CAP 11 "Bajo el agua" Las luces brillaban con intensidad en - TopicsExpress



          

CAP 11 "Bajo el agua" Las luces brillaban con intensidad en aquella habitación oscura y se movían a momentos por encima de las plumas bicolor de ambos pingüinos presentes; el brillo de las pantallas y sus movimientos se reflejaban en las enormes gafas de un pingüino muy delgado, que hacia momentos fuese bastante hablador pero ahora, mostraba una gran concentración en su trabajo, moviendo con una gran velocidad sus aletas, pulsando los teclados a su alrededor sin verles, conociendo de memoria cada presión y ubicación de lo que necesitaba. Algunas gotas de sudor brotaban del puente del pico, mostrando que en verdad, se estaba esforzando por complacer al que alguna vez fuese su líder de equipo y que aún consideraba de aquella manera; hasta ese día no había un solo pingüino en la Antartica, que si había trabajado con aquel no le consideraba todavía su líder. Incluso algunas malas lenguas habían soltado los rumores de que pronto aquel pingüino militar se haría con el poder de los Cuatro, pero ninguno de estos lo creyó así, dejándole al otro seguir con sus actividades; mientras continuara sirviendo de forma ejemplar en aquella enorme colonia, lo demás no importaba. Y Tensai era de esos pingüinos que sabía el porque los demás lideres querían a Manfredi fuera. Cuando los Generales en cuestión se retiraban del liderato total de la colonia (que en realidad eran miles de colonias divididas en varias partes del planeta, siendo la principal la Colonia de Scott en Antartida) elegían a un equipo de cuatro para tomar su lugar; durante años había sido así, ya que los mas sabios antes que ellos aseguraban que un equipo ya consolidado, era mas consciente de como guiar a los demás por su seguridad. Por ende, nunca elegían miembros por separado, buscando así también, evitar conflictos entre ellos. Y en toda aquella placa de hielo, era rumor conocido que el equipo de Manfredi era por mucho, el siguiente elegido para suceder a los Generales; la mayoría de los pingüinos ansiaban ese día, en que fuese aquel pingüino el que ahora les liderase y les aconsejase. Todos preveían tiempos mejores. Pero el pingüino de gafas, también sabía lo que se movía detrás. Y aquella situación en Dinamarca olía por todos lados a algo siniestro; dio un vistazo rápido a su líder, que continuaba asomado por sobre su hombro, con una expresión que no decía ni aclaraba nada. Pero sus ojos eran diferentes, reflejaban preocupación y cansancio, como si mil desgracias se hubieran acumulado; suspiró un poco, ese niño Skipper realmente era tan importante para su Lider? Algo tendría entonces para ponerlo de aquella manera, nunca lo había visto así de tenso, cansado o angustiado. -Conectamos jefe- dijo de pronto el pingüino de las gafas al ver como un pequeño botón se ponía verde; Manfredi se tensó muy apenas y se enderezó, colocando sus aletas en la espalda y agachando el pico hasta tocar con la barbilla su pecho, pensativo- Dinamarca, aquí Scott en la plataforma Mike Alfa Delta Romeo Eco, Erik, me recibes? -Te recibo Scott, cambio- una voz algo cargada y agitada se dejó escuchar a través de los altoparlantes y el pingüino mas alto se acercó a las pantallas, moviendo hacia un lado a su subordinado, que casi cae contra el suelo; solo logró evitarlo, sujetándose a una pila de discos cerca, pero que de todas formas oscilo peligrosamente advirtiéndole que si no encontraba otro medio de apoyo, terminaría irremediablemente en el suelo -Erik? Que sucede, como esta Granate? Granate era una de las ultimas bases, colocada sobre un risco por encima del mar; era de las mas seguras y ocultas que tenían, solo tenía acceso a través de una grieta y el pingüino que se encargaba de aquella ubicación no salía, mandaba a un par de gaviotas a su cargo. El almirante suspiró con alivio, al menos él continuaba con vida… pero… Un crujido se dejó escuchar a través de las bocinas y el grito del pingüino del otro lado -ERIK, ERIK!!! Lo siguiente que pudieron percibir fue un estruendo similar al de un terremoto; la comunicación comenzó a entrecortarse mientras los dos pingüinos palidecían ante lo que estaban presenciando. -Erik, salta al mar!!- exclamó Manfredi a través del radio, tomando el micrófono con una aleta a pesar de que sabía que era demasiado tarde como para tener otra esperanza; después de un momento, la comunicación se cortó por completo y el pingüino enrojeció de pura furia- MALDITA SEA!!!- exclamó arrojando el micrófono contra los teclados antes de girarse y comenzar a patear objetos Tensai se encogió un poco en su sitio, antes de observar con terror y tristeza el botón ahora rojo, que indicaba que otro mas de sus compañeros, había perecido; suspiró sonoramente antes de apoyar el rostro en sus aletas al tiempo que su líder terminaba de destrozar algunos objetos mas. Después de unos momentos, el mas alto dejó de moverse y tan solo respiraba agitadamente, mientras sentía que su espíritu ardía de frustración. No había podido hacer nada por sus compañeros, no había podido hacer nada por Skipper… que clase de líder inútil era!!?? El silencio cubrió a ambas aves mientras la realidad se hacía presente, pesada y permanente indicándoles que se encontraban muy lejos de poder ayudar a nadie; y de nuevo, Manfredi recordó que por ello no podía mandar a ningún otro soldado para arriesgar la vida. Al final de cuentas, siendo Skipper el único sobreviviente, era su única esperanza de saber que había ocurrido. -Manfredi, todo en orden?- un pingüino de aspecto mayor se había asomado por la puerta, provocando en Tensai que se pusiese de pie de un brinco, tropezando con algunos cables y empeorando aquel desorden; el recién llegado observó todo aquello con paciencia, hasta que el pingüino de gafas logró enderezarse, cubierto de basura y saludaba rígidamente sin ver a nadie en específico. -Akiak, señor…- el pingüino que había sido llamado se giró para observar a su superior y permaneció firme, a pesar de que tenía muy en claro la clase de ruido que debió de haber provocado, como para que uno de los Cuatro fuese a verlo; el general dio un rápido vistazo alrededor antes de entrecerrar los ojos con extrañeza -Que ha ocurrido? -La base Granate…- dijo despacio a lo que el otro pingüino suspiró pesadamente y se pasó una aleta por el rostro; dejó pasar unos cuantos segundos de silencio antes de asentir -Esta bien Manfredi… no puedes hacer milagros- dijo el líder mientras el aludido tan solo le observaba- has hecho un estupendo trabajo, no dejes que este decaiga por este momento oscuro que estamos pasando… mantente firme -Si señor- respondió el pingüino mientras su superior se giraba y se retiraba Akiak gruñó un poco, sintiendo las miradas de todos los soldados que pasaban cerca y como algunos le dirigían saludos; sus ojos destellaban con molestia, no se sentía de humor y a como fuesen perdiendo a todos sus elementos en Dinamarca, iba a quedarse sin nada. -Granate, Lextong, Veo y Cercado 1 cayeron- otro almirante alcanzó al Tercero y ajustó su andas para no perderle; el otro apenas y dio muestras de haberle oído- esto va demasiado rápido, si los matan a todos nos quedaremos solos… -Manfredi…- dijo Akiak -Señor?- el almirante le observó confundido mientras su líder inclinaba apenas la cabeza mostrando con esto su irritación -Esta entrometiéndose demasiado… si sabe demasiado, nos pondrá en problemas…- gruñó el pingüino mientras el mas joven se cruzaba de brazos -Pero cuenta con el apoyo de Anton mi señor, sabe que Mathew siempre apoyará las decisiones de Anton y Atka siempre apoyará a Mathew- sus plumas se levantaron un poco mostrando aquella furia que recorría al pingüino por debajo de la piel- no puedo creer que dos pingüinos muy bien capacitados para mantener el orden y sus decisiones, sean convencidos por alguien tan soñador como Anton -Son tontos mi señor- respondió el almirante, haciendo sonreir extrañamente a su líder -No es necesario que me alabes Tornuaq- dijo Akiak avanzando un poco mas rápido- consígueme la habitación de llamadas extranjeras, esa que no tiene vigilancia… tengo que hablar con mi “contacto” para que no tome tanta prisa… Dentro de la habitación donde momentos atrás, Manfredi se hubiese enterado de la perdida de otro elemento, parecía haber caído en un ligero trance Que hacía Akiak en la base madre, cuando recién habían despedido al hijo de sus mejores amigos? Lo normal era que estuviese haciéndoles compañía, no vigilando los reportes y avances militares a esas horas…; se pasó una aleta por el rostro cansinamente mientras apretaba los ojos, estaba demasiado agotado mentalmente entre una y otra cosa, que ahora estaba pensando de mas. -Manfredi?- Tensai se había acercado para ver como se encontraba el otro pingüino y este negó con la cabeza -Disculpa lo de antes Tensai- dijo el mas alto respirando despacio para recuperar el control- no ha sido un buen dia -Ni que lo diga señor- suspiró el otro pingüino negando con la cabeza Trató de decir algo mas pero entonces, llegó otro pingüino a interrumpir, haciéndoles levantar la cabeza. -Manfredi, señor!- saludó el recién llegado mientras el aludido tomaba fuerzas para recibir mas malas noticias al respecto -Si soldado? -Es Skipper señor- dijo el pingüino sonriendo un poco, sabiendo que aquella noticia animaría por mucho al almirante- hemos recibido la noticia de que ha despertado… El aludido abrió enormes sus ojos castaños y se acercó al soldado en la puerta, con tal rapidez que sorprendió a este y tembló, pensando en cualquier otra cosa; entonces Manfredi colocó sus dos aletas en los hombros del soldado -Quien mas lo sabe?- preguntó rápidamente Sus ojos urgían una respuesta y el mas joven tragó pesado -Nadie señor… solamente su hermano Johnson señor, que es quien acaba de venir a mandar el mensaje- respondió aquel y entonces el pingüino mas grande asintió una vez antes de enderezarse -Juramento de Silencio por el Codigo Pingüino soldado- ordenó Manfredi antes de deslizarse por los pasillos para salir de aquel lugar -Si señor! Skipper había despertado. El corazón de Manfredi corría como loco ahora, deseaba ver esos ojos azules de nuevo abiertos y conscientes. Skipper había despertado. Cuanto añoraba escuchar su voz de nueva cuenta, cuestionándole y diciendo un millón de posibilidades de que algo pudiese salir mal. Skipper había despertado. Después de tanto rogarle a los espiritus, al fin su pequeño regresaba a él; salió deslizándose, abriendo las rejas de par en par y alertando a los guardias por aquello, pero no importaba, en ese momento la base Antartica hubiera podido hundirse y a él le hubiese valido un cuerno. ::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::::: Todo era tan extraño ahora. El frio mordía cada una de las heridas que presentaban cicatrices aún tiernas, haciéndolas doloroso el simple hecho de tratar de acomodarse en una mejor posición; pero extrañamente, buscaba ese dolor y parecía hacer todo lo posible por provocárselo; en aquellos momentos se encontraba sentado sobre la cama, con una cobija en el regazo y en completa soledad, tan solo observando la nada enfrente suyo sin esperar encontrar algo. Se sentía extrañamente flotante, como si la gravedad no quisiese mantenerlo en la tierra por mucho mas tiempo y tal vez así era mejor, dejar de sentir no era una opción del todo desagradable. Sus ojos azules al fin se permitieron pasear pesadamente por aquella habitación decorada con delicadeza y detalles; podía reconocer el lugar, aquel era el iglú de su hermano mayor Deb… el primero al que había visto al salir del cascarón e irónicamente, al primero que había visto al momento de abrir los ojos para regresar a la realidad. Como hubiera deseado no hacerlo, al momento de poder enfocar los ojos azul Prusia de su hermano y sentir el brillo de una vela cercana, lastimando sus ojos su cerebro que parecía haber estado pausado, comenzó a pasar vívidamente las imágenes de todo lo ocurrido en Dinamarca, desde cuando casi era asesinado por aquellas aves hasta… hasta él. Y cada que lo recordaba era lo mismo nuevamente, su corazón parecía detenerse en dolor y sus ojos ardían, soltando gruesas perlas de agua que iban quemando a través de sus plumas todo el recorrido desde sus mejillas hasta que se perdían en el blanco de su pecho; no sabía que era lo que sentía mas, si el hecho de que lo habían traicionado o el hecho de que él casi traicionaba a la única persona que amaba en realidad. Aún tenía dudas sobre los sentimientos de su líder hacia él, pero Skipper juraba para si mismo que le amaba profundamente… entonces, si eso era verdad, porque pensó en algún momento, abandonar eso para estar al lado de un desconocido que parecía haberlo comprendido? Al final no soporto mas, aquel momento en que casi era tomado por la fuerza comenzaba a repetirse una y mil veces en su cabeza y su cuerpo comenzó a sentir nuevamente los toques de aquel pájaro danés. Se aterrorizó al comenzar a sugestionarse, de que en realidad continuaba debajo de Hans y este trataba de tomarlo como suyo y comenzó a agitarse con fuerza antes de comenzar a arrancarse él mismo algunas plumas del cuerpo; cada una y el dolor correspondiente lo aliviaban de alguna forma, de la culpa y del miedo que sentía de pensar que no estaba despierto en realidad. -SKIPPER!! Manfredi había llegado después de un rato a donde Kowalski y Deb le aguardaban; el hermano mayor de su soldado sonreía como nunca, feliz de tener vivo y de regreso a su hermanito y Kowalski… bueno, era mas evidente que nunca que iba a ser una competencia dura al final. Pero eso lo dejaba para luego, en ese momento su joven pingüino estaba despierto y él estaba ansioso por verle. Aunque al entrar a la habitacion, la escena lo dejó congelado unos segundos: algunas gotas rojas se esparcían aquí y allá por el suelo de hielo y la cama, junto a varias plumas negras y blancas y su dueño, se estremecía arrancando varias, con una expresión de doloroso placer de quien encuentra una salida a algo muy pesado de llevar. El líder estaba estupefacto ante aquello, no podía ser, ese no podía ser su Skipper… pero no era el momento, en un segundo ya le había llamado y se colocaba a su lado, sosteniéndole con ambas aletas, provocando en el mas joven un grito de terror que jamás en sus peores pesadillas hubiera imaginado que podía existir. Skipper había perdido la poca coloración que poseía, podía verlo en las zonas donde no había plumas como el color desaparecía y entonces, el mas joven se quedó quieto como si de pronto se hubiese apagado; las alas le colgaron inertes y su respiración se tranquilizó aunque su mirada se volvió opaca, de quien se ha desconectado del mundo que le rodea. El líder en ese momento sopesó dos opciones: podía golpear su cabeza como lo hacía con cada uno de sus soldados o podía abrazarlo. Realmente no sabía como reaccionar ante el automutilamiento del pequeño, no le cabía entender en que estaba pensando el pingüino para hacer aquello… pero entonces, simplemente, se sentó a su lado y le abrazó con fuerza. Agradecía demasiado tenerlo vivo y a su lado, como para hacerle nada, si tenía que tratar de entender lo inentendible entonces lo haría, con tal de sacarlo adelante. Acarició con suavidad su cabeza y comenzó a mecerle, sintiendo como el corazón del otro proseguía con aquel acelerado ritmo de quien está asustado -Skipper- susurró- aquí estoy contigo… Y entonces lo sintió. Al escuchar su voz, el mas joven se removió un poco antes de comenzar a temblar con el rostro hundido en su pecho; el de ojos castaños los entrecerró, al sentir como las aletas del mas joven se cerraban en las plumas de su torso y sin mas comenzaba a llorar con fuerza y con mucho dolor. Le partió el corazón escucharlo de aquella manera, no era la primera vez que le veía llorar pero si la primera en que le escuchaba soltar tantos gritos ahogados y gemidos en medio de aquello, solo podía significar que el dolor que llevaba por dentro era demasiado como para expresarlo de otra manera; sus gritos se fueron volviendo cada vez mas desgarradores al grado que Deb tuvo que pedirle al resto de pingüinos su paciencia. Pasaron algunas horas hasta que Manfredi sintió que el pequeño estaba mas calmado; sus ojos estaban totalmente enrojecidos, opacando aún mas el azul de estos y sus parpados apenas y le permitían mantenerlos abiertos debido a la hinchazón que presentaban. El pingüino mas grande pasó su aleta por la base del pico del otro, con mucha suavidad. -Skipper… necesito que me digas que sucedió en Dinamarca El joven pingüino abrió un poco mas sus ojos y observó con el terror pintado en estos a su líder, que mantenía sus ojos clavados en los del otro; ante esto, Skipper negó con fuerza, sacudiendo la cabeza rápidamente y haciendo extrañar a su líder, que nunca le había visto de aquella forma. -Skipper- apremió un poco Manfredi tomandole bien de los brazos para que le viese de frente pero este tan solo volteó a otro lado, gimiendo y tratando de evitar su mirada- Skipper!! El aludido soltó un quejido -Skipper, hay soldados muriendo en estos momentos en Dinamarca y necesito que me digas que fue lo que sucedió- el mas joven se removió un poco mas y al escuchar de los soldados que estaban muriendo, al fin juntó la fuerza para soltarse del agarre del otro pingüino y cubriendo su rostro, comenzó a llorar con mas sentimiento Las muertes de aquellos soldados eran su culpa. Que Dinamarca estuviese en contra de Antartica ahora, también era su culpa. En aquellos momentos, él debería ser quien estuviese en Dinamarca recibiendo el castigo y no sus compañeros. Era un asco y un cobarde por huir. Manfredi estaba aterrado; podía ver los espasmos que recorrían el cuerpo de su soldado mas joven y como este parecía entrar y salir de la realidad a una velocidad que no conocía; era como ver un vaso de cristal, roto en mil pedazos en el suelo y tratar de reconstruirlo solo con las aletas. Por un lado, como soldado, tenía la obligación de sacarle la información al único superviviente en aquellos momentos, a las buenas o a las malas; como Almirante, debía de ver por el bien de las colonias y eso incluía, hacer todo en su poder por hacer que aquel soldado reaccionase lo quisiera o no. Pero no podía. Amaba a Skipper y aquello iba mas allá de sus obligaciones para con el resto de pingüinos; no porque despreciase sus vidas sino porque le importaba mas la de su amado pingüino; volvió a estirarle contra el, sintiendo como el mas joven se tensaba, tal vez esperando una reprimenda o la insistencia de aquel asunto pero en cambio, tan solo volvió a abrazarse y a acariciar su espalda. -No vuelvas a herirte, me oiste?- susurró mientras trataba de calmar al otro- hazlo por mi… no sabes cuanto tenía miedo de perderte… Skipper entrecerró los ojos con lentitud mientras las lagrimas corrían solas de nueva cuenta; tal vez, no estaba equivocado después de todo y Manfredi sí le quería pero… aquello solo hacía que se sintiera peor su traición; pero en ese momento, no debía de pensar en ello, había recorrido demasiada distancia desde tan lejos, tan solo para regresar a sus brazos y ahora, se encontraba ahí. Cerró los ojos para descansar. Al fin había llegado a donde Manfredi.
Posted on: Sat, 21 Sep 2013 16:00:55 +0000

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