- EL ERROR - PARTE 3/6 La gente se da cuenta de las cosas - TopicsExpress



          

- EL ERROR - PARTE 3/6 La gente se da cuenta de las cosas extrañas, sobre todo cuando estas involucran muertos. Y eso fue precisamente lo que ocurrió. El que los vagabundos y ebrios aparezcan muertos en la calle no es una novedad en las ciudades grandes. Pero que todos mueran con los mismos síntomas ya es otra cosa. Y eso fue lo que las personas que vivían en las cercanías al orfanato notaron. Los muertos aparecían con la piel morada, marcas de mordidas en el cuello y sin ninguna gota de sangre. Es entonces que aparece la superstición. Se busca los culpables, y en México este tipo de muertes tienen un culpable obvio en el folclore popular: la chupada de la bruja. Pero, fue cuando algunas personas comenzaron a asegurar ver a una niña de apariencia monstruosa prenderse del cuello de los desdichados y succionarles la sangre, que las cosas realmente se salieron de control. Sobre todo entre las personas de bajos recursos y, por lo tanto, bajo nivel educativo, quienes se sugestionan y buscan culpables sobrenaturales con más facilidad. Las personas, aterradas por lo que pasaba, recurrieron al párroco local; un sacerdote anciano y conservador, que aún asustaba a sus feligreses con cuentos de diablos y brujas que secuestraban niños y arruinaban los alimentos. —Está claro que hay una bruja entre nosotros —declaró el hombre, tras escuchar los testimonios de las personas—. Es nuestro deber cristiano hacer frente a la amenaza. Bien lo dice la Biblia: “No dejarás que la bruja viva”. Así pues, cumplamos las escrituras, hermanos y hermanas, busquemos a la bruja y démosle muerte. El clamor de los feligreses se dejó oír en la iglesia. Encontrarían a la “bruja” y la llevarían a la justicia divina. Tal como ocurriera siglos atrás, el fanatismo y la confusión los guiarían para cometer un grave error. Uno de los que estaban presentes en esa reunión, era don Jacinto, un anciano dueño de una frutería que solía llevar algo de fruta fresca para los niños cada fin de semana, y esa misma tarde pasó por el orfanato. —¡Es cierto, lo vi yo mismo! —decía muy convencido, mientras hablaba con la señorita Blanca. —¿Una bruja, eh? —respondió la mujer—. Mire, don Jacinto, yo lo respeto por lo que hace por estos pobres niños. Pero no puede esperar que crea en brujas en pleno siglo XX. No son más que cuentos. —¡Pero si el mismo padrecito lo confirmó! No hay duda, tanto muertito de los últimos días se debe a eso. En mi pueblo pasaba lo mismo cuando yo era chamaco. Se los chupó la bruja. Blanca suspiró con resignación. —Cuando era niña mi padre nos contaba lo mismo, pero yo tenía entendido que a las brujas sólo les interesaba la sangre de los bebés de cuna. Don Jacinto se quedó callado ante esto. Pero al poco volvió a insistir. —Bueno, puede ser, pero de que hay una bruja en las cercanías no hay duda. El padrecito ya la está buscando. —En lugar de buscar brujas debería de ocuparse de cuidar la iglesia. Se está cayendo a pedazos. Dicho eso, Blanca se dispuso a continuar con los suyo; pero al volverse se topó con Isabel quien al parecer había estado detrás de ella escuchando la conversación. —¿Qué haces aquí, pequeña? —Nada, yo sólo… —se interrumpió. Su mirada se fijó en don Jacinto, quien la veía como si se tratara del mismo demonio. Era una suerte que Blanca estuviera de espaldas al anciano. “Tú nunca me has visto”, las palabras de Isabel se grabaron en la mente del anciano, quien de inmediato puso una expresión de sorpresa en su rostro. —Isabel, vuelve a jugar con tus amigos. La niña asintió con la cabeza y volvió a la sala de juegos, donde la esperaba Karina. Su mente estaba ocupada en lo que había escuchado. Era momento de irse, algo que tenía que haber hecho antes de que las cosas llegaran hasta ese punto. En fin, había sido bueno mientras había durado. -_- Meel -_-
Posted on: Wed, 31 Jul 2013 15:08:32 +0000

Trending Topics



Recently Viewed Topics




© 2015