Anoche atendí una llamada de auxilio. Estaba en la cocina y escuché un maullido en mi escalera. Abrí la puerta y vi a un pobre gato rubio que pedía ayuda. Me acerqué con cuidado, un gato enfermo o herido puede hacerte daño... me arrodillé y lo acaricié, era todo huesos y pellejo, estaba sucio y olía muy mal. Subí a casa y le preparé un cuenco de leche con pan migado y trocitos de salchicha. Solo bebía ávidamente... Cuando terminó de beberse la leche le llené el cuenco otra vez, también le puse agua. Tardó tres cuartos de hora en dar cuenta de la leche y el pan, para las salchichas no tenía fuerzas. Cogí al pobre gato y lo hice entrar en el Colegio que hay enfrente de mi casa, allí no podrá ser atropellado. Cuando terminé de ayudarlo a tomar fuerzas me di cuenta de que todo el tiempo que lo estuve atendiendo no dejé de pensar que aquello era culpa de la crisis. Esta mañana vino otra vez a casa, me llamó igual que anoche. Al menos, ha desayunado y ya ha comido sólido. Le deseo suerte en sus seis últimas vidas.
Posted on: Sun, 07 Jul 2013 10:25:33 +0000
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