Sufrió persecuciones Otro dolor de todo el que toma en serio un compromiso por sus hermanos es el de la persecución. Jesús la sufrió en todas sus formas: calumnias, control policial, prisión, torturas y muerte violenta. Las calumnias que sufrió fueron graves y especialmente dolorosas para su corazón. A él, que es la Verdad, se le acusó de mentiroso (Mt 27,63), embaucador del pueblo (Jn 7,47). Al Santo se le acusó de gran pecador (Jn 9,24), de blasfemo (Jn 10,33), que hacía prodigios por arte diabólica (Lc 11,15). Lo tomaron por loco (Jn 10,20; Lc 23,11). Dijeron de él que era un samaritano (Jn 8,48), o sea, un enemigo político y religioso de su pueblo. Y así pudo ir viendo con dolor cómo la gente se dividía y se apartaba de él (Jn 7,12-13; 10,20-21). Sintió la tensión sicológica de sentirse vigilado y buscado para tomarle preso (Jn 7,30-32. 44-46; 10,39; 11,57). A veces tuvo que esconderse o irse lejos (Jn 12,36). Él sabía muy bien que si continuaba su entrega desinteresada a los demás con la claridad y sinceridad que lo hacía, su vida acabaría violentamente. Así lo declaró varias veces (Mt 16,21; 17,12; 17,22-23; 20,17-19). Les digo que tiene que cumplirse en mi persona lo que dice la Escritura: Lo tratarán como a un delincuente. Todo lo que se refiere a mi llega a su fin. (Lc 22,37)
Posted on: Fri, 02 Aug 2013 11:08:04 +0000
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