Amar a las mujeres, a todas las mujeres. Incluso a Ana que tiene como afición comer tierra y alfileres para que éstos le sostengan el corazón y funcionen como vudú los jueves a las diez de la mañana. Transitar en su abrazo rápidamente hasta llegar a la hora en la que el día se alarga como los atardeceres en Perales, mirando cómo los pescadores sacan los botes desde el mar, con una yunta de bueyes lentos, como el olvido que pende sobre el primer amor. Amar a Ana y sus desórdenes siniestros que incluyen esconder el café y dejar para beber este té deslavado. Amar a Ana y sus torres de platos guardados en equilibrio precario o amontonados como despojos de guerra en un rincón de la cocina. (De nuestra Varona, Carmen Andrea Mantilla)
Posted on: Thu, 03 Oct 2013 15:13:49 +0000
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