CONDENADOS (en memoria de dos desaparecidos, por Francisco Muscari) En las visitas que le hacía, cada vez más espaciadas, lo encontraba distinto, taciturno, preocupado; indiferente por los temas que antes tratábamos con pasión. Y hasta puso fin a las largas caminatas que solíamos practicar juntos. El tablero de ajedrez, compañero de interminables veladas; había dejado de presidir nuestros encuentros. Eso en si sólo, era un llamado de atención. Sabía de las dolencias de mi primo, pero nunca las juzgué de gravedad. Su carta, me causó una gran pena y un raro presentimiento: Buenos Aires, 3 de noviembre de l995- Estimado Juan Ignacio: Con el deseo que te encuentres bien junto a tu familia, en ese lugar tan hermoso del Sur, te escribo la presente. Quizás te sorprenda que lo haga en un plazo desacostumbrado. Es que las novedades que te haré saber, urgen hacerlo. Como habrás comprobado en tu último viaje: la salud me sigue teniendo a maltraer. Desde aquel violento infarto, no pude recuperarme; ahora son mis bronquios y mi cabeza los que están muy afectados. Tengo asumida la gravedad. No intentes viajar; no llegarías a tiempo, y ya no estás para esos trotes. Que esto se acaba, lo certifica la visita del cura Arguello, a darme los Santos Óleos. Me marcho de esta existencia convencido de haber transitado una vida feliz, compartida con una buena familia y fieles amigos: vos mi querido Nacho, el mejor. Estos días fueron de pasar revista a lo vivido: destaco los momentos que disfrutamos. Buenas charlas, acompañadas de estimulantes bebidas y de exquisitos tabacos (así quedaron mis pulmones, pero quien me quita lo bailado). Te hago saber, que he instruido a Victoria, mi buena esposa, para que te sea entregado el juego tibetano de ajedrez, que tanto ponderabas (buena espera te costó), y, además, una caja que contiene algunas pertenencias que sólo a vos te pueden interesar y, que te encargo de manera muy especial: sabrás que hacer con ellas. Lo siento, no puedo continuar; me cuesta concentrarme. Me despido con un agradecimiento por tu eterna amistad y en la seguridad de tu franca condolencia. Ruego a Dios te proteja, y se apiade de mi alma. Mis respetos a tu familia. Te abraza Enrique Pdta. Nacho: Este dictado fue para papá un sacrificio enorme; de todos modos se empeñó en hacerlo. Ni fuerzas tuvo para confesarse. Recomienda entregarte en manos, el juego y la caja. Hoy lo he visto llorar al besar a sus nietos. Amanda Tenía razón, no llegué a verlo con vida. Luego del sepelio, me fueron entregados el codiciado juego de ajedrez y un arca de madera prolijamente lustrada. Al tomarla, un ligero gesto de extrañeza en mi cara no pasó inadvertido: “Notarás que por lo que pesa, no han de ser monedas de oro” –Dijo Amanda-. Victoria bajó la cabeza sin comentarios. Luego de pasar unas horas de afligidas tertulias, me retiré al cuarto de huéspedes. A la mañana siguiente viajaría en el primer vuelo hacia el Sur. Estaba cansado, pero mi curiosidad por ver qué encerraba la caja, pudo más. No tenía ningún tipo de cerradura y la tapa estaba sellada. Tratando de no hacerle daño, finalmente logré separarla. Arriba de unas decenas de papeles desiguales y ajados, había un sobre dirigido a mí, ansioso lo abrí y comencé a leer: Buenos Aires. 15 de setiembre de l995.- Nacho: Si estás leyendo estas líneas yo ya habré partido de este mundo. Me queda poco y estoy preparado. Al ver el resto del contenido de la caja, te darás cuenta por que te lo confío. Todos estos años he tratado de olvidar un pasado, que me tuvo como protagonista de horribles operativos. Quizás te sorprenda que nunca te haya comentado nada al respecto pero, no quise comprometerte. Sabrás como militar, lo ultra secreto de “ciertas prácticas”; aunque infinidad de veces, deseé compartir con vos lo que me estaba ocurriendo; máxime cuando comenzaron mis problemas. Pero, la decisión de afincarte en Puerto Deseado, alejó esa posibilidad. Me vi involucrado así, en acciones abusivas, que luego serían de rutina. Se me había hecho carne la arenga: ¡La historia nos ha de justificar . . ! Y seguí, hasta perder la conciencia de lo que estaba haciendo, pero miradas acusadoras, entre ellas, y, principalmente las de mi esposa, me hacían volver a la realidad, si bien, siempre me las arreglé para evadir las sospechas que me inculpaban. Cada día era más el esfuerzo por mostrarme una persona honorable y equilibrada. Mi verdadero drama iba tomando dimensiones, a medida que veía crecer a mis hijos y a mis nietos: no era el padre ni el abuelo que creían. Un pasado brutal se me vino encima. El corazón fue el primero en avisarme, luego la mente, que a modo de reproche me decían que no iba a haber olvido. Una profunda depresión se fue apoderando de mí.. Debajo de esta carta verás papeles sueltos; son notas que he leído, y leo una y mil veces con un deseo irrefrenable. No puedo quitármelas de la cabeza, al punto de repetir párrafos enteros sin proponérmelo. Una obsesión que me está volviendo loco, que ha convertido los días en un tormento, y lo más trágico es que no puedo deshacerme de ellas; cuando lo intento, sus autores se aparecen en imágenes fantasmales reclamándome piedad. Peor es por las noches, no puedo dormir, y cuando lo logro las pesadillas son atroces. Noche tras noche despierto con Victoria espantada al lado mío. Te preguntarás porque no terminé con esto de otra forma: el suicidio no serviría de nada. Mi familia y “algún interesado”, también se preguntarían porqué. Exponerlos a la humillación que esto salga a la luz, es dejarles una herencia muy ingrata. Estoy condenado, pero considero a estos problemas de salud que me están matando, como una bendición. Nacho, trata de perdonarme; estoy arrepentido por lo que hice. En tus manos queda qué hacer con las notas. Quizás de ello dependa que pueda descansar en paz. Gracias amigo. Se despide para siempre Enrique Desconcertado, finalicé la lectura . . . ¿Qué contenían esos escritos, que trastornaron tanto la existencia de Enrique? Tome uno al azar: Querido Fer: Ésta, seguro que te va a llegar. Se la doy al flaco Z; el dato me lo pasó un vago y, también la mala, que yo, ya estaba condenado. Esto está cada vez peor. Los aprietes son terribles; te hacen de goma de mil maneras. Acá siempre es noche. No veo un carajo, ojalá puedas entender lo que escribo. Me duele todo; las tripas, como no morfo, se retuercen y joden. Perdoná las pálidas. Ustedes háganla mejor: cuando puedan bórrense; después, si tienen ganas, le siguen dando. Como no hablo con nadie, chamuyo conmigo mismo, ¿qué loco no? A veces me voy de mambo, digo gansadas y se me da por cantar Pedro y Pablo, ¿qué tal? Lo hago para no pensar. Pensar, pensar . . .¡Qué lo remilparió!, no puedo cerrar la diarrea de cosas que me pasan por el bocho. Quisiera dormir y dormir; porque la pesadilla es cuando estoy despierto. La tensión, sabés; es por la bronca, la impotencia, el miedo a que vengan y te alcen. Estos hijos de puta me van a matar. Lo que me hace más bolsa, es la vieja. Te juro que la veo, se acerca, me quiere abrazar. ¡Qué mierda! Y lloro, lloro igual que un pendejo. Y la piba ¿qué hará? Cómo la deseo . . . Para colmo la dejé preñada. Metí la gamba justo ahora. Ayudala. ¡Qué sueños Fer! . . . el idealismo, la defensa del proletariado. Nos empachamos con los vates de la literatura roja. ¿Servirá de algo? ¿No habrá sido al pedo? ¡Ah! Pelotudos! . . .Si los Somozas, los Batistas, los Procesadores se multiplican como ratas. Trompadas al aire ¿Y la barra; queda alguno? ¡Que tarados; cómo nos chuparon! Quién iba a pensar; el cordobés, milico. Maldito judas; morfaba con nosotros, tomaba mate . . . El mate, el faso, los extraño tanto. Cómo calmarían mi soledad. Lo que más me revienta, es que los turros te baten siempre la misma: “zurdito, mañana seguís vos”. ¡Ojo! Algunos aflojan y zafan. ¡También! Pero, no deschavé: me van a hacer boleta. Entraron sin capucha. No te hablan más, no te miran a los ojos. ¡Es la señal! . . . Estás muerto. Antes de borrarte, te hacen tragar una falopa con ginebra, después un plomo en la nuca, o un viaje (?) y chau pichi. Vos decías que yo era fuerte, ¡minga! Fuerte las pelotas. Me estoy cagando. No me olviden . . . Los llevaré conmigo. Los quiere. Rolo Me vence el sueño, pero trato de leer otra . . . . . . a mi hermano también. Pobre gordo. Ruego, no lo maltraten, es tan debilucho. La letra me sale rara: me pasaron una cosa por el cuerpo, que me dejó temblando. ¿Qué quieren? Si yo no sé nada. Estos garabatos te los mando por uno que a veces me da chocolate, claro: es muy “cariñoso”. Voy a salir de esto, VOY A SALIR; tengo fe en DIOS. Paulita, me parece que Arquitectura nunca más. Cuando esté libre, voy a matar a besos a todos los que quiero. Voy a viajarme todo, a dormir al sol, salir de la Tierra . . . Volar . . . Lamentos, socorros, esperanzas . . . Palabras que buscan destinatario; anónimos de luchas perdidas. ¡Ah! ¡Mi querido Enrique!, infinidad de veces intenté que te abrieras conmigo, pero al pretender entrar en tema, te estremecías y allí se terminaba todo. Sabía el porqué: conocía tu misión. Yo formaba parte del último eslabón; tus “envíos” me llegaban a mí: “Operativo Aéreo Final”; periódicas incursiones marítimas, que distaban mucho de ser un simple apoyo logístico a naves mercantes, como creías. ¡Divergencia nefasta entre la apariencia y la realidad de nuestras acciones! Pero; no pidamos perdón . . .¡La historia nos ha de justificar . . . debemos de sentirnos orgullosos! No leo más, son todas del mismo tenor . . . Mañana, cuando llegue a casa, con una copa generosa de aquellos tragos que sabíamos tomar; frente a una chimenea bien provista de chispeantes robles secos, voy a arrojar al fuego, uno por uno, estos viejos papeles: que nunca debieron de existir. Seguramente con esto descanses en paz. BUENOS AIRES.- Por causas que se tratan de establecer, el primer vuelo de LADE del día de la fecha, con destino a Puerto Deseado, cayó al mar. No hubo sobrevivientes. (TELAM) F I N Francisco Natalio Muscari- 1er. Premio Cuento Asociación de Letras y Artes Marplatense 2004
Posted on: Mon, 24 Mar 2014 19:47:41 +0000
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