No compartir con los pobres es robarles y quitarles la vida, - TopicsExpress



          

No compartir con los pobres es robarles y quitarles la vida, señaló el Papa Francisco, con un apremiante llamamiento – en nombre de Cristo – a una reforma económica y ética y a la solidaridad desinteresada, ante una humanidad que vive un momento álgido de su historia. La oportunidad se la dio, el pasado 16 de mayo, la audiencia concedida a los nuevos embajadores ante la Santa Sede de En su cordial bienvenida a los nuevos embajadores ante la Santa Sede de Kirguistán, Antigua y Barbuda, el Gran Ducado de Luxemburgo y Botswana. En efecto, en esta ocasión, el Obispo de Roma pronunció un denso discurso recordando que la crisis ética se debe al rechazo de Dios. Después de subrayar que debemos alabar los logros positivos que contribuyen al auténtico bienestar de la humanidad, como por ejemplo en los ámbitos de la salud, de la educación y de la comunicación, el Papa lamentó que sin embargo, también hay que reconocer que la mayoría de los hombres y de las mujeres de nuestro tiempo siguen viviendo en precariedad cotidiana, con consecuencias funestas: Algunas patologías aumentan, con sus consecuencias psicológicas, el miedo y la desesperación se apoderan de los corazones de numerosas personas, incluso en los llamados países ricos; la alegría de vivir va disminuyendo; la indecencia y la violencia aumentan; la pobreza se vuelve cada vez más impactante. Se tiene que luchar para vivir, y, a menudo, para vivir sin dignidad. Una de las causas de esta situación, en mi opinión, se encuentra en nuestra relación con el dinero y en nuestra aceptación de su imperio y dominio en nuestro ser y en nuestras sociedades. De este modo, la crisis financiera que estamos viviendo, nos hace olvidar que su primer origen se encuentra en una profunda crisis antropológica ¡en la negación de la primacía del hombre! Hemos creado nuevos ídolos. La adoración del antiguo becerro de oro (cf. Ex 32, 15-34) ha encontrado una imagen nueva y despiadada en el fetichismo del dinero y en la dictadura de la economía sin rostro y sin un objetivo verdaderamente humano. Reflexionando sobre la crisis mundial que afecta las finanzas y la economía, que parece poner de relieve sus deformidades, y, sobre todo, la grave falta de su orientación antropológica, pues se reduce al hombre a una sola de sus necesidades: el consumo, el Papa puso en guardia contra lo que es peor aún, el ser humano es considerado hoy como un bien en sí que se puede utilizar y luego desechar: Esta deriva se verifica a nivel individual y social. Y además ¡es promovida! En este contexto, la solidaridad, que es el tesoro de los pobres, se considera a menudo contraproducente, contraria a la racionalidad financiera y económica. Al tiempo que los ingresos de una minoría van creciendo de manera exponencial, los de la mayoría van disminuyendo. Este desequilibrio proviene de ideologías que promueven la autonomía absoluta de los mercados y la especulación financiera, negando de este modo el derecho de control de los Estados, aun estando encargados de velar por el bien común. Se instaura una nueva tiranía invisible, a veces virtual, que impone de forma unilateral y sin remedio posible, sus leyes y sus reglas. Además, la deuda y el crédito alejan a los países de su economía real y a los ciudadanos de su poder adquisitivo real. A todo ello se añade, una corrupción tentacular y una evasión fiscal egoísta, que han asumido dimensiones mundiales, en este contexto el Santo Padre recordó que el afán de poder y de poseer se ha vuelto sin límites, y ello se debe al rechazo de Dios: Detrás de esta actitud se encuentra el rechazo de la ética, el rechazo de Dios. ¡Igual como la solidaridad, la ética molesta! Se considera contraproducente; demasiado humana, porque relativiza el dinero y el poder; se ve como una amenaza, porque rechaza la manipulación y el sometimiento de la persona. Porque la ética lleva hacia Dios, que está fuera de las categorías del mercado. Dios es considerado por estos financieros, economistas y políticos, como no manejable, incluso peligroso, ya que llama al hombre a su plena realización y a la independencia de cualquier tipo de esclavitud. La ética -una ética no ideológica, naturalmente - permite, en mi opinión, crear un equilibrio y un orden social más humano. En este sentido, animo a los expertos financieros y a los líderes gubernamentales de sus países a considerar las palabras de San Juan Crisóstomo: "No compartir con los pobres los propios bienes es robarles y quitarles sus vidas. No son nuestros los bienes que poseemos, sino suyos”. El Papa propuso un cambio audaz de actitud de los dirigentes políticos para que realicen una reforma financiera que sea ética y, a su vez que comporte una reforma económica saludable para todos. Les exhorto a que afronten este reto, con determinación y visión de futuro, por supuesto, teniendo en cuenta la naturaleza específica de sus contextos. ¡El dinero debe servir y no gobernar! El Papa ama a todos, ricos y pobres; pero el Papa tiene la obligación, en nombre de Cristo, de recordar que los ricos deben ayudar a los pobres, respetarlos, promoverlos. El Papa insta a la solidaridad desinteresada y a un retorno de la ética en favor del hombre en la realidad económica y financiera. El Papa ha recordado que “el bien común no debe ser una simple suma, un añadido a la agenda política”. Y ha exhortado a los dirigentes de las realidades financieras a tomar en consideración la ética y la solidaridad: una nueva mentalidad política y económica que transforme la dicotomía entre lo económico y lo social en una sana convivencia
Posted on: Tue, 10 Sep 2013 00:10:50 +0000

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