Todo es relativo Luis Fernando Ojeda Gadda 240 años, ¿es corto, - TopicsExpress



          

Todo es relativo Luis Fernando Ojeda Gadda 240 años, ¿es corto, más o menos o extenso? ¿Con qué parámetros comparar para respondernos? Haciendo un ejercicio y contradiciendo la regla del dicho, que reza “todo extremo es peligroso”; utilizando la historia como primer extremo, 240 años es demasiado ínfimo; pero utilizado o comparado con el avance tecnológico para el ex-tremo opuesto, es extremadamente prolongado. ¿A qué viene la premisa? Al sentir de un simple mortal y “ciudadano” del siglo XXI, originario habitante de la ciudad a la que un “digno” representante de la dictadura “stronista” y delator confeso bendijera con el pomposo nombre de “La Perla del Norte”. Y ese sentir quisiera compartir, antes de partir, sin comedir mi decir, el percibir que tengo de mi ciudad, la 2,4 veces centenaria. De "Don Miguel" a CORPOSANA a ESSAP En mi niñez, el problema del agua se circunscribía a una “pipa” de agua. La tarea sencilla para mis padres, pero complicadísima para mi infantil mente y acción corporal consecuente, consistía en “pescar” so pena de recibir un castigo de mi exi-gente madre, al aguatero “Don Miguel”, que mucho tiempo más tarde, me enteraría llevaba por apellido Fernández y viviera a escasas 2 cuadras de mi casa, fue el pro-veedor preferido por mis progenitores, por poseer la “mejor pipa”, hombre de baja estatura, pero recio y enérgico, se encargaba de recolectar el agua de la antigua playa Itá-San Antonio y hacer llegar a los distintos domicilios que lo elegían como proveedor de tan vital líquido. De un “carro” tirado por 2 o 3 caballos y un recipiente al tope con el producto a comercializar; “Don Miguel”, hacía el “redondo” desde el Río Paraguay hasta los respectivos domicilios de sus clientes de la “Gran Ciudad”, cobrando equis guaraníes por pipa. Para descargar el líquido, utilizaba 2 baldes de 20 litros cada uno, utilizando ambos brazos y manos para trasegar del vehículo transportador a los tambores domiciliarios, donde cada descarga representaba 40 litros en el tambor domiciliario, cantidad de menos e igual en la pipa-transportadora. Todo este sistema, implica tácitamente aceptar la inexistencia de baños modernos o sistema de cañerías de distribución de agua dentro del domicilio. Mi madre, Profesora Normal de tres turnos, se encargaba –no sé en que tiempo- de hervir el agua a ser consumida por la extensa familia compuesta de ocho miembros, el baño en verano era más directo, consistía en llevar el agua del tambor al baño, en el baño la palangana cumplía el papel de la tina; en invierno necesariamente se tenía que calentar el agua en “grandes recipientes” en braseros a carbón vegetal para poder tomar un baño “como la gente”. Y luego con “el progreso”… apareció CORPOSANA, empresa estatal que se encargó de distribuir el agua del Río Paraguay, hizo el papel de “Don Miguel”, pero con lo novedoso se cubrió el “efecto colateral”, no sé a qué se habrá dedicado “Don Miguel” al quedarse sin trabajo, pero les juro que la potencia con la que el agua salía de cualquier grifo abierto dentro de la casa, opacaba cualquier inquietud social referente al desempleo al que condenó a los aguateros la tal CORPOSANA. Y fue creciendo mi “joven-vieja” ciudad, el Estado, ente creado por los griegos hace más de dos mil años, también fue “creciendo” en Paraguay, Mi País, Mi Orgullo… (na’ape), tomando como norte un solo objetivo, “joderte” las 24 horas del día más las de la noche (al decir de Mario Abdo, padre espiritual de la juventud paraguaya y por ende del personaje citado en el primer párrafo). El servicio no gratuito, vino desde su implementación descendiendo en calidad, pero el Estado lejos de revertir esta situación, a través de un “cuerpo corporativo”, sin ningún ánimo de evitar el sentido peyorativo del concepto, aplicó dos medidas ultrajantes al ciudadano común en relación a su empresa CORPOSANA; 1ª) Recargo del 50% del consumo normal del agua, para mantenimiento del sistema de alcantarillado sanitario, un sistema que ellos mismos construyeron y que sabían perfectamente que no iba a sobrepasar los 15 años de vida útil (hoy totalmente obsoleto y prácticamente en ruinas); y 2ª) se convierte en una sociedad anónima (ESSAP S.A.) con lo cual se evita cualquier intromisión de los ineficientes organismos de control estatal sostenido por ellos mismos, es decir, el propio Estado jodedor del hombre libre –parafraseando y modificando la consigna de un partido político que retorna hoy al poder. ¿Y dónde está el problema? Que en pleno 2013, año en que mi ciudad cumple 240 años de fundación, en mi domicilio con tres baños modernos (uno en planta baja y dos en planta alta) no puedo utilizar ningún baño de la planta alta, y en el baño de la planta baja, tenemos que formar fila entre los integrantes de mi familia al tratar de realizar el aseo diario, amén de castigar mi audición en cada instante con el grito es-tridente de ¿quién usa el aguaaaaa? Pareciera algo baladí, pero es uno de los tantos problemas a los que me tengo que enfrentar diariamente y donde existe un denomi-nador común: siempre el causante del problema que aparece es el “Estado Paragua-yo”! Por citar otros, Municipalidad de Concepción, ANDE, I.N.C., SENACSA, COPACO, Ministerio de Educación y Cultura, Ministerio de Salud Pública y Bienestar Social, Po-licía Nacional, Registro Civil, I.P.S. (verdadera contradicción, donde el dinero es apor-tado por obreros y patrones, pero este dinero es manejado por el Estado). ¿A quién denunciar?, pues los de ESSAP sostienen que la empresa es en parte mía, por lo cual, si denuncio a esa institución me estaré denunciando a mi mismo. ¿Cuál es la solución? Hoy día según los de ESSAP es la limosna japonesa (construcción de la nueva planta), pues sin ella, quizá sería mejor retornar a “Don Miguel”, pero no me pidan a mi solución alguna, soy solo un “padeciente” y paciente consumidor del H2O y otros elementos “colifórmicos essápicos” y lo único que me descoloca es una pregunta: ¿para qué queremos Estado? Suficientes problemas tengo con “InforConf” y mis acreedores. Medida utilizada en la comercialización del agua en la década de 1960, consistente en un tambor de metal o bordaleza de madera, más bien un tonel de 200 litros; de ahí derivaban los ¾, ½ o ¼ de pipa.
Posted on: Thu, 20 Jun 2013 20:25:35 +0000

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