Amaneció la jornada con características poco comunes, pero no tan diferente; a nadie se le ocurrió mirar hacia arriba, ni comentar nada…no había por qué, aparentemente. Las horas se sucedían como lo hacían en cualquier jornada; las rutinas no variaron y el sol describía su clásica parábola celestial. Una madre esperaba la salida de su hijo del colegio y los camiones de reparto dejaban sus cargas en los supermercados. Sin embargo, al atardecer algo “se rompió” en el orden diario de las cosas y los hechos .Una serie de acontecimientos comenzó a cambiar la mirada de la gente y a sus actitudes. Todos lentamente miraron hacia ariba. Una bandada de pájaros, atravesó el cielo y tapó el sol totalmente en el transcurso de su vuelo, con dirección a ninguna parte; los perros aullaron como lobos y los lobos gimieron como perros asustados; el último cóndor, se dejó caer en picada desde una cima; una ballena se dirigió con su cría en dirección hacia aguas de poca profundidad y un traficante de marfil, bajo el arma con la que apuntaba directamente a la cabeza de un elefante africano; las aguas del mar se dividieron y el corazón del Amazonas reverdeció. Por último, y esto fue seguido con suma curiosidad por los hombres de ciencia, las computadoras, que no habían dado cuenta de todos los cambios que se sucedían, comenzaron a titilar, como si sus redes todo sapientes y dominadoras de la totalidad de la actividad humana, dieran muestras de duda en su” infalible discurso perfectista”; incluso algunas llegaron a apagarse… Dios!!. Más tarde, la noche se apoderó de todo, absolutamente. Todo “desapareció”. Sin embargo no hubo gritos; nadie lloró amargamente, ni se oyeron lamentos ni golpes en el pecho o telas rasgándose; todo ocurrió, dejando la sensación de un hecho esperado pero no temido; más bien aceptado. Ahora, solo llegaría la paz, el equilibrio, el final. H.J.G.
Posted on: Tue, 23 Jul 2013 23:50:22 +0000
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