23 DE JUNIO DE 2013 El futuro del país depende de las personas - TopicsExpress



          

23 DE JUNIO DE 2013 El futuro del país depende de las personas que integren el nuevo gobierno Entre las varias causas que impidieron que nuestro país dé el gran salto hacia el mundo del desarrollo, una de las más determinantes fue la venalidad. La corrupción se instaló en el Paraguay de Stroessner, se convirtió en las horcas caudinas por debajo de las cuales debía pasar todo inversionista que pretendiera instalar aquí alguna empresa. Los ministros de Stroessner eran los agentes de vigilancia de cuanto negociado pudiera hacerse, de cuanta tajada pudiera sacarse de los inversionistas extranjeros. Los políticos venales tienen que ser expulsados para siempre del ámbito de la administración pública. El presidente electo, Horacio Cartes, conoce tan bien a estas personas como las conocemos todos. Deberá cuidarse mucho, poniendo máxima precaución en el momento de elegir su gabinete. Desde que, acabada la Segunda Guerra Mundial, en el mundo comenzó el proceso de globalización económica, y la apertura de fronteras y mercados permitió que los capitales productivos se esparcieran por Estados con visión política e inteligencia para recibirlos y aprovecharlos, nuestro país demostró su completa ineptitud para integrarse a esa ola de desarrollo y prosperidad que impulsó tan dinámicamente a muchísimos pueblos, que entonces eran atrasados, o subdesarrollados como nosotros, y que hoy constituyen potencias económicas, tecnológicas y culturales. ¿Por qué quedamos afuera del gran salto adelante del mundo en desarrollo? Entre varias causas, una de las más determinantes fue la venalidad. La corrupción se instaló en el Paraguay de Stroessner, se convirtió en las horcas caudinas por debajo de las cuales debía pasar todo inversionista que pretendiera instalar alguna empresa en el Paraguay. Los ministros de Stroessner titulares de las carteras de Hacienda, Obras Públicas, Industria y Comercio, eran los agentes de vigilancia de cuanto negociado pudiera hacerse, de cuanta tajada pudiera sacarse de los inversionistas extranjeros. Y si estos tenían por destino el ámbito rural, también pedían asiento en el festín de coimas, comisiones y participaciones accionarias los directivos del Instituto de Bienestar Rural, algunos jefes militares y los caudillos políticos de cada zona. Hasta los policías cobraban cuotas especiales de “protección” a los empresarios extranjeros. De tal modo que, el inversionista que creía que con pagarle el “peaje” al ministro de Industria y Comercio, por ejemplo, ya tenía expedito el camino, y se resignaba a dar este paso, se encontraba después con la larga fila de coimeros que aguardaban su turno. Los pocos empresarios que no huyeron despavoridos ante la vista de tanta degradación e inseguridad, los que quedaron pese a todo, tuvieron que pagar mucho, y por mucho tiempo, para lograr equilibrarse en medio de un sistema político que regía la economía de un modo perverso, inestable, peligroso e impredecible. Derrocado Stroessner e iniciado el período de transición democrática, en este aspecto las cosas no cambiaron nada en nuestro país. Los funcionarios coimeros continuaron oponiendo un obstáculo casi insuperable para la inversión extranjera, lo que redundaba en atraso, pobreza, ignorancia e inseguridad, males cuyos grandes efectos estamos sintiendo en carne propia, con toda violencia, recién ahora. Los cargos y puestos públicos que son la clave para el desarrollo del país, los de Hacienda, Obras Públicas, Industria y Comercio, ANDE, Petropar, IBR-Indert y algunos más, fueron puestos en manos de personas inmorales o ineptas, en la mayoría de los casos de personas con ambos defectos. Eran los “cuates” de los que presidían el Gobierno, sus recaudadores, sus contadores y financistas. A esta gente le debe reclamar el Paraguay sus cincuenta años de atraso, o quizás más. Estos políticos venales, individuos deshonestos, perversos e inescrupulosos, fueron los que, con su conducta codiciosa y antipatriótica, ahuyentaron a innumerables inversores extranjeros y desalentaron a capitalistas locales, desbarataron las mejores iniciativas de economía productiva, sepultando brillantes proyectos de desarrollo y mejoramiento de las condiciones socioeconómicas de nuestra población. Esta categoría de políticos paraguayos, traidores a su patria y a sus conciudadanos, pilares sustentadores del compacto sistema de corrupción que aún domina de una u otra forma en este país, tienen que ser expulsados para siempre del ámbito de la administración pública. Ojalá fueran juzgados, condenados y recluidos en la cárcel, para escarmiento propio y ejemplo público, pero como hasta ahora esto es políticamente imposible que ocurra, al menos que sean alejados de por vida de todo asunto en el que esté comprometido el interés general. El presidente electo, Horacio Cartes, conoce tan bien a estas personas como las conocemos todos. No podrá, por tanto, alegar que fue sorprendido por alguno de estos sinvergüenzas si es que lo incluye entre sus colaboradores. Deberá cuidarse mucho, poniendo la máxima precaución, en el momento de elegir a quienes van a integrar su gabinete, en particular en lo tocante a funciones que tienen que ver con la administración de los intereses económicos que comprometen el futuro del país. Su suerte política personal dependerá íntegramente de su acierto en esas elecciones.
Posted on: Sun, 23 Jun 2013 20:55:05 +0000

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