CIRCUNSTANCIAS Y CONSECUENCIAS No podemos dejar de hablar lo que - TopicsExpress



          

CIRCUNSTANCIAS Y CONSECUENCIAS No podemos dejar de hablar lo que vimos y oímos.—Hechos 4: 20 (Versión Bover-Cantera) Lo que vi, escuché y viví en los quince años que siguieron tuvo un gran impacto sobre mí. No tengo manera de saber si la reacción del lector estará en sintonía con mi caso, pero hay algo cierto, y es que, sin tener conocimiento de todos aquellos acontecimientos, nadie podría llegar a comprender las razones que me condujeron a una auténtica encrucijada. Aplica el proverbio: “Cuando alguien está respondiendo a un asunto antes de oirlo, eso es insensatez de parte suya y una humillación”. 20 El año anterior a la guerra en la República Dominicana y, como consecuencia de un episodio de fiebre dengue que me afectó las terminaciones nerviosas que quedaron hipersensitivas, había asistido a un curso de diez meses en la Escuela de Galaad. 21 A la conclusión del mismo, el presidente de la Sociedad, N.H. Knorr me pidió que dejara el servicio misionero en el Caribe y me trasladara con mi esposa a la sede central (llamada “Betel”) en Brooklyn, en donde prestaría servicios en el Departamento de Redacción. Aunque, indudablemente, eso habría representado un gran honor para otros, yo, sinceramente, no tenía interés en abandonar el lugar en el que estaba. Hablando con el hermano Knorr en su despacho, le conté lo mucho que disfrutaba en mi actual asignación en la República Do- 19 2 Corintios 6: 4-10, BJ 20 Proverbios 18: 13 21 La fiebre dengue, como la malaria, se transmite a través de los mosquitos, pero sin efectos permanentes. En mi caso, los efectos perdurables pudieron ser debidos a la concurrencia de un episodio de fiebre escarlatina en mi niñez. B. Spanish cc Chap 2.2008 final 23 1/12/10, 12:18 PM24 CRISIS DE CONCIENCIA minican, con la gente y con mi trabajo. Parece que eso fue interpretado como una falta de aprecio a la oportunidad que se me ofrecía. Daba la impresión de que estaba ofendido. Le dije entonces que sencillamente había querido que conociera mis sentimientos, que supiera mi aprecio por el trabajo misionero, pero que aceptaría el cambio. Pocos meses después de nuestra llegada y, después de haber desempeñado algún trabajo de redacción, el presidente Knorr me hizo pasar a un despacho en donde había una mesa en la que se amontonaban montañas de folios mecanografiados y me pidió que acometiera la tarea de crear un diccionario bíblico. Aquellos papeles eran producto del trabajo asignado a 250 personas alrededor del mundo. Las asignaciones, sin embargo, habían sido llevadas a cabo bajo criterios que tenían en cuenta la posición del personal dentro de la organización (personal de las sucursales, superintendentes de fábrica y así por el estilo). Pocos tenían experiencia como redactores y menos aún capacidad, tiempo o habilidad para acceder a bibliotecas en tareas de investigación. Creo que pudiera decirse que, como poco, el noventa por ciento de todo aquello no se utilizó. Empecé por “Aarón” y continué con “aaronitas”, “Ab”, “Abaddón”, etc., pero enseguida se hizo patente la imposibilidad de que una persona acometiera aquella tarea en solitario. Primeramente Lyman Swingle, uno de los directores de la Sociedad Watch Tower, se incorporó para colaborar en el proyecto. Poco después se sumó también Edward Dunlap, registrador de la Escuela de Galaad. Eventualmente se añadieron al grupo Reinhard Lengtat y John Wischuk, de los departamentos de Servicio y Redacción respectivamente. Esporádicamente hubo otros colaboradores por cierto tiempo, pero fueron esas cinco personas mencionadas quienes llevaron adelante el proyecto hasta que después de cinco años se completó la obra de referencia de 1.696 páginas llamada Ayuda para entender la Biblia. 22 Casi al comienzo, el presidente Knorr hizo una declaración que resultó un factor clave en nuestra actitud para acometer el proyecto. El sentido de sus palabras no fue el que nosotros llegamos a percibir, aunque eso fue de manera fortuita. Dirigiéndose a quienes fuimos asignados a la tarea, dijo: “Se trata de recoger lo que dice la Biblia; no hay necesidad de andar buscando cada cosa en las publicaciones de la Sociedad”. Lo que quiso decir con sus palabras, como más tarde nos dimos cuenta, era que el proyecto se pudiera llevar a cabo con rapidez de 22 Los temas nos fueron asignados por el director del departamento, Karl Adams. En 1988 la publicación en dos volúmenes, Perspicacia para comprender las Escrituras, con pequeños retoques, sustituyó al libro Ayuda. B. Spanish cc Chap 2.2008 final 24 1/12/10, 12:18 PM Credenciales y causa 25 modo que aquello resultara en una obra relativamente pequeña, un “libro de bolsillo”, tal como él dijo más tarde. Sencillamente con dejar constancia del contenido de los versículos concretos de la Biblia que tenían relación con un tema, y alguna breve explicación adicional, el tiempo necesario para la investigación sería mínimo. Nosotros malinterpretamos sus palabras, entendiendo que lo que habríamos de hacer era presentar lo que realmente decía la Biblia más bien que ajustarnos a la manera en que las publicaciones de la Watch Tower presentan los asuntos. Así resultó un tipo de publicación muy diferente a lo que hubiera sido de la otra manera. La información que había sido enviada por las 250 personas, casi invariablemente, se acomodaba al “punto de vista aceptado” en las publicaciones de la Sociedad. Nuestra investigación revelaba a menudo diferencias. El vicepresidente de la Sociedad, Fred Franz, era considerado como la persona con más erudición bíblica dentro de la organización. Yo fui a su despacho bastantes veces para aclarar algunas cuestiones. Para sorpresa mía, con frecuencia me remitía a la consulta de comentarios bíblicos. “¿Por qué no miras lo que dice Adam Clarke o Cooke?”, decía. O cuando era asunto relacionado principalmente con las Escrituras Hebreas, ¿”Qué hay en los comentarios de Soncino”?. Nuestra biblioteca en Betel contenía anaqueles tras anaqueles repletos de esos comentarios. Pero, al tratarse de comentarios de eruditos de otras religiones, no les había dado mucha importancia y, como sucedía con otras personas del departamento, sentía indecisión, incluso desconfianza para utilizarlos. Tal como Karl Klein, un veterano miembro del Departamento de Redacción, lo expresaba en ocasiones muy tajantemente, al afirmar que el utilizar aquellos comentarios era como “mamar de las tetas de Babilonia la Grande”, el imperio de la religión falsa, según la interpretación que la Sociedad hace de la gran ramera de Revelación. 23 Pero, cuanta más información buscaba en aquellos comentarios, más profundamente impresionado me sentía por la firme creencia que la inmensa mayoría de ellos expresaban en la inspiración divina de las Escrituras. Mi impresión era mayor aún debido a que, no obstante el hecho de que algunos se habían escrito tan temprano como en el siglo XVIII, la información era generalmente muy valiosa y acertada. Era inevitable la comparación con nuestras publicaciones que, a menudo, en pocos años se dejaban de publicar, porque carecían de 23 Me resulta difícil aceptar que él se tomara tan seriamente el asunto, ya que él mismo utilizaba aquellos comentarios y sabía que Fred Franz también lo hacía con mucha
Posted on: Thu, 04 Jul 2013 03:21:36 +0000

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