Amado, no imites lo malo, sino lo bueno. 3 Juan 11 La joven de 14 - TopicsExpress



          

Amado, no imites lo malo, sino lo bueno. 3 Juan 11 La joven de 14 años, regresaba del colegio y dejó sobre un sofá su mochila. Observando a su madre, sentada a la mesa de comedor conversando con un pariente y fumándose un cigarrillo, le dijo con un tono de desaprobación y decepción: -¡Mamá! ¡Otra vez fumando! A lo que su madre respondió bruscamente -Sí…, esto es lo único que me gusta, así que seguiré fumando el tiempo que yo quiera- Su hija, herida por la respuesta, decía con voz no muy alta, pero lo suficiente para ser escuchada… -¡Oh, mamá!, el día que yo fume, vamos a ver qué dice…-. La respuesta salió como una navaja, cortando dignidades y aplastando voluntades. -¿Qué?… Hágalo y verá lo que le pasa…, es que le rompo toda la boca si se atreve a hacerlo.- Este diálogo se presenta entre padres e hijos con más frecuencia de lo que imaginamos y ejemplifica una conducta llena de cinismo e hipocresía, que nos negamos a aceptar. Jesús dijo a sus seguidores, en relación con personas que actuaban así: “…los maestros de la ley y los fariseos tienen la responsabilidad de interpretar a Moisés. Así que ustedes deben obedecerlos y hacer todo lo que les digan. Pero no hagan lo que hacen ellos porque no practican lo que predican… ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas!” (Mt. 23: 2-3, 13) Un estudio, publicado hace algún tiempo por una organización de psicología, presentó un análisis del efecto que tenía sobre las personas algunas variables que intervienen en la comunicación. Lo que decimos tiene un 7% de influencia en la actitud de las personas; el tono en que decimos las cosas, afecta a las personas en un 38% y, finalmente, lo que las personas nos ven hacer tiene un impacto cercano al 50%. Es un hecho comprobado que predicar con el ejemplo tiene mayor capacidad de influir en las personas en una dirección específica. San Agustín decía: “Prediquen, prediquen, prediquen… y si es necesario, usen palabras”. Jesús vino a este mundo a darnos un ejemplo de santidad, de sacrificio, de fe y de amor: “… él, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres, y estando en la condición de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz…” (Fil. 2: 5-8). “... Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón y hallaréis reposo para vuestras almas...” (Mt. 11:29). Sólo en Cristo hallaremos una palabra que brota del ejemplo. Palabra fiel, y digna de ser recibida. Tu oración Señor, enséñame a vivir de tal modo que mis palabras y mi forma de proceder concuerden entre sí para ser ejemplo a otros de lo que tú haces en mi. Amén.
Posted on: Wed, 17 Jul 2013 07:39:48 +0000

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