Pero, en los capítulos 11 al 21, ¡algo sale trágicamente mal! - TopicsExpress



          

Pero, en los capítulos 11 al 21, ¡algo sale trágicamente mal! Esta tragedia ocupa la gran sección central de Números. He aquí la descripción de una rebelión y una desobediencia deliberada contra Dios. Note cómo comienza esta rebelión: con murmuración y quejas. Cuando usted perciba que está comenzando a quejarse de las circunstancias que lo rodean, considere esto: Usted está al borde de la rebelión, porque siempre comienza así. Tres niveles de queja marcan esta parte de la travesía por el desierto: Primero, el pueblo se quejó contra las circunstancias que lo rodeban. Dios le había dado maná y codornices para comer, y agua para beber, pero el pueblo se quejaba del maná y de la falta de agua. Se quejaba de la carne. Se quejaba del desierto. Nada estaba bien, ni siqueira la provisión milagrosa de Dios para sus necesidades. ¿Qué cree usted que el maná simboliza para nosotros hoy? ¡Tipifica el Espíritu Santo! El maná sabía a una delgada galleta hecha de una mezcla de aceite y miel. Tanto el aceite como la miel son símbolos del Espíritu Santo. El pueblo debía comer esta sustancia, la cual sería suficiente para sostenerlo. Pero no bastaba para satisfacerlo, porque nunca fue la intención de Dios que el pueblo viviera tanto tiempo en el desirto. Él quería que avanzara hacía la tierra de Canaán y comenzará a comer de la abundante comida que había allí. Pero el pueblo se cansó del maná. Después de todo, ¿quién no se habría cansado después de 40 años de galletas hechas de aceite y miel para el desayuno, el almuerzo y la cena? ¡Todos los días, nada más que maná, maná y maná! Primero, el pueblo se quejo; finalmente, se rebeló. ¿De quién fue la culpa de que el pueblo se rebelará? ¡No fue de Dios su plan era que poseyera una tierra de abundancia e infinita variedad, pero eligieron darle la espalda a la satisfacción y vagar en un árido desierto sin nada más que maná para comer. Cuando el pueblo se quejo de la falta de carne, Dios se la dio por un mes hasta que se cansaron. ¡Entonces, la gente se quejó de que había demaciada carne! Y así seguía y seguía. Dios proveía, el pueblo se quejaba; Dios proveía más, el pueblo se quejaba más. En su murmuración, el único tema que se mencionaba una y otra vez era Egipto, ¡la tierra de la esclavitud! He aquí una ilustración simbólica de una experiencia cristiana degenerativa. Lo único que los israelitas podían pensar era en la carne, los melones, los pepinos, las cebollas y los ajos de Egipto. Eso sí que es tener memoria selectiva! ¿Acaso no se acordaban del trabajo duro y agotador, del látigo del capataz y de las cadenas de esclavitud? ¿Y qué podríamos decir de la tierra a la cual Dios los estaba llamando? No tenían ni idea de cómo era Canaán porque no conocían esa tierra. Habían oído acerca de ella, pero no lo habían experimentado. ¡A DIOS SEA LA GLORIA! By Isaías 41:9-10
Posted on: Fri, 25 Oct 2013 12:58:33 +0000

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