COMPARTO OTRO ENSAYO DE MI OBRA "YO ANONIMO"... “DE HABERLO - TopicsExpress



          

COMPARTO OTRO ENSAYO DE MI OBRA "YO ANONIMO"... “DE HABERLO SABIDO” (Ensayo) Hola Papá, ¿Qué andas haciendo? -Volteó, me miró, pero volvió a lo que hacía, como si no me hubiera visto. Ha de estar enojado conmigo. ¡Ya sé!, mi mujer le fue con el chisme de que andaba tomando con mis cuates. Al rato se le pasa el enojo. ¡Ah! mi Papá!, no se de que se extraña, ¡Él mismo me dio el ejemplo! Mi Padre estaba a la entrada de mi casa, hablaba con alguien, era con mi Esposa, pero… ¿Qué pasa, por que lloran?... Mas adentro estaba mi Mamá y tambien lloraba, todo mundo lloraba, mis hijos se les quedaban mirando, pero al parecer tampoco entendían la razón de tanto llanto. Me le acerqué a mi hijo, el mas grandecito, el de seis años, Ricardito, le hablé, pero me ignoró, se dio la vuelta y se abrazó de su Madre. Entonces me acerqué a mi Mamá y le pregunté: ¿Por qué lloran todos Mamá?, levantó la vista y por toda respuesta me dijo: ¿Porqué hijo, porqué?... Se paró, pues estaba sentada, caminó a donde estaba mi Padre y se pusieron a hablar. Y lloraban al mismo tiempo que hablaban. Ya que nadie me quiere hablar, pensé, me voy a dormir un rato, cuando me levante, es posible que se les haya pasado el enojo, ¡si era mejor dormir la borrachera! ¿Borrachera?, ¡Que extraño!, a pesar de haber estado tomando desde el día anterior, no me sentía borracho. De cualquier manera me fui a la cama y me acosté, pero no tenía sueño, cerré los ojos, al cerrarlos vinieron a mi memoria los últimos momentos que anduve con los amigos. Estábamos tranquilamente tomando y conversando, cuando llegó un “cuate” vestido de “Cholo”, y nos dijo: ¿Qué onda “batos”?, ¡pasen la botella! Me levanté y le pregunté: ¿Por qué tenemos que pasarte la botella Güey? ¿Quieres tomar?, vete a comprar tu propio “pomo”. ¡No estés chingando aquí! El tipo se puso “roñoso”, y empezó a rayarnos la Madre, y a lanzarnos amenazas, que nos iba a partir el hocico y no se cuantas cosas mas, entonces de plano no me pude aguantar y que me le dejo ir a los golpes, le puse una “madriza” que yo creí que no le iban a quedar ganas de otra. Se fue insultándonos y se perdió de vista calle abajo. Seguimos tomando y comentando la golpiza que le puse al “cuate” ese, y para no acordarnos ya de él, nos pusimos a “canturrear” al ritmo de la guitarra de uno de mis amigos. En eso estábamos, cuando se paró un automóvil y del mismo descendió el “tipo” de los pantalones ridículos, sí, traía un pantalón fajado en las “ingles”, el “encuarte” le llegaba a las rodillas. Parecía que andaba en pañal y que ya lo había meado mínimo unas tres veces. Se paró frente a nosotros y me dijo: ¡A ver “guey” vuélveme a golpear!, a ver si eres tan “machito” cabrón. Yo te voy a enseñar a no meterte con “nosotros” (se refería a los “cholos” sin duda). Yo no quería pelear, no era esa la idea, cuando tomábamos evitábamos pelear, pero con sus insultos y retos me colmó la paciencia. –Bueno pues, ¡Qué terquedad de cabrón! Le dije y me levante, (estábamos sentados en la acera). En cuanto me paré, pegó un brinco hacia atrás y sacó una pistola de entre el “pañal de tres meadas” y le cortó cartucho. Al ver que ya no iba a ser a “mano limpia” le dije: -¡espérate, espérate!, déjame voy por la mía pa’ ver “de que cuero salen más correas”, malaya el “pinche” miedo que te tengo “guey”. Yo pensaba largarme a mi casa y de plano ya no regresar, pero cuando me di la vuelta para irme a mi casa, escuché una detonación, ¡PUM!, sentí como un empujón en la espalda, me quise caer, recobré el equilibrio y no pude dar mas de dos o tres pasos y finalmente caí al suelo lentamente. Muy lento, como en cámara lenta, tosiendo, poco a poco la tos se me fue quitando, me sentí muy cansado, sin poderlo evitar me quedé como dormido en medio de aquel enorme cansancio que inexplicable y repentinamente me había invadido. De ahí me levanté, revisé con la mirada el lugar, había mucha gente y una ambulancia que se estaba llevando a alguien. Me encogí de hombros y caminé hacia mi casa, iba caminando sin prisa, pensando: ¿Quien sería al que se llevaron en la Ambulancia?, pensé que bien podía ser el de los pantalones que parecían pañales de tres“meadas”. Pero… allá él, pensé. No sentí la curiosidad de ver de quien se trataba. Poco después llegué a mi casa. Fue cuando vi a toda mi familia llorando, y como nadie me hizo caso, me acosté, según yo a dormir. No logré dormirme, porque en cuanto cerraba los ojos, empezaba a ver como en una película fragmentos de mi vida. Me levanté pensando, ¡Esta “peda” si está rara!, no me siento borracho, y cierro los ojos y empiezo a alucinar, ¡Vaya “borracherita” que agarré! Iba saliendo de la casa cuando vi a un Viejecito, estaba de espaldas a mí, pero aun así pude verle el rostro, ¡era mi Abuelo!, me dio mucho gusto verlo, hacía tiempo que no lo veía. Quise abrazarlo, pero me detuvo con una señal de la mano, diciéndome: -¡Espera, no te me acerques, aún no estás listo! No entendí nada. Pero me detuve. Mi Abuelo se miraba tranquilo, me sonreía y me demostraba que sentía el mismo gusto de verme, que el gusto que yo experimentaba. Pero no me permitió abrazarlo. No entendía el porqué, pero tampoco me preocupó. Pensé que tambien Él estaba molesto conmigo por haberme ido de “briago”, pero mi Abuelo no sabía que yo tomaba, ¿sería por eso, que me rechazaba?, tal vez, pero, recordé que yo estaba chico cuando dejé de verlo. En eso llegó mi Abuela y con ella venía mucha gente, todos me miraban sonrientes, tranquilos, como muy felices. Parecía que se aprestaban a celebrar algo, se miraban rebosantes de alegría, no pude saber el motivo de la celebración. Mis Padres, mi Esposa y mis Hijos lloraban, a mi espalda y mis Abuelos y los demás alegres, de verdad no podía entenderlo. Había caras que me parecían conocidas, todos me miraban con mucho cariño, yo podía sentir el amor que me prodigaban todos, pero no me hablaban. Entonces pensé, si no me hablan y no quieren que los abrace, ¿Qué estoy haciendo aquí? Me fui a la calle, caminé sin rumbo fijo. Las calles por donde pasaba las conocía desde siempre, pero hoy lucían diferentes, todo era bonito, eran las mismas calles, pero estaban brillando de limpias, cosa rara en mi barrio, porque todo mundo arroja basura por donde va caminando, y luego se quejan de vivir donde viven. Me encogí de hombros y seguí deambulando. Llegué a la Avenida, y al dar vuelta en la esquina, pude ver que en la Funeraria había mucha gente, entré, ahí estaban mis Padres, mi Esposa, mis hijos, mis hermanos, toda mi familia, y mis amigos, llegué a la Funeraria, entre saludaba a todos, pero me seguían ignorando, como si no me vieran. Como nadie me hablaba, me salí a la calle preguntándome ¿Quién será el “muertito”?. ¡Cómo saberlo si nadie me quiere hablar! De cualquier manera me quedé ahí afuera, no tenía ganas de ir a ninguna parte. Me sentía, aparte de ignorado, como ajeno a todo lo que pasaba a mi alrededor, pero lo raro era que nadie me miraba con enojo, sólo como si no me vieran, tal vez el dolor por la muerte de la persona que estaban velando era tan grande que nadie tenía ánimo de atenderme. De todos modos, era incomodo estar ahí y que nadie al parecer se diera por enterado de mi presencia. Los reunidos en el Velorio, se organizaron y alguien empezó a rezar, los demás tambien rezaban, me di cuenta, que era un Rosario lo que estaban rezando. Me puse a rezar con ellos. Me incomodó sin saber porqué, cuando la Señora que dirigía el Rosario, dijo: “Señor, te pedimos por el eterno descanso del Alma de Ricardo, no tomes en cuenta la vida de pecado que llevó, acógelo en tu Santo Seno Señor y por tu inmensa Misericordia concédele la Gloria y tu perdón”. “Te lo rogamos Señor”. Corearon todos les reunidos. ¿Quién podría ser ese “Tocayo”?, no me lo explicaba, quise acercarme al Féretro, pero pensé que si nadie me hablaba, menos me permitirían ver quien era el “Difunto”. Pasaron la noche rezando, sólo interrumpían las oraciones, para tomar café y cuando alguien trajo un buen montón de tacos, se pusieron a comer, ¡y no me invitaron!, que importa, al fin yo ni hambre tengo, me dije. Terminaron los tacos y arremetieron de nuevo con las plegarias por el eterno descanso de mi “tocayo”, con renovadas energías. ¡Cómo suplicaban el perdón de los pecados de mi “tocayito”!, ya me estaba cayendo bien el “tal tocayo”, ya me estaba encariñando con el occiso, aunque por su culpa me ignoraran. Yo tambien rogué por el perdón de los pecados y el eterno descanso del infeliz que yacía en el interior del Ataúd. Debió ser una bala perdida mientras vivió, pensé. Entre rezos, café, tacos, y uno que otro chiste, entre quienes estaban poniéndole “piquete” al cafecito. Transcurrió el resto de la noche y la mayor parte de la mañana, yo me paseaba entre la gente. Ya ni me importaba que no me hicieran caso, pero nunca me asomé a ver quien era el Difunto. Después de todo, el que yo lo viera o no, no haría ninguna diferencia, mi “tocayo” estaba bien muerto, y ni las oraciones, ni el café con “piquete”, ni los chistes de mal gusto, ni los tacos, ni cualquier otra cosa lo podría librar ya del último viaje. Porque cuando alguien se encuentra como él, dentro de tal artefacto y en medio de cuatro enormes “Sirios”, ya nada ni nadie lo salva del viaje lento a la última morada. Por cierto nunca me pude explicar la razón de hacer este viaje a vuelta de rueda, ni modo que el “Difunto” vaya a protestar por los brincos ocasionados por los “baches” del camino al Panteón. Pobre “cuate”, pensé, lo van a llevar al Panteón, lo meten con todo y cajón, a la fosa, lo tapan con losas de concreto, le ponen tierra encima, sobre de la tierra flores, algunas naturales, pero la mayoría de plástico. Y en el mejor de los casos cada día dos de Noviembre le llevarán una corona de flores artificiales, durante no muchos años. Así pasa siempre, pero a mi me parecía que todo eso salía sobrando. Me sentía raro, pensaba en cosas que antes me tenían sin cuidado, como la muerte, los velorios, el paseo lento, como a los toros de lidia que han dado una buena faena y todo lo demás. Yo asistía a velorios, claro, a los de mis familiares y amigos de mi familia, y miraba la tristeza de toda la gente, y me sentía triste, lloraba tambien, como los demás. Pero ahora, nada más recé, eso sí, desde lo mas profundo de mí Ser, por el descanso eterno de mi “tocayo”, pero no me dieron ganas de llorar. A lo mejor eso era lo adecuado. Posiblemente mi “tocayito” ya no tuviera una razón para seguir entre los vivos. Y efectivamente, tal como lo pensaba, eran como las cinco de la tarde (eso dijo alguien) cuando llegó la “Carroza”, los empleados de la Casa Fúnebre, sin dar explicaciones hicieron los Sirios a un lado, y empujaron al “muertito” dentro de su “traje” de madera, hasta el coche negro, lo introdujeron por la parte trasera y a renglón seguido empezó a rodar lentamente por la Avenida rumbo al Panteón Municipal. Yo me subí al primer automóvil que vi que iría en el cortejo, nadie me dijo que no, ni que sí, vino una señora y se sentó en mis piernas sin inmutarse siquiera, yo me dije, si a ella no le importa, a mi tampoco, al fin que ni pesa tanto. Llegó el “Cortejo” al Panteón, la Carroza se introdujo por los senderos del mismo, pero los vehículos que componían el cortejo no, por ahí los estacionaron donde encontraron lugar en las calles cercanas, se bajó la señora que viajaba sentada en mi regazo, y yo tambien, caminamos por entre las “tumbas” hasta llegar al lugar donde los empleados de la Funeraria, depositarían al difunto, en el interior de la Cripta, que ya estaba abierta. Los panteoneros estaban listos, empuñaban sus palas firmemente. Cuando después de hacer una breve oración, donde tambien se pidió por el perdón de los pecados y el eterno descanso del nuevo habitante de la Cripta (ha de haber sido una “fichita” mi tocayo, volví a pensar). Me parecía exagerada la insistencia con que se pedía al Creador por su eterno descanso y por el perdón de sus pecados. Descendieron el Féretro con el difunto en su interior (como debe de ser) y empezaron a colocar las baldosas de concreto y a pegarlas con mezcla de cemento. Concluida esa labor, arremetieron con la tierra hasta cubrir la tumba por completo. Acto seguido colocaron las ofrendas florales, la mayoría de plástico, en medio de llantos lastimeros. Mi Madre lloraba de forma desgarradora, me acerqué a Ella tratando de consolarla, pero al parecer ni me escuchaba ni me miraba, nadie me miraba, parecía como si yo no existiera. Me aproximé a mi Esposa y a mis hijos, los abracé y traté de consolarlos, pero según parecía, ni me sentían ni me oían. Por más que trataba de explicarme que era lo que sucedía, no lo lograba. Así las cosas, regresamos a la casa, en la puerta había un “Crespón” negro, yo sabía el significado, alguien había muerto de la familia, pero, ¿Quién? ¿Quién era el muerto?, yo los miraba a todos, y en un esfuerzo por ser tomado en cuenta pregunté a mi Esposa, cuando ya todos se habían marchado: ¿Quién se murió “vieja”?. Y como si al fin alguien me tomara en cuenta, Ella exclamó: ¡Ay Ricardo!, ¿porqué tenias que morirte?, ¿porqué tenías que meterte en líos? Y en su llanto lastimero exclamaba: ¡Ricardo!, ¡Ricardo!, tus hijos y yo te necesitamos. Jamás quisiste entenderlo, “viejo”, porque tenías que irte a tomar a la calle. -¿Muerto yo?, ¡no “Vieja”, mírame, estoy aquí, estoy vivo! Mírame… Pero no me miró. La verdad ya empezaba a dudar de todo lo que miraba y escuchaba, nada tenía sentido. Al menos para mí. Parecía que todos estaban jugándome una broma de muy mal gusto por cierto, pero… ¿por qué?, ¿que pude haberles hecho? En eso vuelve a exclamar mi Esposa: ¡Ay Ricardo!, ¿qué haremos tus hijos y yo, sin ti? Yo no entendía la razón de sus reclamos. ¿Por qué me acusaba a mí?, ¿yo que culpa tenía de todo lo que pasaba? No lograba entender ni una palabra. Nada de lo que me decía era lógico. Yo que culpa podría tener de que mi “tocayo” se hubiera muerto y de todo el alboroto ocasionado por su muerte. Por más que me esforzaba no recordaba a ningún Ricardo, aparte de mí, en la familia. Todo era inexplicable, y así se lo dije. ¡Mira mujer, yo no sé que se trae todo mundo conmigo!, nadie me habla, todos me ignoran, tu eres la única que se ha dignado hablarme, pero para recriminarme, para acusarme, ¿yo que culpa tengo de que se haya muerto ése tal Ricardo?... Ahora, ¿por que lloras tanto?, ¿que significaba Él para ti? Por toda respuesta siguió llorando y atendiendo a nuestros hijos. Y sollozaba y repetía mi nombre sin parar. Yo la abrazaba y le decía: ¡Aquí estoy, junto a ti, como siempre, y te amo!; no sé por que dices eso, ¡nunca los voy a dejar! ¡Escúchame, mírame por favor! Pero Ella seguía ignorándome, como si no sintiera mi abrazo, como si no escuchara mi voz, vamos, como si de verdad yo no estuviera presente. Serias dudas empezaron a asaltarme, de verdad ¿sería yo el muerto?... ¡Bah!, que muerto ni que ocho cuartos. Pensando en eso y al no lograr que me hiciera caso, me salí a la calle, anduve visitando a mis “cuates de parranda”, pero vi a cada uno de ellos, triste, les hablé y tampoco me hicieron caso. Después del nulo éxito, me fui a ver a mi Madre, había tambien en la puerta un enorme Crespón negro, vaya, vaya, me dije, ¿Qué significa todo esto?... ¿Porqué mi familia ha colocado Crespones de luto en las puertas? Contrario a lo que era mi carácter, me mantenía calmado. En otras circunstancias hubiera explotado, les hubiera sacado la verdad a gritos, ¡Ya lo creo!, pero ahora no sentía deseos de reñirle a nadie, pero seguía intrigado por todo lo que sucedía a mi alrededor. De verdad, ¿era yo el muerto?... En otras circunstancias esa incertidumbre me habría preocupado, me hubiera puesto como loco, pero por alguna razón ahora no. Si me extrañaba, pero no me preocupaba en lo más mínimo. Pasaron tres días, y durante esos tres días todo era igual, nadie parecía enterarse de mi presencia, nadie parecía escuchar mis preguntas, no me invitaban a comer, no me ofrecían agua o refresco, nada, tal como si no existiera. Amigos y familiares se reunían en casa de mis padres, rezaban un Rosario todos los días y en cada uno rogaban y rogaban por el eterno descanso de mi Tocayo. Pasados esos tres días de desconcierto total para mí, llegaron mis Abuelos directamente hacia mí, entonces me dijo mi Abuelo:- ¡Hijo!, ahora si puedes abrazarme, ya estas listo, y sin esperar mas nos abrazamos los tres, mis Abuelos y yo, en un hermosísimo abrazo, en aquel abrazo sentí recibir el mas tierno y sublime amor, fue un sentimiento que jamás había experimentado. Se terminó mi desconcierto, desapareció el dejo de tristeza que sentí constantemente durante aquellos tres días. Mis Abuelos me sonreían de una manera maravillosa… ¡Como nunca antes! Mira Ricardo, me dijo mi Abuelo, hace tres días no permití que me abrazaras, porque acababas de morir, estabas lleno de confusiones, era lógico, así sucede siempre que alguien muere. No se da cuenta que ya murió, a veces tiene sospechas, pero no lo acepta, y es adecuado que sea así. Ahora estamos en una Dimensión parecida a la tercera, de hecho nosotros “los muertos” podemos ver a quienes permanecen en ella, pero ellos no, ni nos ven ni nos oyen. Esa es la razón por la que parecía que te ignoraban. -Vaya, vaya, con que eso era. Lo acepté de una manera que jamás hubiera hecho, tranquilo, lo que pasaba era que ya estaba viviendo otra realidad. ¡Así de simple! -Vamos a ver que fue lo que pasó Ricardo,(dijo el Abuelo) cuando reñiste con el muchacho, ése vestido de “Cholo”, tuviste la oportunidad de invitarle un trago, o de irte a tu casa. Pero decidiste reñirle. De no haberle reñido, nada hubiera pasado, o si después de pelear con él te hubieras ido a tu casa el “Cholo” al regresar, y no encontrarte no hubiera tenido otra opción que calmarse, y seguir su camino por la vida. Pero tú escogiste quedarte. Y así, le diste tiempo de ir por el arma con la cual te disparó. ¿Recuerdas el golpe que sentiste en la espalda?, fue el impacto de la bala, esa bala perforó tu pulmón izquierdo, eso te causó la tos incontrolable que te atacó, ¿recuerdas?, bueno, en realidad no necesito relatarte nada, tu mismo puedes verlo, cuando así lo decidas, pero eso no va a cambiar nada, de esa manera ocurrió todo. Y tú ya no perteneces al mundo de los vivos ni yo tampoco. -Tu Esposa ahora está muy dolida, pero eso se le pasará, Ella va a salir adelante con sus hijos. Te extrañarán por un tiempo y sin olvidarte seguirán sus vidas, y harán lo que tienen que hacer, no te culpes por los problemas que van a pasar, serán sus problemas, los van a superar de una forma adecuada. Tú podrás verlo más adelante. Tus problemas como Humano, por lo menos en la existencia que acabas de concluir, ya terminaron y tú decidiste como hacerlo, fue violento, sí, pero rápido, no hubo sufrimiento físico, al que tanto tememos cuando existimos como Humanos. Tambien porque ese era tu plan, ya te lo explicarás tu mismo, cuando sea oportuno que lo sepas. Por ahora con esto que te he dicho, es suficiente para que empieces a desprenderte de todos los apegos terrenales. Cuando sea apropiado tendrás toda la información que sea necesaria. Después de esa conversación con mi Abuelo, quedó todo muy claro, aquella tristeza tan grande, de todos los de mi familia, era por mi muerte, aquel Velorio era mi propio Velorio, los llantos las flores, eran para mi, y ahí estuve, pero hasta ahora sé que era por mi eterno descanso por lo que oraban, era por el perdón de mis pecados por lo que clamaban clemencia, fue por mí, por quien Yo oré tan fervientemente en mi propio Velorio. Era por mí, por quien doblaba tan tristemente la campana del Panteón aquella tarde del mes de Octubre. Pronto estarían llevando flores a mi Tumba, el 2 de Noviembre próximo (día de Muertos). Es cierto aquel dicho que reza: “No se sabe lo que se tiene, hasta que se ve perdido”, lo digo, por mí, al marcharme de esta manera, he provocado mucha tristeza en mi familia, pero pronto se “resignarán”, siempre ha sido así y así seguirá siendo. Pero desde “acá” puedo darme cuenta exacta, de todo lo que viví junto a ellos, realmente fue maravilloso, a pesar de la pobreza, de todas las carencias que tuvimos; que por cierto siempre se resolvieron. No cabe duda, todo problema tiene una solución adecuada esperándole, sólo hay que saber encontrarla, o simplemente dejar que llegue. Pude conocer lo hermoso que es el amor terreno, pude ver tambien de qué manera me amaban mis Padres, mis Hermanos, mi Esposa y mis Hijos, a pesar de mis defectos. Me di cuenta de que tambien tuve la oportunidad de hacer las cosas de distinta manera. Pero no lo hice, haciendo uso de mi “Libre Albedrío”, hice todo tal como me dio la gana, fuera o no lo correcto, según lo establecido por la Sociedad en que viví, y el final es éste. Y no podía ser de otra manera. Que cosa tan maravillosa es el “Libre Albedrío”. Mientras vives como humano, puedes hacer lo que tú decidas, ir a la izquierda, a la derecha, regresar sobre tus pasos, seguir adelante o permanecer estático. ¡Y todo es adecuado! Nadie puede ni tiene derecho a decidir por ti. Incluso se pueden violentar las leyes establecidas por la Sociedad, para la convivencia armónica. Es tu decisión y es adecuado. Sin embargo, al violentarlas, tu mismo hechas a andar la Ley de “Causa y Efecto”. Entonces tambien es adecuado que la Sociedad te imponga la sanción correspondiente a la violación que hayas efectuado. Porque conocer las Leyes y no obstante violarlas, se entiende que lo hacemos por decisión propia, a riesgo de ser castigado por ello. Así que respetar las Leyes o no, es decisión de cada quien. Es el pleno derecho al uso del Libre Albedrío. Sin olvidar que nuestras acciones generan reacciones… inevitablemente. Por lo tanto yo viví, de acuerdo a mi voluntad, he muerto como escogí morir, pude haberlo hecho de diferente manera. Pero no lo hice. Ahora puedo decir que morir es consecuencia de haber vivido, y, es adecuado. DE HABERLO SABIDO, quizá hubiera decidido hacer las cosas de diferente manera. Pero no lo sabía, y… fue lo adecuado. Ahora entiendo que al nacer tenemos plena conciencia de cuál es nuestro plan de vida, pero dicho conocimiento se va perdiendo a medida que vamos aprendiendo, los dogmas y costumbre del grupo humano dentro del cual hemos nacido, hasta no recordar nada. Pero esto forma parte también de ése proyecto, para desarrollar en el periodo de existencia como humano la experiencia que enriquece a la Cósmica. De antemano sé, que es difícil que me entiendas, pero cuando llegue el momento lo entenderás, ojalá que sea antes de estar en el plano en que Yo me encuentro ahora. D.A.R. (Todos los derechos reservados)
Posted on: Tue, 18 Jun 2013 23:29:04 +0000

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