Tristes realidades - Cuento: Con la cabeza gacha... Por lo que - TopicsExpress



          

Tristes realidades - Cuento: Con la cabeza gacha... Por lo que cuentan, en esa casa los días transcurrían oscuros. La mirada de él, dura y fría, no le dejaba a ella un solo instante de sosiego. Dicen que era una mirada sedienta de hostigamiento. De ira. De agresión. Ella no soportaba la presión por eso había aprendido a mantener la cabeza baja, la voz suave, y los gestos controlados. Todo estaba medido. Pesado y vuelto a medir. Sus tareas giraban en torno a complacerlo. Su vida consistía en complacerlo. La comida caliente en el horario justo. La ropa prolijamente planchada. Y por sobretodo… por sobretodo ella, felizmente presta. Lista para él. Sonriente, para cuando él quisiera que sonriera. Callada, para cuando él necesitara silencio. Tierna, para cuando él necesitara amor. Sí. Los que la conocieron dicen que rara vez hablaba. Que cuando salía a la calle usaba lentes negros y la ropa, lo suficientemente suelta para ocultar los rastros de su dolor. Era una hermosa mujer que escondía su belleza. Sabía que no debía ser amable ni sonreír porque eso equivalía a provocar. A ver si todavía alguien la elogiaba… Para él, ella era la causante de todo. Y cuando lloraba… cuando lloraba lo colmaba la ira y apenas si podía pensar que ella no lo comprendía. Los que la conocieron dicen que ella no soportaba mas vivir así. Que ese día preparó la mejor cena y también un sabroso postre y que luego, haciendo uso de sus mejores artes, conversó con él sobre aquellos temas que a él le interesaba oír. Cuando el vino empezaba a adormilar los ánimos y los sueños parecieron compartidos, le dio la mejor noche de amor que jamás tuvo. Dicen que apoyada en su pecho permaneció inmóvil hasta que la respiración de él se hizo pesada y sonora; y que cuando se volvió a mirarlo, en sus labios se dibujaba la sonrisa que ya no recordaba que alguna vez había visto en su rostro. Entonces, giró lentamente hacia el borde de la cama. Se incorporó, y desnuda como estaba, echó su tapado sobre sí. Lo cerró prolijamente, como sólo ella sabía hacerlo. Se puso sus zapatos bajos. Tomó su cartera. Y simplemente se fue.
Posted on: Wed, 14 Aug 2013 00:25:59 +0000

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