Para poder entender la realidad independentista de hoy. Mario R. - TopicsExpress



          

Para poder entender la realidad independentista de hoy. Mario R. Cancel Historiador y escritor Entre los años 1900 y 1920 se definieron en Puerto Rico dos tendencias dentro del Independentismo. El Independentismo Hispanófilo y el Independentismo Modernizador diferían en términos de su percepción del pasado colonial español. El juicio sobre España dependía e influía la imagen que se poseía de Estados Unidos. El impacto de aquel juicio en las tácticas de cada segmento también sería notable. La expresión más concreta de aquella competencia por el poder fue el reto público que expuso Rosendo Matienzo Cintrón y el Partido de la Independencia (1912) a José De Diego Martínez y el Partido Unión de Puerto Rico (1904). Las diferencias provenían de una diversidad de fuentes. El choque cultural y material que significó el 1898, el Movimiento Modernista en la literatura puertorriqueña, la asimetría de la relación entre los invasores y los invadidos y el poco espacio para maniobrar que dejaron la Ley Foraker de 1900 y la Ley Jones de 1917, entre otras condiciones, promovieron el desarrollo de aquellas posturas que animaron las pugnas dentro del Nacionalismo Puertorriqueño. Los choques entre los dos sectores eran visibles en el seno del Partido Unión desde el 1909. El 13 de agosto de 1910, se concretaron en un documento, el “Manifiesto político del Partido Independiente”, publicado en la página dos del diario The Puerto Rico Eagle / El águila de Puerto Rico. Se trataba de un foro fundado en 1902 que veía la luz en Ponce y que se definía como un órgano oficial republicano. Se trataba de la primera expresión pública del Independentismo Modernizador. El documento sintetizaba los problemas del Independentismo Unionista y del nacionalismo Puertorriqueño de un modo transparente. Las críticas estaban dirigidas a la figura de De Diego Martínez. Cuestionaban, su liderato monolítico y exclusivista, y su sumisión política a la figura de Luis Muñoz Rivera. El asunto no se limitaba al autoritarismo de De Diego. También cuestionaban la legitimidad del proyecto de Independencia con Protectorado defendido por el partido en su Base Quinta. Las similitudes entre la Independencia con Protectorado y el Derecho de Intervención garantizado por la Enmienda Platt de la Constitución de la República de Cuba, eran muy obvias. Los críticos de De Diego, se organizaron, como en 1899 y en 1902, en asociaciones cívicas no electorales que aspiraban a la creación de un frente amplio nacional para enfrentar el coloniaje de Estados Unidos. Ejemplo de ello fueron los denominados Partido Independiente, la Asociación Nacionalista y la Asociación Cívica Puertorriqueña. La aparición de grupos como aquellos, a pesar de su pequeñez, era un augurio de que el Nacionalismo y el Independentismo estaban al borde de la fragmentación. El resultado de aquellos esfuerzos fue la fundación del Partido de la Independencia (1912), grupo que se autodefinió como una organización económico-política probablemente con el propósito de confirmar sus preocupaciones por el problema del capital, la riqueza y su distribución en el país. Después de todo, buena parte del núcleo fundador había participado de las campañas anti-trust o anti-monopolios en el cambio de siglo y tenían sentimiento filo-obrerista muy claro. El proyecto organizativo atrajo a una serie de figuras emblemáticas del Puerto Rico de entonces. Entre sus organizadores se encontraba el ya mencionado Matienzo Cintrón, el médico y novelista Manuel Zeno Gandía, el abogado poeta y periodista Luis Lloréns Torres y el artista Ramón Frade. Alrededor de ellos se movían los empresarios Eugenio Benítez Castaño, Santiago Oppenheimer y José Coll y Cuchí. El abogado y librepensador Rafael López Landrón, se integró un poco más tarde al núcleo fundador. El Partido de la Independencia (1912) pretendió crear una unión o frente con el carácter de una fraternidad racional con el fin de articular la resistencia ante la agresión del capital extranjero. El Nacionalismo de aquel sector ponía el acento en la discursividad económica hecho que colocaba su propuesta en la frontera de un socialismo moderado y de las propuestas antiimperialistas que en Puerto Rico se han asociado a Ramón E. Betances (1898) y a Pedro Albizu Campos (1923 ss.). De hecho figuras como Matienzo Cintrón y López Landrón, habían elaborado una intensa crítica a la España Retrógrada y habían reconocido el Progresismo Americano como valores legítimos en numerosos documentos públicos. Pero su culto al Progreso y la Modernización nunca significaron una sumisión total a los valores americanos ni sacrificio de la Identidad Puertorriqueña vinculada indisolublemente a su pasado español. El hecho de que Matienzo inventar la figura de Pancho Ibero para enfrentarla al Tío Sam es más que demostrativo de ello. La organización adoptó, por otra parte, un discurso anti-militarista y pacifista que los distanció de los antecedentes y subsecuentes aludidos. La justificación para ello se puede encontrar en la ética fraterna y el espiritismo militante de algunas figuras claves en el diseño del discurso público de la organización. En este aspecto eran extremadamente consistentes: el Programa de 1912 se quejaba sin el menor empacho de que “los veteranos de la guerra, cuyos merecimientos consisten en la matanza humana, no deben ser de mejor condición social que los veteranos del trabajo”. Hay algo de un obrerismo romántico actuando en el imaginario de aquel liderato que, desde mi punto de vista, los convirtió en una experiencia única en su tiempo. El Partido de la Independencia realizó una campaña intensa en los años 1912 y 1913, momentos de crisis en la Industria Azucarera por motivo de la discusión de la posible aplicación de la Ley Underwood en el país. Pero la muerte de Matienzo Cintrón (1913), aceleró la disolución de la organización, elemento que dejó el campo abierto para la difusión de Independentismo Hispanófilo encabezado por la figura de De Diego y el Partido Unión. La reacción agresiva de De Diego puede ser documentada en la prensa de la época. Los debates entre aquellas figuras demuestran varias cosas. Primero, la capacidad de debate de la clase política puertorriqueña por aquel entonces. Segundo, la agresividad con que defendían sus posturas recurriendo, en ocasiones, a ataques a la persona, a la caricatura volteriana y al insulto. Tercero, la incapacidad de Independentismo para reconocer los elementos comunes que poseían los dos extremos. Curiosamente, la reducción maniquea del debate a una disputa entre un espiritista y un ultracatólico, concentró el choque de ideas en momentos particulares.
Posted on: Thu, 18 Jul 2013 01:08:24 +0000

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