Visión de la beata Ana Catalina Emmerick sobre la vida de la - TopicsExpress



          

Visión de la beata Ana Catalina Emmerick sobre la vida de la Virgen de Santa Ùrsula. Úrsula y sus compañeras fueron masacradas por los Hunos en el año 450, a una hora de distancia cerca de la ciudad de Colonia. Otras compañeras lo fueron en otros lugares más distantes. Úrsula había sido suscitada por Dios para preservar de la seducción y de los ultrajes de las vírgenes y viudas de su tiempo y guiarlas a la celeste esfera de los mártires coronados. Cumplió su misión con maravillosa fuerza y empeño. Se le había dado por guía especial al arcángel Rafael, y el manifestó la misión que se le había confiado. La misericordia de Dios no quería que en aquella época de destrucción, tantas vírgenes y viudas que caían indefensas en manos de los barbaros, a causa de sangrientas guerras, fuesen infelices presas de total ruina espiritual: por eso debieron antes morir como inocentes vírgenes que caer en pecado y perderse eternamente. Úrsula era muy dedicada y rápida en sus movimientos; de estatura alta y robusta complexión; su aspecto no era hermoso pero severo, y sus maneras varoniles. Cuando sufrió el martirio tenía 33 años de edad. La he visto siendo niña en la casa de su padre Deonoto y de su madre Geruma en una ciudad de Inglaterra. La casa estaba situada en una calle larga; tenía escalones delante de la puerta y en la calle una puerta de hierro con botones amarillos: era semejante a la casa de Benito, en Italia, que también tenía rejas y canceles de bronce. Úrsula tenía diez compañeras de juego que se reunían con ella todos los días antes y después de medio día para correr en desafío divididas en dos escuadras, dentro de un recinto rodeados de muros: a veces luchaban al parecer apretándose las manos o lanzando a distancia picas o lanzas. No todas las jóvenes eran cristianas; pero Úrsula y sus padres ya lo eran. Úrsula era tenía como guía de sus compañeras y todo lo que hacía con ellas era por sugestión de su ángel Custodio. Los padres consideraban todo esto con alegría. En aquella época Maximiano dominaba la isla de Inglaterra como jefe; era pagano y no se ahora si era marido de Otilia, hermana mayor de Úrsula, pero sé que Otilia estaba casada, mientras Úrsula se había consagrado al Señor. Vi que un poderoso guerrero y noble señor se llego al padre de Úrsula, porque había oído hablar de sus ejercicios, y quería presenciarlos. El padre quedo contrariado intento todas las formas de evitar el encuentro. He visto en aquel hombre, a quien el padre de Úrsula no osaba contrariar, se adelanto para presenciar la destreza de las jóvenes, y como quedo admirado de las habilidades y de la presencia de Úrsula, la ansiaba por esposa. Sus compañeras debían ser esposas de sus gentes de armas y de sus oficiales y debían habitar más allá de los mares en tierras aun muy despobladas. Pensé en Bonaparte (Napoleón) que así daba jóvenes por esposas a sus oficiales. He visto la gran turbación del padre y del espanto de la hija, cuando supieron la irrecusable propuesta del noble guerrero. Úrsula fue de noche al lugar donde practicaba ejercicios, allí clamo, en fervorosa oración, al Señor. Se le apareció el Arcángel Rafael y la con solo diciendo que había de exigir para cada una de aquellas vírgenes otras tantas compañeras y pedir un plazo de tres años para ejercitarse en ciertas naves en toda clase de maniobras de agilidad y de lucha. Por lo demás debía tener confianza en el Señor, que la ayudaría a mantener intacto el voto de virginidad. Le dijo también que debía convertir durante esos tres años a todas sus compañeras a la fe cristiana, prometiéndole de parte de Dios su protección. He visto que Úrsula dijo todas estas cosas a su padre, el cual se las comunico al pretendiente, que consintió en la propuesta. Úrsula y sus diez compañeras obtuvieron entonces a otras diez jóvenes como asociadas y las primeras debían ser las guías de las recién agregadas. El padre les hizo armar cinco pequeñas naves y sobre cada una de ellas había veinte niños con algunos marineros que los instruían en el manejo y adiestramiento sobre cubierta. Practicaba toda suerte de ejercicios sobre sus naves, primeramente en el rio, luego en la orilla del mar y finalmente en el mar. Ellas guiaban las naves, se perseguían, se separaban, se pasaban de una nave a otra y haciendo ejercicios semejantes. He visto que mucha gente acudía a ver el espectáculo de tales destrezas; el padre y pretendiente miraban desde la orilla y éste especialmente se mostraba orgulloso pensando en que tendría con el tiempo por esposa a una mujer tan resuelta y tan digna por su valor de guerrero como él. Después he visto que aquellas jóvenes continuaron sus ejercicios solas y sin ningún hombre que las ayudase. Sólo había quedado Bertrando, el confesor, con otros dos eclesiásticos. Durante este tiempo Úrsula había convertido ya a casi todas sus compañeras, que fueron bautizadas por los sacerdotes; he visto que su confianza en Dios y su firmeza se había aumentado esperando que el Señor realizaría las promesas hechas. Había ahí hasta niñas de doce años en las naves que se habían hecho bautizar. Otras veces las veía bajar a tierra y proseguir con sus ejercicios de marinería. Todo esto lo hacían mezclando preces, oraciones y cantos, con valor y entera libertad. La gravedad y el valor de Úrsula eran sorprendentes. Las jóvenes estaban con vestiduras que llegaban hasta las rodillas. Calzaban sandalias, tenían el pecho defendido y estaban cubiertas con vestidos ajustados, pero muy esbeltos. Tenían en parte los cabellos sueltos y entrelazados sobre la cabeza; otras llevaban en la cabeza pañuelos que terminaban sobre los hombros. En sus juegos de lucha usaban astas livianas, sin punta. He visto que cuando iban terminando los tres años de plazo aquellas jóvenes eran de un solo corazón y de una sola alma. Cuando después estuvieron a punto de ponerse en viaje para ir a las tierras donde debían ser esposas de los guerreros, y se despidieron de sus padres, Úrsula estaba en oración. Entonces se le puso delante una figura luminosa, la cual le dijo que debía confiar plenamente en Dios; que el Señor había determinado que murieran todas mártires, como vírgenes puras y esposas suyas: que debía difundir la fe de Cristo por todas partes donde la guiase el Señor y que por su medio muchas otras vírgenes se verían libres de ser deshonradas por los paganos y llegarían como mártires al cielo. El Ángel le dijo que ella, con una parte de sus compañeras, debía llegar a Roma. Confió todas estas cosas a las otras diez vírgenes que con ella capitaneaban a las demás y quedaron muy consoladas. Pero vi también que muchas otras vírgenes se mostraban desanimadas y se quejaban contra Úrsula, alegando que como podían ser esposas de Jesucristo siendo que iban a ser entregadas para esposas terrenas. Ella paso por todas las naves y les hablo del sacrificio de Abraham y de su hijo Isaac, y como Dios intervino maravillosamente en ese sacrificio: también Dios iba a intervenir para que pudieran ofrecer una víctima pura y perfecta. Les dijo que las que no se sentían animosas dejaran las naves; pero todas se sintieron fuertes y permanecieron fieles. Cuando zarparon de las costas en Inglaterra, creyeron que iban a las tierras de sus futuros maridos, he aquí que una tempestad separo las naves de las jóvenes de las que las acompañaban y las llevo hacia las costas de Holanda. No fue posible usar remos ni velas y cuando se acercaron a las costas el mar se levanto en olas muy peligrosas. Cuando llegaron a tierra por primera vez se vieron rodeadas por un pueblo grosero y salvaje, que se apodero de ellas. Úrsula se adelanto a ellos, animosa, y pudieron volver a las naves, después que les hablo con energía. Cuando dejando el mar empezaron a remontar el río Rin, se encontraron una ciudad donde sufrieron angustias y agravios. Úrsula hablo en nombre de todas y respondió por todas. Como algunos más osados tentaran poner las manos sobre ellas, éstas dispusieron valerosamente a la defensa y obtuvieron protección del cielo. Vi que sus opresores quedaron paralizados y nada hicieron en su daño. En el resto del viaje se les asociaron muchas otras vírgenes y viudas con sus hijos. Antes que hubiesen llegado a Colonia fueron muchas veces detenidas e interrogadas por grupos de observadores de pueblos feroces que habitan en aquellas orillas: con amenazas les preguntaban a donde iban y que querían. Era siempre v la que respondía por todas y exhortaba luego a las compañeras a remar y proseguir el viaje con nuevo ardor. De este modo, incólumes y sin ofensa llegaron a Colonia. Había aquí una pequeña comunidad cristiana con Iglesia. Donde se detuvieron por algún tiempo, y las viudas y jóvenes que se les habían agregado quedaron ahí permanentemente. Úrsula las exhorto a todas a sufrir más bien el martirio como vírgenes y matronas cristianas, que tolerar la violencia de los barbaros paganos. Las que quedaron se esparcieron por el país y permanecieron fieles a los sentimientos y a las exhortaciones de Úrsula. Ella navego con cinco naves hacia Basilea, donde muchas de sus compañeras quedaron con las naves y ella con cuarenta personas, entre las cuales iban algunos sacerdotes y guías, se encamino a Roma. Iban como peregrinos en procesión atravesando lugares desiertos y ásperas montañas. Rezaban y cantaban salmos, y donde acampaban Úrsula les hablaba de las castas nupcias con Jesús y de la pura muerte de las vírgenes cristianas. Por todas partes encontraban gente que se asociaban por algún tiempo a ellas, y luego se separaban. En Roma visitaron los lugares de martirios y las tumbas de los mártires. A causa de los vestidos más bien cortos y de los modos más bien libres a que se habían acostumbrado a sus años de ejercicios, fueron advertidas, y desde entonces se cubrieron con vestidos y mantos más largos. El Papa León el Magno quiso ver a Úrsula; la examino, interrogándola sobre varias cosas. Ella le confesó su secreto de misión y le manifestó sus visiones y con mucha humildad y obediencia las exhortaciones del Papa. El Pontífice le dio, con su bendición muchas reliquias de Santos. En el viaje de retorno se unieron a Úrsula el Obispo Ciriaco, un sacerdote de Egipto de nombre Pedro, un sacerdote de la ciudad nativa de San Agustín, nieto de aquel hombre que dono al Santo los terrenos donde fundó monasterios, dotándolos de algunas rentas. Estos eclesiásticos acompañaron a Úrsula y a sus vírgenes principalmente por motivo de las preciosas reliquias que llevaban. Úrsula llevo a Colonia un fragmento de hueso de San Pedro, el cual es reconocido aún por tal, aunque se ignora el origen del mismo. Asimismo llevo reliquias de San Pablo; cabellos de San Juan evangelista y un fragmento de la vestidura que lo cubría cuando fue metido en la caldera de aceite hirviente. Cuando llegaron a Basilea fueron tantos y tantos los que se le unieron que navegaban en once barcos hacia Colonia. Los Hunos se habían apoderado por entonces de la ciudad de Colonia y todo estaba en la mayor confusión y desorden.- Mientras estaba aún lejos de Colonia, el Arcángel Rafael apareció de nuevo a Úrsula y le anuncio la próxima corona del martirio y la instruyo en todo lo que debía hacer; le dijo entre otras cosas, que se resistiera hasta en tanto todas las compañeras fueran bautizadas y convenientemente dispuestas. Úrsula comunico esta visión a sus compañeras más dedicadas y fieles, y todas se dirigieron pidiendo auxilio al Señor. Estando ya a poca distancia de Colonia, fueron recibidas por gritos salvajes por tropas de Hunos que lanzaban flechas sobre las naves. Remaron navegando rápidamente más allá de la ciudad, y no hubieran bajado a tierra a no haber dejado allí a muchas de sus compañeras. A una hora de distancia de Colonia se reunieron en una pequeña llanura entre matorrales y formaron una especie de campamento. He visto que allí muchas de las que habían quedado y otras mujeres se unieron a ellas. Úrsula y los sacerdotes instruíanlas divididas en grupos y las preparaban a la lucha por la fe. He visto a los Hunos acercarse y a sus jefes tratar con Úrsula pretendían a la fuerza escogerse a algunas jóvenes y dividírselas entre ellos las heroicas jóvenes se reunieron y se defendieron; con ellas se habían reunido también muchos habitantes de la ciudad y de los contornos oprimidos por los invasores. Otros que se habían hecho amigos de las vírgenes que habían quedado en el primer viaje de Úrsula, determinaron proteger aquella colonia de jóvenes, y comenzaron a luchar y a defenderse con astas y palos y con toda clase de armas que encontraban a mano. Esta resistencia le había sido ordenada por el Ángel a Úrsula para ganar tiempo y preparar a todas las compañeras al martirio. Durante la lucha por la resistencia he visto a Úrsula correr por las escuadras dispuestas más atrás, hablar y orar con gran celo, mientras los sacerdotes bautizaban a las que no eran aún cristianas, ya que para esto se habían agregado muchas jóvenes y mujeres paganas. Cuando rodeado por todas partes, cesaron en la defensa y se prepararon al martirio, cantando alabanzas al Señor. Los enemigos comenzaron a herirlas con clavas y a traspasarlas con lanzas. He visto caer una fila entera de vírgenes traspasadas por los dardos de los Hunos, que las habían cercado; entre ellas había una de nombre Edit, de la cual posee una reliquia. Úrsula fue traspasada por una lanza. Entre los cuerpos que cubrían el campo de martirio, además de las vírgenes que habían venido de Inglaterra, había muchas mujeres y doncellas que de varias partes se habían juntado a ellas, como también sacerdotes venidos de Roma y otros hombres, y algunos de los enemigos. Muchas otras fueron masacradas a bordo de las mismas naves. Cordula no había ido con Úrsula a Roma, si no que había quedado en Colonia, donde gano a muchos a la fe cristiana. Durante la persecución se había mantenido oculta por temor. Luego se presento y se junto a las compañeras para ser martirizada. Los Hunos querían a toda costa retenerla a ella como a otras compañeras; pero hicieron tanta resistencia a sus pretensiones, que al fin las ataron las unas a las otras por el brazo y dispuestas en línea las traspasaron con flechas. Cantando alegremente, como si fueran a las bodas, sufrieron el martirio. Muchas otras se presentaron a los Hunos confesando su fe cristiana y fueron en diversos lugares masacradas. No mucho después, los Hunos se fueron de Colonia. Los cuerpos de los mártires fueron recogidos en el lugar del martirio, llevados cerca de Colonia y sepultados en un recito. Se hicieron vastas excavaciones, fueron murados muchos subterráneos y las sagradas reliquias, distribuidas ordenadamente, fueron conservadas piadosamente. Los barcos de estas jóvenes eran muy hermosos, muy ligeros, abiertos, con galerías entorno, guarnecidas con banderitas; tenían un mástil y un borde sobresaliente. Para remar las mujeres se sentaban en bancos que servían también para dormir. Nunca había visto barcos pequeños tan bien dispuestos. En la época en que Úrsula partió de Inglaterra, vivían en Francia los Santos Obispos Germano y Lupo. El primero visito a Santa Genoveva, que había llegado a los doce años de edad. Cuando Germano y Lupo fueron a Inglaterra para luchar contra las herejías, consolaron a los padres de Úrsula y de las otras vírgenes, que estaban afligidos por la ausencia de sus hijas. A los Hunos los he visto, en su mayor parte, con las piernas desnudas. Usaban anchos jubones con largas correas de cuero, que les cubrían la parte inferior del cuerpo y largos mantos que llevaban enrollados sobre las espaldas. (Alberto Gereon Stein, Párroco de Santa Úrsula, Colonia, recogió en su libro “Die Úrsula und Ihre Gesellschaft-Bachem (1879)“ todos los datos y pruebas sobre la Santa, llegando a las conclusiones siguientes: 1º Úrsula es hija de un Rey de Gran Bretaña y conductora de las compañeras; 2º El número de las Mártires es de once mil y eran de Gran Bretaña; 3º Fueron martirizadas por los Hunos que entonces devastaban la Germania, Galia e Italia.)
Posted on: Sun, 07 Jul 2013 17:49:37 +0000

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