CONFIAR HACE QUE USTED SEA AYUDADO Jehová es mi fortaleza y mi - TopicsExpress



          

CONFIAR HACE QUE USTED SEA AYUDADO Jehová es mi fortaleza y mi escudo; en él confió mi corazón, y fui ayudado, por lo que se gozó mi corazón, y con mi cántico le alabaré. Salmo 28:7 Hay cosas que muchos pierden por no saber lo que la Palabra de Dios dice sobre determinados asuntos. David entendió que Dios era su fuerza y su escudo; consecuentemente, por el hecho de que su corazón haya confiado en el Altísimo, fue ayudado. Independientemente del tamaño del enemigo y de las adversidades por las cuales pasaba, aquel siervo del Señor vivía alegre y nunca alababa al Todopoderoso con el cántico de otro. Usted confiará en Dios cuando entienda que Él también es su fuerza y su escudo. Sin que conozcamos lo que la santa Palabra nos dice, no debemos esperar que seamos ayudados en nuestras dificultades. Pierde mucho quien no sabe lo que las Escrituras dicen sobre sus derechos en Cristo. De hecho, cuando viene la prueba, los que dejan de buscar lo que les pertenece no tiene ni siquiera noción de cuál actitud debe tomar. Lo peor es que, en las horas cruciales, ese tipo de persona es susceptible a aceptar, de alguien, una orientación que no sea la de Dios. Parece simple, pero, si usted no entiende que su fuerza y su escudo son el propio Dios, perderá mucho. Aunque el Señor sea majestuoso y habite en un alto refugio, Él se declara como nuestra fortaleza. Mire bien, Él no solo nos fortalece, sino que también es nuestra propia fuerza. De este modo, ¿cómo podemos confesar que no venceremos si Él está en nosotros para hacernos más fuertes que el adversario? Además de ser nuestra fuerza, Él es nuestro escudo. Si usted tiene ese entendimiento y, creyendo a lo que le fue enseñado, confía que ninguna saeta del infierno le alcanzará, vivirá tranquilo y pasará por la vida ileso. Fue por eso que David declaró: Caerán a tu lado mil, y diez mil a tu diestra; mas a ti no llegará (Salmo 91:7). La Palabra divina tiene que ser aceptada tal como fue escrita. David nos revela un gran secreto: él fue ayudado porque confió. Si su corazón no confía en lo que el Señor le dice por la predicación, por la lectura bíblica o por la meditación en lo que le llamó la atención en la Biblia, usted no conseguirá creer. Depositar la confianza en el Señor no es algo que hacemos con mucho esfuerzo; simplemente, dejamos de creer en la amenaza del maligno y pasamos a confiar en lo que el Padre nos dice al corazón. Para David, no importaba el tamaño del enemigo; él estaba siempre alegre, aun en apuros y en medio a las adversidades (Salmo 119:92). El corazón que confía no pierde la alegría que le es dada por la revelación de la Palabra. Incluso la alabanza de David venía directamente del Señor en la gran congregación. Él alababa a Dios con su cántico, y no con el de otros. Al entender que el Señor también es su fuerza y escudo, usted confiará. Eso es lo que usted debe buscar; al final, “comer por las manos de los demás” nunca producirá la fe verdadera que mueve el poder divino. Cuando usted sea enseñado por Dios, su corazón se alegrará y, así, sabiendo lo que es en Cristo y lo que puede hacer en el Señor, usted vencerá.
Posted on: Mon, 16 Sep 2013 11:22:42 +0000

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