4 SUEÑO CON GPS (48ª 25´44´´ latitud norte – 22ª - TopicsExpress



          

4 SUEÑO CON GPS (48ª 25´44´´ latitud norte – 22ª 42´20´´ longitud este) - Todas las personas vestidas se parecen, pero cada una es travesti a su manera. - dijo el ruso, con el gorro encasquetado hasta los párpados. Levantó su brazo y con el dedo índice me señaló. La multitud bramaba y despotricaba contra todos y todo. Él me miró y yo lo vi a pesar de estar del otro lado del puente. El hielo del río se rompió paulatinamente con cada persona que caía, crujiendo con un ruido ensordecedor. Cuando las caídas se hicieron periódicas me colgué el morral y tomé por el sendero del norte. Cuando me hube alejado unos diez kilómetros aún oía el estruendo del hielo. Supuse que a ese ritmo los ciudadanos congelados en el Danubio (no conozco el nombre del río, pero qué otro merece tanta muerte y sobriedad) serían cuarenta y cinco o cincuenta y dos. Sin duda caminaba muy lento, debía acelerar el paso. Los valles se multiplicaban en el horizonte, podía adivinar a los pastores en los pliegues del paisaje. En las hondonadas veía la sangre burbujear. Pronto las plantas de mis pies fueron unas suelas callosas y sanguinolentas. Sólo deseaba llegar a un shopping para comprar hisopos. Mi ombligo lleno de pelusas me molestaba de una forma proverbial, sólo esos palillos de algodón suave calman tal padecer. Crucé las colinas de las trolas en bola. A pesar de mi deseo de quedarme allí, continué viaje y conste que como atracción complementaria ofrecían happy hours de granadina con soda y limón. Otra vez los caminos se bifurcaron, tomé por el que estaba señalado con un cartel que decía: HACIA NINGUNA PARTE. 967,34598089… KMS. - Quien por esta ruta se interne que abandone toda esperanza.- musitó un cabrito, que mascaba unas hierbas secas. En cambio otro, que las fumaba, me incitaba a proseguir. El calor de los montículos de hojas secas quemándose a la vera del camino, me gratificó. Cada partícula de aire que respiraba parecía reestablecer mi equilibrio, curándome de viejas heridas. La nada, de todo el universo, entró en bocanadas a mis pulmones. Atrás quedaron los valles y las miradas fértiles, verdes resplandecientes. La estepa se abrió filosa a mis pies. La tierra, llena de cicatrices, cubrió todas las direcciones. Una multitud de sombras humanas, en la cercanía, y con forma de puntos, en la letanía, manchaban mi vista. Se movían y a la vez permanecían anclados en sus sitios. Caminaban hacia ninguna parte. Caminaban hacia ellos mismos. Siete halos, siete colores, siete luces, siete abismos, crucé en forma alternada y el gusto en mi boca era cada vez más dulce. Me ofrecieron ser chofer de un camión, luego de una locomotora, de un auto, luego de un minibús y por último de una moto. No paré de reír, apenas pude conducir mis pasos. La mayoría de las veces eran ellos quienes me conducían a mí. No quise discutir, los fantasmas nunca entran en razón, de manera que decliné su ofrecimiento con ademanes por demás educados y elocuentes. Son admiradores del protocolo y a manera de compensación me llenaron de obsequios, que acepté por cortesía. A poco andar los fui dejando en el camino o trocando por algún refresco. Otros los obsequié a personas desdichadas. Me detuve frente a un kiosco de golosinas. Muy cerca del mostrador, a un brazo de distancia, arrojé un fósforo encendido, que pronto resbaló por los chocolates hasta los paquetes de pastillas, cubriendo de llamas la pared lateral. No tardó en extenderse el fuego. Los dulces ardieron en flamas de lenguas anaranjadas, azules, rojas y chispeantes, con una rapidez inusitada. Mi apariencia de harapiento cambió. Ya no tuve esas prendas desgreñadas y sucias; de tanto andar, todas ellas se habían destrozado. Ahora andaba desnudo. Sin embargo, a la vista de los demás, vestía en forma elegante. Según mis interlocutores mi ropa era de calidad y de diseño moderno. Quien me veía pasar elogiaba el corte de mis prendas o ratificaba mi buen gusto para vestir con pequeños movimientos oscilantes de sus cabezas. Estaba totalmente despojado. Estaba en bolas. Pero era inútil, nadie cree le a uno, cuando habla de sí mismo.
Posted on: Tue, 17 Sep 2013 01:08:37 +0000

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