Biografía de Carlos H. Spurgeon Numero 12 ATENDIENDO A LOS - TopicsExpress



          

Biografía de Carlos H. Spurgeon Numero 12 ATENDIENDO A LOS HUERFANOS HABLANDO de nuestro biografiado y de uno de los aspectos de su gran obra filantrópica, ha dicho el Dr. Russell H. Conwell: "El Orfanatorio conectado con la obra del Tabernáculo Metropolitano, es una de aquellas instituciones que presentan de la manera más hermosa, uno de los rasgos más tiernos y amantes del carácter de Spurgeon. Su amor a los niños sólo fue excedido por el amor que los niños le tenían a él. Ese fue uno de los rasgos prominentes de su carácter, que le trajo una gran parte del éxito del comienzo de su ministerio. Los niños lo admiraban grandemente. El corazón de las madres y de los padres siempre siguió el amor de sus hijos, y efectivamente, el hombre que puede hacerse atractivo a las mentes puras y sencillas de los niños, será también, necesariamente, interesante y útil a las personas de mentes más maduras. La sencillez infantil de Spurgeon, que era un rasgo maravilloso de su noble vida, convencía a todos los que le conocieron o supieron de él, que era sincero. Y esto le ayudó mucho a ganarse los corazones, y le escudó contra los ataques de los que querían hacerle mal". En efecto, Spurgeon tenía aquella sencillez de vida y manera de ser, y aquel amor a los niños, que han sido características de todos los hombres verdaderamente grandes. Y todo esto era tan natural y espontáneo en él, que no podía ocultarse, ni ignorarse. Su simpatía y cariño para con los niños se pusieron de manifiesto desde el mismo comienzo de su vida cristiana, cuando allá, en Cambridge, no estando todavía preparado para hacer otra clase de obra, trabajaba entre los pequeños de la Escuela Dominical, para con los que ejercía una verdadera atracción. Y esa simpatía y cariño siguieron manifestándose siempre a través de toda su vida, sin que bastara a mermara, ni la enorme fama que disfrutaba, ni las múltiples e importantes obras en que se ocupaba. Al contrario, en muchas ocasiones, extenuado por el exceso de trabajo, y preocupado con grandes y difíciles problemas que tenía que resolver, iba al Orfanatorio para encontrar descanso físico y mental en la charla infantil, y en el sincero cariño que le tenían. Uno que le conoció bien, ha dicho por eso que Spurgeon en el Orfanatorio era como "un niño grande entre otros muchos niños pequeños". No obstante, Spurgeon nunca tuvo el deliberado propósito de fundar y sostener un asilo de niños. Eran muchas las cosas a que tenía que atender –cosas de grandísima importancia y responsabilidad– y no deseaba echarse otra carga sobre los hombros, ya demasiado recargados. Realmente, la creación de este asilo fue providencial. En el sentido más absoluto Dios fue el creador y sostenedor del Orfanatorio de Stockwell, y Spurgeon solamente su administrador. En el año 1806, hablando nuestro biografiado, de una manera incidental, de algunas cosas que constituían una necesidad imperiosa,, mencionó un Orfanatorio, haciendo énfasis en los millares de niños que en la misma Londres carecían de pan y de abrigo, y que probablemente vivían en un ambiente pernicioso y malsano. Esta nota fue leída por una asidua lectora de la revista, la Sra. J. Hillyar, que era viuda de un clérigo anglicano, y que recientemente se había unido, por medio del bautismo, a la Iglesia del Tabernáculo, según afirman muchos de sus biógrafos. Esta hermana, que poseía abundantes bienes de fortuna, se dio a meditar y orar acerca de esta nota del pastor, sintiendo pesar sobre su conciencia la responsabilidad en que estaba, como mayordomo del Señor, de emplear, por lo menos en parte, sus bienes en la obra de Dios. Después de meditarlo mucho, se determinó a escribir a Spurgeon, poniendo a su disposición la cantidad de 20,000 libras esterlinas (unos $100,000 aproximadamente) para la creación de un Orfanatorio, comprometiéndose a entregarle la cantidad íntegra al primer aviso. Uno de los aspectos más admirables de la vida de nuestro biografiado es, seguramente, la facilidad y prontitud con que siempre encontró corazones y manos abiertas para ayudarle en todas las obras en que emprendía. Sin embargo, hasta ahora nunca se le había ofrecido cantidad alguna que tuviese la importancia de ésta; y por ello, porque era esa una manifestación del favor con que el Señor le miraba, se sintió profundamente agradecido "al Padre de las luces, de quien procede toda dádiva y todo don perfecto". Pero, como hemos indicado anteriormente, Spurgeon tenía muchas cosas importantes a que atender, que reclamaban de él un trabajo persistente y un continuo desvelo, y no se consideraba en condiciones de echarse encima un nuevo compromiso y una responsabilidad nueva. Además, la creación e un Orfanatorio, era una empresa gigantesca, que por sí sola requería, toda la consagrada atención de un hombre no mediano, y grandes cantidades de dinero para su sostenimiento. En consecuencia, y como siempre había simpatizado con la magnifica labor que estaba efectuando Jorge Müller en su Orfanatorio de Bristol, sobre la cual Dios había derramado sus bendiciones más abundantes, escribió a la buena y munificiente Sra. Hillyar, declinando la aceptación de su ofrecimiento, y la responsabilidad que implicaba, y aconsejándole que hiciera esa donación al Sr. Müller, quien seguramente la emplearía de la mejor manera. Con esa carta creyó que quedaría terminado este asunto. Pero casi inmediatamente recibió una segunda carta de la ya mencionada Sra. Hillyar, en la que manifestaba que Dios había puesto en su corazón entregarle esa cantidad para el fin indicado, y que de no ser él el que se ocupara de la dirección de este asunto, esa cantidad permanecería en su caja. De esa manera Spurgeon se vio obligado a emprender la fundación del Orfanatorio, empresa a la cual había de entregar la mejor parte de su corazón, y que tanto había de contribuir a su mayor renombre, por la amante devoción con que la atendió y el enorme incremento que llegó a darle. En esas condiciones, no creyéndose autorizado a desalentar a esta noble cristiana, ni a perder esa hermosa oportunidad de hacer algo en beneficio de los huérfanos en el nombre del Señor, Spurgeon se determinó a poner manos en la obra, con toda la confianza en Dios y el entusiasmo con que acostumbraba a hacer todas sus obras. Al efecto, reunió a los diáconos de la Iglesia, para estudiar ampliamente el asunto y dar los primeros pasos al fin propuesto. En esa reunión se organizó un Comité, o Junta de Patronos, que eligió Presidente a nuestro biografiado, y se comenzó a trabajar en pro de la organización del Asilo. Fácilmente podemos imaginarnos todas las dificultades que fue necesario vencer, y los múltiples problemas que se le presentaron; pero este grupo de hombres de buena voluntad, a la cabeza del cual se encontraba el irreductible Spurgeon, no era de la madera de los que se abaten ante los primeros obstáculos, o se amilanan ante los contratiempos. Sintiendo que esos contratiempos y dificultades eran como a manera de poderosos acicates, siguieron adelante en sus nobles propósitos; y su primer paso fue adquirir un terreno en las cercanías del Tabernáculo Metropolitano, en el lugar conocido por Stockwell, en la barriada de Southwark, en el cual había capacidad suficiente para la serie de edificios que se proponían levantar. Porque nuestro biografiado deseaba seguir en el asilo para niños el mismo plan de edificación que se había seguido en el asilo de ancianas. Pero cuando se fue a proceder a levantar los varios edificios proyectados, se hizo preciso enfrentarse con una grande e inesperada dificultad: los cien mil pesos de la Sra. Hillyar, que habían sido entregados en acciones del Ferrocarril de Londres, tuvieron una enorme baja, lo que reducía la cantidad en gran manera. Habiendo sufrido una merma tan considerable, no era prudente tocar estos fondos; y como ellos eran los únicos con que se contaban por el momento, parecía que el sólo camino a seguir era desistir de la idea hasta tanto que esos valores no tuvieran un alza. Spurgeon, sin embargo, no podía someterse indiferente y tranquilamente a esta espera, ni permitir que lo que creía ser la obra de Dios fuese impedida por un simple azar de bolsa. Su grande fe, sus convicciones, su temperamento, todo en él, se rebelaba contra este estado de cosas. Y por eso, ante la dificultad surgida, se levantó su fe y su esperanza en Dios, con mayor potencia, si es que así podemos expresarnos. De ninguna manera podía permitirse que la proyectada obra de caridad cristiana, quedara estacionada por una razón tan marcadamente humana. Inmediatamente se reunió la Junta de Patronos, y a, sugestión de Spurgeon, acordó dejar los $100,000.00 como dotación o fondo de reserva del Orfanatorio, y proceder a buscar las cantidades necesarias para la fabricación de los edificios. Como primera providencia, se hicieron arreglos con una familia cristiana para que admitiera en su seno a cuatro niños, que hasta esos momentos era preciso recoger y abrigar; y al mismo tiempo Spurgeon, que creía en la casi omnipotencia de la oración, se entregó intensamente a ella, derramando su alma ante el altar de Dios, y consiguió que los miembros de su buena Iglesia se alistaran en un "bando de oración" a favor de este objeto específico. Y nuestro biografiado, que tenía grandes y hermosas experiencias del poder de la oración, por la manera abundante en que Dios siempre había contestado las suyas, tuvo una experiencia más, y no la menor precisamente, de todo lo que ella vale y significa, cuando es hecho con fe y con e1 fin de promover la mayor gloria de Dios. La prontitud y abundancia con que comenzaron a llegar las donaciones para el Orfanatorio, tan pronto como Spurgeon comenzó a anunciar la necesidad que de ellas había, es algo realmente asombroso. En el mes de junio siguiente a la recepción de los $100,000.00 de parte de la Sra. Hillyar, Spurgeon escribió: "El Señor está comenzando a mostrársenos en el asunto del Orfanatorio; pero hasta el presente él no ha abierto las ventanas del cielo como deseamos y esperamos que lo haga. Esperamos en oración y fe. Necesitamos, por lo menos, 10,000 libras ($50,000) para erigir los edificios, y esa cantidad vendrá; porque el Señor contestará las oraciones de fe". Y en julio siguiente (1867) apareció esta nota suya en su revista: "Hemos estado esperando en el Señor con fe y oración, en lo que se refiere al Orfanatorio; pero es su voluntad probarnos al presente. Como no buscamos otra cosa que la gloria de Dios, por medio de la instrucción de los huérfanos en el camino del Señor, teniendo como objetivo la salvación de sus almas, habíamos esperado que muchos de los que componen el pueblo del Señor, inmediatamente hubieran visto la utilidad y carácter práctico de esta empresa, y mandarían ayuda substanciosa enseguida. El camino del Señor, sin embargo, es el mejor, y en él nos regocijamos, sea el que fuere. Si este trabajo ha de ser efectuado con mucho tiempo y esfuerzos, que sea así, si de esa manera el nombre del Señor ha de ser magnificado. Hemos conseguido que una hermana reciba cuatro niños en su hogar, hasta que los edificios estén listos. Nuestra amada hermana, la donante original, ha entregado su plata para que sea vendida a este objeto, y al hacerlo así, ha dado un hermoso ejemplo a todos los creyentes que tienen sobra de plata, la que debía ser usada de mejor manera, que no tenerla bien envuelta, encerrada en una caja.". Y todavía el mes siguiente hace este anuncio: "Que estos hechos que relatamos este mes con profunda gratitud, fortalezcan la fe de los creyentes. En respuesta a nuestras oraciones fervientes, el Señor ha movido a su pueblo a enviar, durante el mes pasado, en diferentes cantidades para el Orfanatorio, la suma de 1,075 libras ($5,875), por lo que damos gracias al Señor. De una manera más especial vemos la graciosa mano de Dios en los siguientes incidentes: Una hermana (la Sra. Tyson), que a menudo nos ha ayudado en la obra del Colegio, habiendo podido celebrar el 25o. aniversario del día de su matrimonio, su amado esposo le obsequió con 500 libras ($2,500), como prueba de su creciente amor hacia ella. Nuestra hermana nos ha llamado, y dedicado las 500 libras a la edificación de una de las casas, para que se la llame ‘la Casa de las Bodas de Plata’. El Señor, sin embargo, tenía otra substanciosa donación preparada para alentarnos en nuestra obra; porque hace uno o dos días un hermano, creyente en el Señor, nos visitó para cierto asunto y al retirarse, en un sobre sellado, nos dejó la cantidad de (600 libras ($8,000), que ha de ser empleada en otra casa. Esta donación era tan inesperada como lo otra, aparte de que nuestra fe espera que todas nuestras necesidades serán suplidas por el Señor, a su manera. Al día siguiente, cuando estábamos predicando al aire libre, una hermana desconocida, puso en nuestras manos un sobre conteniendo 200 libras ($1,000) para el Colegio y 200 libras más para el Orfanatorio; ¡Cuánto ha hecho Dios!" Treinta días después, en la revista que publicaba nuestro biografiado, aparece la crónica de la colocación de la primera piedra de cuatro edificios, lo que se hizo en medio de la alegría que es de suponer: la primera piedra de la "Casa de las Bodas de Plata", colocada por C. G. Spurgeon; la de la "Casa de los Comerciantes", por la Sra. Hillyar; la de la "Casa de los Obreros", por el Sr. Guillermo Higges; y la de la "(Casa de la Unión", por el Sr. Tomás Olney, el decano de los diáconos de la iglesia del Tabernáculo. El Dr. Conwell, hablando de este gran acontecimiento, dice: "Celebraron la ocasión con una gran reunión y discursos públicos, en la que se contribuyeron $25,000.00. Muy pronto se recibieron $11,000.00 más, como consecuencia de la reunión pública, celebrada para la colocación de la primera piedra". Algún tiempo después, las Iglesias Bautistas de Inglaterra, obsequiaron a Spurgeon con $6,000.00, como testimonio de admiración y cariño, cantidad que luego fue aumentada a $8,000; pero nuestro biografiado, con aquel desprendimiento que 1e era característico, no quiso recibir este dinero para sí, y anunció que con mucho agradecimiento lo recibía para el Orfanatorio, y con él se edificaron las dos "Casas del Testimonio". La Escuela Dominical del Tabernáculo, en el día onomástico de Spurgeon, 19 de junio de 1868, colocó la primera piedra de dos nuevos edificios, pagando todo su costo muy en breve; y los estudiantes del Colegio de Pastores, unieron esfuerzos para levantar otro edificio. De esta manera., siguiendo el plan de edificación que se había ideado, todos los edificios del Orfanatorio dc Stockwell estuvieron terminados para fines de 1869, con un costo total de más de $51,000. En él ingresaron niños a centenares, convirtiéndolo en uno de los asilos de huérfanos de mayor importancia de Inglaterra, y quizá del mundo. Realmente parece imposible encontrar otra institución de su índole, de carácter particular, que haya revestido la importancia que revistió el Orfanatorio dc Stockwell, ni aun el cl de Jorge Muller en Bristol –ni por el número de huérfanos que recibió en su seno, ni por la magnífica preparación intelectual, moral y religiosa que se les daba. El Orfanatorio de Stockwell era de carácter interdenominacional, porque Spurgeon opinaba con rzón, que las diferencias sectarias no deben llegar hasta las cuestiones benevolentes, ya que la caridad debe hacerse a las personas que la necesiten, sin distingos de ningún género. Y esta característica del asilo habla mucho a favor de su fundador y director, que no obstante ser muy rígido en las cuestiones doctrinales – tan rígido que por ellas tuvo que librar más de una batalla – tuviera una tan grande amplitud de miras, y un concepto tan elevado y noble, de la caridad cristiana. En Stockwell no solamente se recibían los huérfanos de personas pertenecientes a las diversas denominaciones evangélicas, sino también a todas las clases sociales. "Esta institución está abierta a todas las clases de la comunidad", decía Spurgeon. "Ninguna sección de la sociedad tiene la preferencia. Al considerar las peticiones de huérfanos, el puesto que los padres ocupan en la vida, no tiene influencia para con el Comité". Para mayor abundamiento de lo que decimos, damos a continuación uno de los últimos informes rendidos acerca de los asilados: Resumen de Admisiones: Londres 717 Interior 358 Gales 17 Escocia 1 Irlanda 2 Isla de Wight 4 Total 1,099 Paternidad de los niños: Mecánicos 261 Empleados de comercio 171 Manufactureros y traficantes 161 Obreros, porteros y carretoneros 159 Ferreteros y oficinistas 117 Marineros y hombres de mar 38 Ministros y misioneros 33 Viajantes comerciales 21 Campesinos y floreros 21 Empleados de Ferrocarril 19 Cocheros 18 Maestros 17 Policías y aduaneros 13 Agentes comisionistas 11 Empleados de Correos 8 Médicos y dentistas 6 Periodistas 5 Soldados 2 Bomberos 1 Arquitectos 1 Caballeros 1 Total 1,099 Profesión religiosa de los padres: Iglesia de Inglaterra 429 Bautistas 264 Congregacionales 121 Wesleyanos 101 Presbiterianos 22 Católicos Romanos 8 Hermanos 4 Moravos 1 Cristianos de la Biblia 2 Sociedad de Amigos 1 No especificados 151 Total 1,099 Hasta el año 1879, en el Orfanatorio de Stockwell sólo se habían recibido varones; pero en este año se vio la injusticia de tal exclusivismo, porque si había muchos niños que tenían necesidad de una institución como ésta, también había muchas niñas, y en caso de haber preferencia, quizá, debió ser a favor de ellas, las que por su misma condición, estaban en mayor necesidad. Para Spurgeon y sus consejeros, se hizo perfectamente claro que el plan usado hasta el presente no era el más lógico y mejor, y determinaron variarlo, en el sentido de admitir niñas también. Pero, para hacer posible la recepción de las huerfanitas, se hacía precisa la fabricación de una nueva serie de edificios. Al efecto, se comenzó a hacer una campaña semejante a la que se había llevado a cabo trece años antes, a fin de obtener las cantidades necesarias para esos edificios; y Dios tocó el corazón de los suyos, para que con toda liberalidad contribuyeran al fin propuesto. Y así, un año después, es decir, en 1880, se dio comienzo a la fabricación. Nuestro biografiado dice a este respecto: El año 1880 será, memorable en la historia de esta institución, y señalamos con gratitud el hecho de que se colocaron las primeras piedras de cuatro de las casas del Orfanatorio de niñas el día 22 de junio, cuando se celebraba el cumpleaños del Presidente. Fue un gozo para todos los presentes el que la Sra. Spurgeon estuviera en condiciones de colocar la piedra conmemorativa de la "Casa del Serm6n", donación de C. H. Spurgeon y sus estimados editores, los Sres. Pasmore y Alabaster. La piedra conmemorativa de otra casa, donación del Sr. W. R. Rickett, llamada "The Limes" (Los Tilos), en tierno recuerdo de cinco hijos queridos, fue colocada por C. H. Spurgeon, que hizo una patética alusión al triste acontecimiento que así se conmemoraba. La Sra. de Samuel Barrow colocó la piedra conmemorativa de la casa llamada "Los Olivos", fabricada con el dinero dado y colectado por su querido esposo. Habiendo suscrito los patronos de esta institución los fondos necesarios para la fabricación de otra casa, su tesorero, el Sr. Guillermo Higgs, colocó en su nombre la piedra conmemorativa que lleva la inscripción: "Erigida por los patronos del Orfanatorio, para expresar su gozo en esta obra de amor". A todo esto se agregaron después edificios para una enfermería, un lavadero y varios salones más, formando todo, según se puede ver en una de las fotografías con que ilustramos este capitulo, una amplia construcción cuadrangular, con un espacio abierto en el centro para mayor higiene, y para que los niños pudieran usarlo para sus juegos y ejercicios. En este asilo no sólo se daba alimento y abrigo a los niños, sino que también se atendería con esmero y preferente cuidado, a sus necesidades intelectuales y espirituales; porque Spurgeon creía, muy razonablemente, que satisfacer las necesidades materiales de los pobres niños que recibían admisión en su seno, era hacer la obra, a medias, ya que padecían otras necesidades más vitales, a las que había que atender con toda devoción. Y en esta conexión no es posible dejar de mencionar el nombre del Pbro. Vernon J. Charlesworth, miembro de la Iglesia del Tabernáculo desde el primer año de la estancia de nuestro biografiado en su pastorado, que resultó ser un consagrado hermano, hábil y fiel colaborador de Spurgeon en aquella obra de amor. Este buen hermano, desde el principio supo captarse el cariño y el respeto de los niños, siendo siempre para ellos, no ya el director, sino el padre, el amigo, y el consejero. De acuerdo con la manera de ser y de pensar de Spurgeon, la única disciplina que se empleaba en el Orfanatorio de Stockwell era la del amor. El método usado no era el del castigo, en ninguna de sus clases, sino la palabra cariñosa, el trato más amante y la afectuosa persuasión. Para los niños, Spurgeon era un verdadero amigo, al que siempre recibían con manifestaciones de cariño, entre aplausos, y un espontáneo y sincero júbilo. Por supuesto, el sistema de vivienda empleado contribuía grandemente a que esta disciplina tuviera una mayor eficacia y produjera los mejores frutos. "La experiencia nos confirma en la práctica del sistema de hogares separados", dice nuestro gran benefactor. No tenemos amplios salones, ni vastas barracas, sino casas y familias a la manera de la común sociedad. La pérdida del hogar y de la influencia paternal, es una calamidad para el niño, y lo más sabio es disminuir esta pérdida tanto como sea posible, reteniendo la forma familiar de vida. Habiendo un área de cerca de cuatro acres, en uno de los más saludables suburbios de Londres, el Orfanatorio está admirablemente adaptado a este propósito. Cada hogar es completo en sí, y cada hogar tiene su "madre". Los niños comen en una sala común, como familias; la comida de las niñas se prepara en sus respectivas casas; y es la regla que tanto los niños como las niñas, ayuden en todos los quehaceres domésticos del establecimiento. El culto familiar se celebra en cada departamento por la mañana y por la tarde, y los niños aprenden el texto del día, del Almanaque de Spurgeon. De acuerdo con nuestro sistema, se hace posible la cuidadosa supervisión de cada niño y se obtienen las mejores condiciones sanitarias, morales y religiosas. Aunque no podemos cambiar la naturaleza humana, ni hacer que los niños buenos sean perfectos, podemos hacerlo todo mejor en grupos familiares, que si los tuviéramos en grandes masas y empaquetados por gruesas, como las plumas de acero. El carácter individual se manifiesta mejor en los pequeños grupos que en los grandes regimientos. La instrucción que se daba a los niños era bastante liberal. Un autor dice: "Los niños son bien enseñados en los conocimientos elementales, como lectura, escritura, aritmética, gramática, historia, geografía, música vocal, latín, taquigrafía, las ciencias de las cosas corrientes y la Biblia. Se celebra una clase de francés para los muchachos mayores, y diariamente se les ejercita en las tácticas militares. Se enseña el dibujo y muchos de los niños han sobresalido en él. También se enseña la música con éxito". En el Orfanatorio no se enseña oficio a los niños; pero cuando han llegado a la edad en que deben abandonar la institución, de acuerdo con sus gustos y preferencias, van empleados, recomendados por Spurgeon y sus amigos. Con la educación recibida, fueron siempre cumplidores de sus deberes de la manera más estricta, y muchos de ellos se encuentran hoy predicando el Evangelio eficientemente, o desempeñando puestos de importancia en la banca y el comercio. La enseñanza religiosa que se da a los niños es tan completa, y el ejemplo que reciben tan perfecto, que de ellos han ingresado muchos en la Iglesia, por medio de una personal confesión de fe en el Salvador. En las sesiones de la Escuela Dominical, en los servicios especiales que celebran en el mismo asilo, en las conversaciones particulares, en todo, se tiende a la conversión de los niños, y los esfuerzos que se hacen en este sentido no son en vano. Nuestro biografiado creía de la manera más absoluta que "no con sólo pan vive el hombre, sino con toda palabra que sale de la boca de Dios"; y por eso, se ocupaba con preferente atención en promover el despertamiento espiritual de aquellos pequeños seres que Dios había puesto bajo su abrigo y cuidado, y no desperdició oportunidad alguna para llevarlos a los pies de Cristo. Spurgeon acostumbraba a decir que "el Orfanatorio de Stockwell era un argumento a favor de Dios", y al decirlo tenía razón que le sobraba, ya que sin la acción de Dios en él, ese asilo tan costoso, y que tan enormes cantidades exigían para su sostenimiento, no hubiera sido creado, ni conservado. Esta aserción de nuestro biografiado es cierta de toda certeza; pero también hay que reconocer que esta institución benéfica es un monumento a aquel hombre que, no sólo pasmó al mundo con su grandilocuencia, sino que también lo maravilló por sus obras estupendas; un monumento de su fe grande y firme; un monumento a su confianza plena en la ayuda y auxilio divinos, para con aquellos de sus siervos que se rinden a él para servirle, sirviendo a la humanidad que sufre; un monumento, en fin, a su genio organizador, a su singular actividad y energía, y a su incansable esfuerzo. ***
Posted on: Tue, 30 Jul 2013 18:14:21 +0000

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