Amigos, un artículito a propósito de la "policialización" del - TopicsExpress



          

Amigos, un artículito a propósito de la "policialización" del TIPNIS y el libro escrito por A. García Linera al respecto. Otra vez el TIPNIS Con las nuevos descubrimientos de espionaje en relación al TIPNIS se corre el riesgo de policializar el asunto perdiendo de vista el tema de fondo que a estas alturas es complicado reconocerlo. Y es que medran alrededor del tema oportunistas de toda laya que, a nombre de salvar la vida del bosque, se reciclan políticamente. Aterran aún más aquellos que despreciaban la sola presencia de indígenas de tierras bajas (y medias y altas y medio bajas: indígenas al fin) y sin embargo hoy los aplauden por la sencilla razón de que se oponen al gobierno de Morales. Pero ahí está el problema: ¿en qué consiste esta lucha? Seguramente si fuese Goni quien se empecinase en abrir el camino, don Evo estaría comandando esta batalla por la Pachamama. Por tanto, ¿el TIPNIS es sólo una excelente excusa para colonizar nuevos espacios de poder? Seguro que sí. Y quizás ello resulte incluso legítimo mientras no se pierda de vista el meollo del problema. Pero, ¿cuál es el meollo? Volvemos a la pregunta aunque esta vez con una respuesta extensa provista por el Vicepresidente Álvaro García Linera en su libro Geopolítica de la Amazonía: el meollo es la lucha contra aquellos hilos del poder mundial que pretenden negar nuestra posibilidad de usar soberanamente nuestros recursos naturales. Abanderados por una nueva ideología: el “ambientalismo” buscan frenar el desarrollo nacional y, así, boicotear al “hermano Evo”. Y para lograrlo se valen de ONGs, hacendados, organizaciones de cooperación internacional y/o oligarquías intermediarias del Oriente, descontando las “ayudas” de los medios de comunicación privados, las autoridades de oposición además de “pequeños burgueses de la ciudad” sensibilizados con la idea del cambio climático y la necesidad de revertirlo. En esta versión no hay dudas: la lucha por el camino es en verdad una guerra contra el imperialismo y este frondoso bosque es sólo un renovado campo de batalla. Y esta batalla hay que ganarla. Y es por ello que la actitud del gobierno debe ser firme. No puede hacerle juego al capital internacional. Un capital que se vale de la legislación nacional creada a su imagen, de renovados discursos ideológicos de legitimación –el medio ambiente-, de una sociedad civil organizada -las ONG´s de supuesto tinte progresista- y hasta de la “defensa” de la multiculturalidad y los pueblos indígenas, para expandirse libremente. El silogismo es obvio: si el capital transnacional está detrás de todo lo que ocurre, y si las leyes, el medio ambiente, las organizaciones sociales y/o los grupos indígenas están de su lado, entonces sólo queda, en lenguaje militar garcialinerista, vencerlos. Eso es lo que queda detalladamente explicado en el documento mencionado. ¿Es verdad? Seguro que sí. Pero son sólo medias verdades. ¿Hay hacendados que quieren lucrar? Sí. ¿Hay ONGs que se oponen al gobierno? Sí. ¿Hay indígenas que quieren engrandecer su imagen a costa del hermano Evo? Sí. ¿Hay empresarios cruceños que temen la competencia que podría provenir del Beni? Sí. Pero para ser sinceros, estas respuestas afirmativas no dicen mucho. Son elementos propios de cualquier constelación de fuerzas. Ello, sin embargo, no debe de ninguna manera sacarnos de la vereda del camino. Y ese camino tiene que ver con el diseño capitalista que se va delineando, bifurcado en dos tipos ideales: o se preserva un capitalismo extractivista o se impulsa un cambio de matriz no sólo económica sino cultural, orientada a expandir un modelo de economía diferente. Y la supuesta lucha contra el Imperio que muestra este portavoz gubernamental, debe quedar archivada en nombre de una auténtica lucha por ese modelo. Y es que de una vez hay que decirlo: ¡Vicepresidente, la cosa no es invento imperial! El mundo corre peligro. Un peligro real, que esta teorización conspirativa del segundo mandatario, subestima. Estamos pues frente a un elegante panfleto que, a nombre de la lucha contra el imperio y sus corifeos locales, dice menos de lo que aparenta. Calla más de lo que dice. Pero, entonces ¿qué calla? No lo sabemos a ciencia cierta. Se tejen algunas hipótesis: aupar a una nueva oligarquía terrateniente cocalera; proteger a determinadas fracciones narcotraficantes; redituarse como burguesías burocráticas con los “favores” otorgados por la empresa adjudicataria y/o hundir a la oligarquía cruceña a tiempo de catapultar a su propia oligarquía beniana (aquí se aplicaría aquella frase de Roosevelt: “estos oligarcas benianos serán unos hijos de puta pero van a ser nuestros hijos de puta”). ¿Cuál es cierta? Podría ser cualquiera o podrían ser todas. Lo cierto es que no lo sabemos con exactitud en un terreno propenso al romanticismo ambientalista, el “oportunismo verde” o el militarismo oficialista. ¿Hay forma de aproximarnos a una respuesta menos sesgada? Quizás sí, y eso es lo que hay que buscar. Sólo así tendremos más argumentos para hacer frente a una serie de montajes publicitarios –como el libro citado- que ponen en riesgo el meollo comentado: la necesidad de apuntar el modelo de desarrollo boliviano hacia “algo” que no tenga que ver con este capitalismo extractivista. “Algo” que nos ofrezca una utopía en que creer.
Posted on: Mon, 29 Jul 2013 15:44:53 +0000

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