AQUEL MUCHACHO… Con Marlon Brando ha muerto una animalada de cine. La apostura de Brando, instalaba en el músculo un raro componente de intelectualidad. Su fuerte carnalidad era fotogénica. Brando miraba fijamente al espectador desde aquella insondable profundidad, como si lo estuviera llamando tonto. Desde luego, sin el menor altruismo. El único prójimo era él. Había un desprecio infinito en la interpretación de Marlon Brando. Se entregaba fervorosamente, en la seducción de un público que quedaba apasionadamente humillado. Brando actuaba. Con toda el alma y todo el cuerpo. Pero como si lo hiciera para nadie. Para él solo existía la pantalla. Detrás de ella, nada que le interesara. Y la pantalla se interesaba por él. Detrás del mito destruido de Marlon Brando debía haber una calamidad de ser humano. Solo valía e importaba el actor, la actuación. El personaje, poco. El hombre, nada. Y todo esto, antes de que le diera por comer hasta convertirse en un saco de grasa. No era rebelde, con causa o sin ella. Era indiferente. Todo lo que no fuese la cámara, le tenía absolutamente sin cuidado. Ni él mismo se importaba. Nunca, tanto desprecio, enfervorizó tanto amor. Le importaba un ardite gustar. Ni él mismo se gustaba. Fue un Marilyn en macho. Cine en estado puro. Séptimo arte, al ciento por ciento.
Posted on: Wed, 07 Aug 2013 08:09:24 +0000