no iba a dejar de crecer, existía un clima de incertidumbre que podía afectar la economía a largo plazo. No obstante, tras la tormenta, llegó la tranquilidad a los agentes económicos: el 21 de julio de 2011, siete días antes de su mensaje, Humala confirmó que el elegido para el MEF sería el economista Luis Miguel Castilla Rubio. Paradójicamente, a partir de ese día, todos los empresarios felicitaron el pragmatismo de Humala. Todos querían invitarlo. Hoy, Castilla es imprescindible en el círculo del Presidente. Tan importante, que toma decisiones sin consultar al primer ministro, con el que nunca necesita despachar directamente. Pasó con Salomón Lerner y Óscar Valdés. Pasa ahora con Juan Jiménez. Posee lo que últimamente algunos llaman ‘luz verde’. “No me imagino al primer ministro Jiménez solicitándole informes a Castilla. Me imagino a Humala, Nadine y Castilla tomando decisiones. Incluso, me imagino a Nadine y Castilla, sin Humala, tomando decisiones. Desde que empezó el gobierno de Humala, se nota una clara distribución de roles: los primeros ministros son los administradores de problemas poco complejos, con menos trascendencia pero con ruido político. Castilla, en cambio, toma las decisiones de fondo”, analiza el politólogo Carlos Meléndez, de la Universidad de Notre Dame. Para el economista Eduardo Morón, ex viceministro de Economía, Humala reveló un gesto sorpresivo de lucidez, porque un economista ortodoxo como Castilla no dudará en defender la solidez macroeconómica que el Perú ha alcanzado en la última década, sin dejar de otorgarle al Presidente la posibilidad de ejecutar sus promesas en materia social. “Castilla no le quita posibilidad de poner en práctica sus políticas en inclusión social. Por el contrario, les añade una mayor dosis de realismo”, explica Morón. ¿CÓMO LLEGÓ? Desde la primera semana de julio se empezó a especular sobre su posible designación. Con su renuncia al Viceministerio de Hacienda, publicada en El Peruano el 16 de julio de 2011, su nombre sonó con más énfasis, hasta que una declaración del saliente Alan García confirmó los rumores: “La economía estará en buenas manos”. Pero el vínculo entre Castilla y el jefe de Estado comenzó semanas antes, entre La Gran Transformación y la Hoja de Ruta. Tras ganar las elecciones, Castilla llegó hasta las oficinas del PNUD, donde despachaba Humala, para presentar un resumen del estado de la economía. Durante la labor de la comisión de transferencia, que encabezó Marisol Espinoza, se solicitó al ministro de Economía –Ismael Benavides– que se designara a un técnico del MEF para mostrar cómo quedaba la caja fiscal, clave para definir los números de los programas sociales que Humala anunciaría el 28 de julio. Benavides designó a Castilla, que era viceministro de Hacienda, que manejaba las cifras con obsesión matemática. En la primera cita solo participaron los técnicos de Gana Perú, pero los acompañaba Nadine Heredia, que hasta ese momento solo se dedicó a escuchar. Tras ese primer encuentro, la futura primera dama solicitó otra cita más con Castilla, en la que participó además Tania Quispe, ahora jefa de la Sunat. Más que una rendición de cuentas, Castilla explicó con la habilidad de un profesor de álgebra no solo el estado de la caja fiscal, sino los retos que iba a enfrentar el próximo presidente en un contexto de desaceleración económica global, en busca de alcanzar objetivos relevantes en inclusión social y reducción de la pobreza. Heredia, afirma una fuente de Palacio, arregló una tercera cita, en la esta vez participó Humala. Ese día, al final de la reunión, pese a la oposición de Salomón Lerner, que quería a Kurt Burneo, le propusieron la cartera de Economía. “Castilla siempre quiso ser ministro”, expresa un ex compañero suyo en el MEF, porque más que un simple técnico, Castilla aspiraba –desde el primer día que pisó al MEF– a ocupar la oficina más grande del tercer piso. Tras las citas en el PNUD, Humala –en forma automática–dejó aquellas etiquetas difusas, como “economía nacional de mercado”, “rol subsidiario del Estado” o “rectificación del capítulo económico”, para proclamar metas más sensatas con fórmulas razonables, en un intento pragmático por despejar las dudas que había sembrado, y le agregó porcentajes y cifras a sus metas. “Castilla posee mucha paciencia, es didáctico para convencer al Presidente y a la primera dama. Nunca les dice no, pero sabe cómo convencerlos”, revela un alto funcionario del MEF. “Les da clases de economía. Nadine es la que toma notas, ella le explica a Humala, así ha funcionado la política económica del país desde hace dos años”, agrega otra fuente. “Miguel siempre supo cómo acercarse al poder”, expresa José Arista, ex viceministro de Hacienda. EL DE LAS LLAVES “Pregúntenle a Castilla”, es la frase que más se oye en Palacio, cada vez que se reúne el consejo de ministros. Pese a su falta de carisma, o su sonrisa tímida en público, posee más dotes para la política que muchos ex ministros del sector. Eso se debe a que Castilla, a diferencia de otros que han ocupado el mismo cargo desde 1990, que han sido o tecnócratas de la banca o personajes salidos del sector privado, posee más intereses en política que los que él mismo expresa. Su tesis para aspirar al doctorado en Economía en la Universidad Johns Hopkins trató sobre los vínculos entre la inestabilidad política y crecimiento económico. Titulada “Ensayos sobre inestabilidad política, instituciones tributarias y resultados económicos”, Castilla calculó el impacto de la inestabilidad política sobre la economía con datos de 87 países, entre los que destaca el Perú. La inestabilidad política del presente, concluye el documento, afecta los resultados económicos del futuro”. Castilla identificó la desigualdad de ingresos, los cambios frecuentes de ministros y la polarización de la sociedad, como factores que ponen en riesgo el crecimiento económico, así como el derecho de propiedad, la actividad comercial y la productividad. Su visión sobre la redistribución, los conflictos sociales y –sobre todo– la inclusión social, concordó desde un principio con lo que buscaba la pareja presidencial. Tecnócrata aplicado, político reservado, Castilla posee el predicamento necesario para conservar su círculo de técnicos en carteras vinculadas al aparato productivo, como Vivienda, Transporte, Agricultura, Comercio Exterior y Turismo, Energía y Minas, Producción y Trabajo, y mantener un pie en aquellos portafolios en los que busca ejecutar reformas claves, como Educación, Salud y Desarrollo e Inclusión Social (Midis). Castilla convocó a Carolina Trivelli para definir el Midis, y, tras su salida, convocó a Mónica Rubio, economista de la Universidad del Pacífico, y ex funcionaria del Banco Interamericano de Desarrollo (BID), donde Castilla también trabajó. Ha sabido negociar no solo con el Ejecutivo las principales reformas que se han lanzado, como el paquete de medidas para recuperar la confianza empresarial, sino con el Congreso, al conseguir los votos que necesitaba para reformas en Educación, Servicio Civil, AFP, Sunat, Mercado de Capitales, Salud y remuneración de la Policía y las Fuerzas Armadas. Durante los roadshows en el extranjero, aseguran los empresarios que acompañan a la delegación del Presidente, le agrega brillo a la presentación del Perú, en las que se expresa con un perfecto uso del inglés, “mejor que el español que usa para sus aburridas conferencias”, bromea una fuente. Es, para Alfonso García Miró, presidente de la Confiep, el verdadero garante de este gobierno. ¿ESTÁ A LA ALTURA? El ministro afirmó lo que pocos ministros del sector han expresado públicamente: ¿cómo le gustaría que lo vean al retirarse del cargo? Según Castilla, no le gustaría que lo recordaran como un simple cajero, sino como el ministro que impulsó las reformas que llevarían al Perú al primer mundo. Así de optimista. En los pocos meses de su gestión, el Perú subió un peldaño más en la calificación de riesgo, y dos revistas, una de Europa y otra de América Latina, lo nombraron el mejor ministro de Economía de América Latina. Sin embargo, durante las últimas protestas contra la reforma del servicio civil, el aporte más importante de este gobierno según Castilla, se observó a muchos manifestantes quemando fotografías con el rostro del ministro. “¿Ese es el mejor ministro?”, se pregunta el economista Óscar Ugarteche, que no ve que se haya hecho ninguna reforma de peso en estos dos años, salvo encender el piloto automático. Para el economista Hugo Santa María, jefe de la Oficina de Estudios Económicos del Grupo Apoyo, no solo es lanzar las reformas, sino saber ejecutarlas hasta el final. “Admiro la labor de Castilla, se nota que está comprometido con su labor. Lo he escuchado públicamente y en círculos más cerrados. Quiere hacer cambios, pero la labor de un burócrata no es solitaria. Si no posee el apoyo del poder político no podrá avanzar con la velocidad que él busca”, afirma Santa María. Tanto Humala, Heredia como Castilla ingresan al tercer año con la confianza empresarial en el mismo punto en el que la encontraron el 2011, al borde de la incredulidad, y con una aprobación, en los tres casos, a la baja. Dependerá de ellos alcanzar sus metas, que, hasta ahora, parecen las mismas. “El Perú es conocido por haber crecido pese a no tener las mejores instituciones. Pero, en el punto en el que estamos, no podremos volver a triplicar el PBI en una década si no asumimos el desafío de elevar la calidad de las instituciones públicas, que permiten que la inversión opere con calidad, eficiencia y transparencia. Se necesita una urgente reforma del Estado, esa que se ha intentado en diferentes oportunidades sin éxito”, afirma Castilla, cuyo próximo paquete de medidas se enfoca a la promoción de las inversiones, el incremento de la productividad, la empleabilidad, la redistribución del canon y la salud. La gran pregunta que queda es si mantendrá la confianza del Presidente hasta el 2016, o si le quedan ganas de quedarse en el cargo hasta el 2014.
Posted on: Tue, 30 Jul 2013 12:14:53 +0000

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