Capitulo 16: El Templo, Segunda Parte En capítulos - TopicsExpress



          

Capitulo 16: El Templo, Segunda Parte En capítulos anteriores… Siguiendo con la misión de alcanzar el castillo en la zona más elevada de la isla de la Reina de la muerte, los caballeros de Plata de Flecha, Cuervo y Mosca logran alcanzar una de las rutas directas al castillo. Sin embargo y cuando parecía que estaban a punto de alcanzar su objetivo, los tres caballeros se ven sorprendidos por el caballero negro de Géminis, el más poderoso de todos ellos y de fama conocida. A pesar de la superioridad numérica y los intentos incansables por parte de los caballeros de Plata, Castor de Géminis se muestra implacable y superior en todo momento, logrando derrotar a los caballeros de plata de cuervo y Mosca. Maya, el caballero de la Flecha tiene claro que aunque morirá en el combate al ser inferior su poder comparado con el del caballero negro, se marca como objetivo herir al caballero negro o cuanto menos agotar parte de sus energía con el fin de que eso sirva y ayude a otros caballeros del Santuario a derrotarle en futuros combates. Maya intenta en repetidas ocasiones y con todos sus ataques y técnicas cumplir su objetivo, pero una vez más, el Castor de Géminis hace uso de su superioridad y tras varios golpes con su energía al máximo, acaba por dar muerte al caballero de la Flecha. Por su parte, Archenar de Eridano continua con reservas al caballero negro de Capricornio, quien tras varios kilómetros caminando en silencio, conduce al caballero de bronce hasta la zona donde se levanta un antiguo templo. El caballero negro revela que dicho templo es el lugar más importante de la isla, más que el castillo en lo alto de la Isla, ya que es en el templo donde se reparan las armaduras de los caballeros negros y donde se hacen replicas de las armaduras robadas. Archenar se muestra reacio pero el caballero negro insiste en la necesidad de destruir el templo y las armaduras allí guardadas para asestar un golpe mortal a la orden de los caballeros negros. El caballero negro informa a Archenar que muy cerca se encuentran varios caballeros del Santuario a los que debe avisar para atacar al templo. Tras marcharse y dejar a Archenar solo y pensativo acerca de si creer o no la información, esté finalmente decide buscar a sus compañeros para informar y analizar que pasos tomar. Archenar se topa poco después con el caballero de oro de Leo y con Helga, caballero de bronce de Jirafa. Helga se muestra reacio y tiene dudas, pero Ioras sospecha de la posible identidad del caballero negro de Capricornio y dado que al caballero de bronce de Eridano también le da una extraña sensación la conducta del caballero negro, los tres caballeros deciden dirigirse al templo. Y ahora, la continuación. Isla de la Reina de la Muerte Liderados por Ioras de Leo, el grupo de caballeros del Santuario se había dirigido hasta el templo descubierto por Archenar de Eridano tras la ayuda del caballero negro de Capricornio. A pesar de las dudas e interrogantes que rodeaban a la decisión del caballero negro para ayudarles, Ioras de Leo y los demás caballeros no podían dejar pasar la oportunidad de destruir el templo donde se guardaban, replicaban o se reparaban las armaduras de los caballeros negros. Tras recorrer varios kilómetros a gran velocidad, los tres caballeros alcanzaron las puertas del templo. - Bien, ya estamos aquí, es posible que el templo este custodiado y además tenga varios niveles subterráneos y viejos túneles. – Expuso Ioras de Leo. – Debemos estar en todo momento alerta y por el momento será mejor no separarnos. - Estoy de acuerdo, vayamos con prudencia, aun no sabemos que sorpresas nos deparará este templo y tampoco sabemos si ese caballero negro nos ha dicho la verdad. – Dijo Helga de Jirafa. - Muy bien, entremos entonces. Los tres caballeros se dispusieron a entrar cuando de repente tres extrañas sombras salieron del interior del templo. - ¿Cómo osáis penetrar este templo sagrado?. – Preguntó de forma arrogante una de las extrañas sombras. - Venir aquí e intentar entrar en este templo será vuestra perdición. – Añadió una segunda sombra. – El castigo que sufriréis será el morir lenta y dolorosamente. - ¿Quiénes sois?...- Preguntó Helga de Jirafa. Las extrañas sombras dieron un paso al frente para dejarse ver por los caballeros del Santuario. - Más caballeros negros, lo esperaba. – Dijo Ioras. - Mi nombre es Mair de Cuervo. - Yo soy Termal de Ballena. - Y yo soy Masnil, caballero negro de Canis Major. - Será mejor que os apartéis nuestro camino inmediatamente u os apartaremos nosotros. – Dijo Archenar. - Vaya, atrevimiento no te falta para ser un simple caballero de bronce. – Respondió Termal de Ballena. - Como…. - Si queréis entrar en el templo deberéis pasar por encima de nosotros y eso es algo que no vamos a permitir. – Apuntó el caballero negro Masnil de Canis Major. - No podréis detenernos, sabemos lo que oculta este templo y estamos dispuestos a dar nuestras vidas si es necesario para terminar con él y darle así un golpe final a la orden de los caballeros negros. – Comentó Archenar. - Esas palabras solo os llevaran a un combate en el que todos daréis vuestras vidas inútilmente. - Eso ya lo veremos, yo me encargare de los tres a la vez. – Dijo Ioras. – Prepararos, caballeros. Ioras aumentó su energía al máximo para preparar su ataque. Tras unos segundos y cuando Ioras ya había concentrado gran parte de su energía cósmica, una gran bola de energía salió desde el interior del templo, golpeando brutalmente al caballero de oro de Leo a la altura del estomago y haciéndolo saltar por los aires a varios metros de distancia. - Ioras, ¿estas bien?. – Preguntó un preocupado Archenar. - ¿Cómo se encuentra, Archenar?. – Preguntó Helga. - Esta inconsciente, pero parece que esta vivo. – Respondió Archenar. - ¿Quién ha podido lanzar semejante ataque contra un caballero de oro?. - Ya os hemos dicho que entrar en este templo supondrá vuestro final. – Comentó Mair de Cuervo. – A diferencia de nuestros otros compañeros en la isla, nosotros no tenemos ordenes de combatir y acabar con los caballeros del Santuario salvo que amenacen este templo. Aun estáis a tiempo de desaparecer de aquí y salvar vuestras vidas. - Jamás, estamos aquí para acabar con la amenaza de los caballeros negros y créeme que cumpliremos esa misión. – Respondió Archenar mientras comenzaba a aumentar su energía. - ¡¡¡ Corriente Mortal!!! Archenar del Eridano aumentó su energía a sus máximos niveles y lanzó su ataque más poderoso contra los tres caballeros negros creado unas poderosas corrientes de aire que atraparon al caballero negro de Cuervo para lanzarlo violentamente contra una de las paredes del templo. Sin embargo sus dos compañeros lograban esquivar el ataque sin problemas. - No esta mal el ataque, caballero, aunque tendrás mucho que hacer para derrotarnos. – Dijo Termal de Ballena. - Miserable….me las pagaras. – Expuso un enfurecido y magullado Mair de Cuervo tras el ataque sufrido de manos de Archenar. - ¡¡¡ Por el vuelo de la noche!!! Mair de Cuervo concentró su energía cósmica creando una extraña aura negra que comenzó a rodear su cuerpo hasta el punto de hacerle desaparecer tras ser completamente envuelto. Como si de una nube se tratara, el caballero negro se abalanzo contra el caballero de Bronce de Eridano quien aumentó su energía e intento golpear al caballero negro, golpeando sin embargo la nube y por lo tanto al aire. De repente y tras el golpe fallido de Archenar, Mair de Cuervo apareció tras la extraña nube golpeando fuerte y repetidamente el cuerpo del caballero de bronce. - Espero que esta demostración de poder té sirva de escarmiento, caballero. – Dijo un sonriente Mair de Cuervo mientras Archenar intentaba ponerse en pie tras los golpes recibidos. - ¡¡¡ Por la furia de Cetus!!!. – Gritó por sorpresa el caballero negro de Ballena. Sin dar tiempo de reacción a los caballeros de bronce, el caballero negro de Ballena pillo desprevenidos a los dos caballeros, logrando alcanzarles de lleno con su ataque y causando graves heridas al caballero de Eridano. - Parece que este combate se aproxima a su final. – Comentó Termal de Ballena. - Jajaja….- Empezó a reír Archenar mientras se ponía de pie no sin dificultades. - ¿De que te ríes, caballero?, ¿acaso la proximidad de tú muerte té causa esa reacción?. - En realidad me río por que os habéis concentrado tanto en acabar con nosotros que no os habéis percatado de que Ioras ha penetrado en el templo. – Explicó un sonriente Archenar. - ¡¡¡¿Cómo!!!?, maldita sea, es cierto. – Apuntó un contrariado Masnil de Canis Major. - No puede ser, parecía estar inconsciente….- Añadió Termal de Ballena. - Ocuparos de los dos caballeros de bronce, yo iré tras los pasos del caballero de oro y avisare a nuestros compañeros del interior. – Dijo Mair de Cuervo. En el interior del templo, Ioras había recorrido el pequeño pasillo de la entrada. El templo estaba decorado con antiguas estatuas de los dioses griegos y parecía uno de los muchos templos existentes en el Santuario de Atenea, no en vano la isla era en el pasado parte de una gran extensión de tierra controlada por el legendario pueblo de los lemurianos. - Siento una gran presencia en este templo pero no parece ser un caballero negro. – Reflexionó Ioras mientras caminaba lentamente por el interior del templo. – Podría tratarse de alguno de los señores oscuros pero la presencia que siento es incluso superior a la de esos caballeros. Me preguntó que ocultará este templo. - Así que uno de los caballeros del Santuario ha logrado penetrar en el interior del templo, ese es un error que pagaras con su vida. – Dijo un caballero negro que acababa de aparecer junto a un compañero. - Caballeros negros…- Murmuró Ioras. - Soy Tobias, caballero negro de la Jirafa. - Y yo Molis, Caballero de Pez Austral. - Me importa muy poco como os llaméis, apartaros inmediatamente de mí camino. – Dijo Ioras. - Lo siento, pero tenemos ordenes de acabar con la vida de cualquier intruso en este templo y tú al entrar en su interior has sentenciado tú vida a muerte. – Respondió Tobias de Jirafa. - Puedes unirte a tus compañeros, se perfectamente que estás ahí, caballero. – Se dirigió un sonriente Ioras al caballero negro de Cuervo. Mair de Cuervo salió de detrás del caballero de oro para unirse a sus compañeros. - Debemos aguantar, Termal y Masnil no tardaran en acabar con los caballeros de bronce a las puertas del templo y se nos unirán en breve para acabar con la vida del caballero de oro. – Expuso Mair. - No té preocupes, aguantaremos lo que sea necesario hasta su llegada. - Vosotros los caballeros negros sois muy graciosos, ¿acaso pensáis, insectos que podréis plantarme cara?. – Comentó un sonriente caballero de Leo. – Los caballeros negros no podéis enfrentaros a un caballero de oro, da igual el número que seáis. - ¿Cómo dices?. – Preguntó indignado el caballero negro de Pez Austral. - Ya me habéis oído, aunque llegaran esos refuerzos que esperáis, seguís sin ser rivales para un caballero de oro. – Respondió Ioras. – En cualquier caso…no pienso perder el tiempo con vosotros, tengo asuntos importantes y una misión que cumplir. Los tres caballeros negros se pusieron en posición defensiva y bloqueando el paso a Ioras, el cual inmóvil y con rostro serio se fue concentrando para aumentar su energía cósmica. - ¡¡¡ Por el rugido del león de Nemeas!!!. – Gritó Ioras Ioras aumentó al máximo su energía cósmica hasta el punto de que el suelo comenzó a temblar ante el desconcierto y los rostros desencajados de los caballeros negros. Nada mas lanzar su ataque y a medida que avanzaba hacía sus enemigos, una grieta en el suelo se creaba como consecuencia del terrible poder del ataque del León. El impacto final sería brutal y los tres caballeros negros quedarían por unos segundos como suspendidos en el aire a merced de los distintos golpes del caballero de oro, saliendo finalmente despedidos, cayendo trozos de sus armaduras mientras recorrieron varios metros por el aire hasta caer violentamente contra el suelo y morir en el acto. - Pobres locos…- Murmuró Ioras mientras contemplaba los cuerpos sin vida de sus enemigos. - Bravo, caballero, debo felicitarte por una muestra de poder tan impresionante. – Dijo una extraña voz. - ¿Quién esta ahí?, ¿Quién habla?. - Los caballeros de Oro son sin duda los más poderoso del mundo, algo que los caballeros negros parecen no querer asumir a pesar de que es algo que conocen. – Expuso la extraña voz. – Supongo que la arrogancia es algo característico de ellos y eso les lleva a cometer la locura de querer enfrentarse a un caballero de oro de una forma directa. - Tal vez tú puedas ofrecerme un mejor combate si es que tienes valor para mostrarte. – Dijo Ioras. - Jajajaja. Mientras sonreía y se mostraba muy tranquilo a pesar de la presencia del caballero de oro, el extraño personaje camino lentamente hacía la luz, quedando visible ante Ioras. - ¿Quieren eres tú?, no eres un caballero negro. – Preguntó un desconcertado Ioras. – Eres un lemuriano, ¿no es así?, uno de los lemurianos supervivientes que renegó del Santuario y de la diosa Atenea y que decidió renacer la orden de los caballeros negros. - Mí nombre es Belaner y efectivamente soy uno de los pocos descendientes que queda de lo que un día fue el glorioso continente Mu. – Respondió el extraño personaje. – Veo que tal y como esperábamos, el Santuario ha dado la orden de poner fin a los caballeros negros. - Así es, no solo sois una amenaza para la paz en el mundo, si no que además vuestras acciones han sido en todo momento hostiles y habéis causado la muerte de leales caballeros de Atenea, así como el robo de armaduras del Santuario. – Expuso Iora. – Quiero esas armaduras robadas. - Debo decirte para tú curiosidad que esas armaduras se encuentran en este templo, pero siento decirte que alguien las espera con mayor deseo que tú. – Dijo Belaner. – Alguien esta muy interesado en obtener esas cinco armaduras y esta dispuesto a pagar un alto precio por ellas. - ¿Quién quiere esas cinco armaduras de bronce?. - Me temo que eso no es algo que pueda decirte, en cualquier caso el penetra en este templo y atacar a los caballeros negros ya es un motivo suficiente para acabar con tú vida. – Expuso Belaner. – Será una gran satisfacción luchar contra un caballero de oro. - Si quieres luchar que así sea, ya té sacare la información que necesite cuando estés moribundo. – Señaló Ioras. Ioras aumentó su energía al máximo, sus cosmos se había encendido hasta los limites máximos de un caballero, haciendo que las paredes del templo comenzaran a temblar y el aura dorada que rodeaba su cuerpo comenzara a desprender pequeñas descargas de energía. - ¡¡¡ Por el rugido del león de Nemeas!!!. – Gritó Ioras. El caballero de oro de Leo lanzó uno de sus más poderosos ataques contra un Belaner que lejos de preocuparse, permanecía inmóvil ante el avance de Ioras. A pesar del enorme poder desplegado por el caballero de oro de Leo, Belaner lograba eludir el combate extendiendo una de sus manos y creando una potente barrera de energía capaz de repeler el ataque de Ioras. - ¿Cómo es posible?, ha detenido mí ataque con una sola mano, no puedo creerlo. - Tus poderes son realmente impresionantes, dignos de un caballero de oro, pero no pueden hacer nada contra mí. – Comentó Belaner. – No sabes cuando tiempo hemos estado esperando este momento, el momento en el que los caballeros de Atenea caigan uno a uno y el Santuario vea temblar su dominio en la Tierra en nombre de la diosa Atenea. Tras la última guerra, la orden de los caballeros negros quedo prácticamente destruida, solo unos pocos sobrevivieron y los tres lemurianos que sobrevivimos al declive de nuestro pueblo y que no aceptamos unirnos a Atenea tuvimos que ocultarnos, huir para no ser descubiertos y para poder tener la ocasión de crear un nuevo ejercito de armaduras negras. - Atenea os tendió la mano, os dio la oportunidad de ir al Santuario, de vivir haciendo el bien y trabajar para luchar contra las fuerzas del mal sabiendo vuestras virtudes y conocimientos como grandes alquimistas. – Dijo Ioras. – Pero rechazasteis la oferta, queríais acumular poder, convertiros en los amos del mundo. - Sí y mira el resultado, hemos creado copias negras de todas las armaduras del Santuario, incluyendo la de los doce caballeros de oro, algo impensable en el pasado. – Señaló un orgulloso Belaner. – Y no solo eso, hemos creado armaduras propias, armaduras que solo existen en la orden de los caballeros negros. Muy pronto, el Santuario y sus caballeros será un recuerdo y Atenea no podrá regresar a la Tierra en una nueva reencarnación al no contar con protectores que luchen junto a ella y la protejan. - Eso no pasara, está isla será purgada del mal que en ella reside y los caballeros negros serán derrotados de una vez por todas. - Esta vez….no. Belaner cerró por unos segundos sus ojos para poco después abrirlos mostrándolos con un cegador brillo azulado. Con Ioras ala defensiva y muy desconcertado, Belaner aumentó su energía cósmica la cual dejaba impresionado al caballero de oro dado su gran poder. Sin mover un músculo, Belaner lanzó una serie de rayos que salían el aura azulada provocada por su cosmos concentrado. Con mucha dificultad, Ioras evitaba parte de los rayos lanzados pero finalmente era incapaz de eludir todos, siendo alcanzado en repetidas ocasiones hasta caer al suelo magullado. - Como puedes comprobar, a pesar de tú gran energía y tus poderosas técnicas, no puedes hacer nada contra mí, caballero. – Expuso Belaner. – Creo que es hora poner fin a tú vida, caballero de oro. Belaner aumentó su prodigiosa fuerza hasta sus niveles más altos y se propuso lanzar el ataque final para terminar con la vida de Ioras. Sin embargo y en el momento en que se disponía a lanzar su golpe, Belaner era sorprendido por un extraño e inesperado ataque no sol le obligaría a detener el suyo contra Ioras si no que le produciría una herida en una de sus manos. - ¿Quién ha osado?.... La mirada seria y enfurecida de Belaner tras recibir el ataque cambió a un rostro de desconcierto y sorpresa al comprobar la identidad de su atacante, ya que a los pocos segundos del ataque, el caballero negro de Capricornio apareció al lado del caballero de Leo. - ¡¡¡ Tú!!!...¿acaso has perdido el juicio, Ayax?. – Preguntó un enfurecido Belaner. - Todo lo contrario, estoy actuando como siempre he actuado y como siempre lo haré, enfrentándome a las fuerzas del mal. – Respondió Ayax. - Miserable….los caballeros negros té acogieron, té dieron un puesto de privilegio entre los doce señores oscuros….¿así es como lo pagas?. - A pesar de vestir esta armadura, nunca he sido ni he tenido la intención de ser un caballero negro. - Ayax….¿por que haces esto? ¿Por qué me ayudas?. – Preguntó un desconcertado Ioras. - Por que en el pasado fui un caballero del Santuario como tú, un defensor de la paz y la justicia y un fiel servidor de Atenea. – Respondió Ayax. – Pero un error que nunca me perdonare me hizo dejar el santuario y mí posición como caballero, siendo mí castigo venir y morir en esta isla maldita. - ¿Un caballero de Atenea?, ¿de que hablas?. – Nuevamente preguntó Ioras. - ¿Qué pudiste hacer para acabar aquí?. - Fue hace mucho, tiempo caballero. – Respondió Ayax. – Fui enviado por el Patriarca para visitar una aldea, al parecer había varios candidatos que nos habían recomendado para el adiestramiento de caballeros. Viaje hasta la aldea en la zona norte de Francia y allí me encontré con que la aldea había sido totalmente destruida y sus habitantes asesinados por una banda de asesinos y delincuentes. Seguí sus pasos y encontré su campamento en un valle no muy lejos de la aldea, no solo estaban ellos, si no también otras bandas similares, todas reunidas. En ese momento no pensé en otra cosa salvo en los cuerpos de los aldeanos, mujeres y niños asesinados a sangre fría. - ¿Qué hiciste?. - No actúe como un caballero de oro y mucho menos como un caballero de Atenea, no tuve reparos en usar todos mis poderes para vengar la muerte de esa gente. – Expuso Ayax. – Los mate a todos, arrase el valle sin dejar a nadie con vida, la zona quedo arrasada tras mis ataques, los cuales estuvieron movidos por la ira. Cuando me percate del alcance de mis acciones y de mí conducta….decidí que no era digno de vestir una de las armaduras de oro y ser uno de los maestros del Santuario al servicio de Atenea. Así fue como llegue aquí. - Una bonita historia, pero no cuentas como no tuviste reparos en aceptar la armadura negra de Capricornio y en unirte a los caballeros negros. – Dijo Belaner. - Fue la mejor manera de estar a salvo en la isla y al mismo tiempo saber de vuestros movimientos. – Señaló Ayax. – De ese modo, en el caso de necesitarlo podría ayudar a las fuerzas del bien, tengo que pagar con mis pecados pero nunca he dejado de luchar por la justicia y la paz si es necesario y por eso estoy aquí en ese momento. - Pero para ti, acabare con los dos. – Apuntó un Belaner sonriente. Mientras tanto a las puertas del templo, el combate entre los caballeros negros de Ballena y Canis Major contra los caballeros de Jirafa y Eridano continuaba su curso. Los caballeros de bronce se habían mostrado superiores a sus enemigos, pero Archenar de Eridano había sido herido y eso se había unido a que aun no estaba recuperado al cien por cien de su combate anterior a pesar de ser curado por el caballero negro de Capricornio. - Parece que tú compañero ya no esta en situación de combatir y mucho menos de ayudarte en esta lucha, caballero de Jirafa. – Comentó el caballero negro de Ballena. – Parece que después de todo hoy moriréis los dos aquí. - Archenar….¿como té encuentras?. – Preguntó Helga de Jirafa. - Lo siento…las fuerzas me han abandonado….apenas puedo moverme…. - No té preocupes, no dejare que esos dos se acerquen a ti. – Dijo Helga. - Es muy admirable tus intentos por salvar a tú compañero, pero deberías preocuparte por ti mismo dada la situación. – Señaló Masnil, caballero negro de Canis Major. – Estas solo y nosotros somos dos, creo que no hay mucho más que decir. - Yo volvería a contar, caballero. – Intervino una extraña voz. Inmediatamente, otro caballero del Santuario apareció de repente, colocándose junto al caballero de Jirafa. - ¡¡¡ Kei!!!. – Dijo un sonriente Helga. – No sabes cuanto me alegro de verte. - Veo que llego en el momento justo. - ¿Quién eres?. – Preguntó el caballero negro de Ballena. – Otro loco insensato que quiere morir. - Soy Kei, caballero de bronce de Gallo y aquí los únicos que vais a morir sois vosotros, caballeros negros. - ¿En serio?, veremos si eres tan valiente cuando mí este pisando tú cuello. – Dijo Termal de Ballena. – En guardia, caballero. El caballero negro de Ballena aumentó su energía al máximo sin quitar su mirada del caballero de bronce de Gallo, el cual a su vez clavaba su mirada en el caballero negro. - ¡¡¡ Por la furia de Cetus!!!. – Gritó Termal de Ballena. - ¡¡¡ Por las llamas sagradas!!!. – Dijo a su vez Kei. Aumentando su energía cósmica, el caballero de Gallo lanzó un potente y poderoso rayo compuesto por violentas llamas. A mitad el camino, el ataque del caballero de bronce se cruzó con el ataque del caballero negro de Ballena, creando una gran onda expansiva que desplazaría a ambos caballeros a varios metros de distancia. Mientras Kei intentaba ponerse en pie, el caballero negro de Canis Major se lanzó contra él para aprovechar su momento de debilidad. - ¡¡¡ Mordedura de la muerte!!!.- Gritó el caballero negro ante la mirada desconcertada de Kei. El caballero negro se acercaba a Kei, aun en el suelo, cuando de repente era atacado por dos golpes distintos. Dado que se encontraba concentrado en el ataque al indefenso caballero de Gallo, el caballero negro no pudo evitar los golpes, siendo alcanzado de lleno en el rostro y en el estomago y saliendo disparado por los aires hasta golpearse contra una de las paredes del templo. - Arghhh….¿que diablos?.....- Murmuró el caballero negro de Canis Major mientras intentaba levantarse. - Veo que eres un digno caballero negro, atacando a tú enemigo cuando esta en el suelo. – Señaló Helga de Jiraba acompañado para sorpresa del caballero negro por Archenar de Eridano, quien parecía haber logrado ponerse en pie y atacar. Tras ponerse en pie y tomar de nuevo posiciones de combate, los dos caballeros fijaron sus serias y enfadadas miradas en los tres caballeros de bronce. Mientras tanto en el interior del templo, Ioras y Ayax habían unido sus fuerzas para acabar con el Lemuriano Belaner. Los intentos combinados de los dos caballeros habían surtido efecto y Belaner aun siendo superior, se mostraba cada vez más nervioso ante la posibilidad de ser derrotado dado el poder de los dos caballeros. - Es inútil que sigáis, vuestros intentos por acabar conmigo son una perdida de tiempo. – Expuso Belaner. – Nunca podréis derrotarme y solo estáis apurando vuestros últimos minutos de vida. - Eso habrá que verlo, tú y los demás lemurianos en esta isla sois los responsables de los ataques y las muertes de varios caballeros del Santuario y de otros inocentes. – Comentó Ioras. – Debes pagar por tus crímenes y me asegurare de ello. Ioras aumentó su energía cósmica lanzando un nuevo ataque contra un Belaner, aunque este pudo una vez más defenderse y contrarrestar el poder del caballero de oro. Sin esperar ni un segundo, Belaner concentró sus energías, lanzando un poderoso rayo contra Ayax, quien a pesar de evitarlo, era alcanzado en un brazo y una pierna, quedando herido y sufriendo graves daños en su armadura. - Ayax….¿como estas?. – Preguntó Ioras. - Estoy bien, solo son unos rasguños. – Respondió Ayax ocultando la verdadera importancia de sus heridas. – Sin embargo mí armadura negra no parece que aguante mucho más. - Ya os lo advertí no tenéis ninguna oportunidad. – Dijo Belaner mientras lanzaba otro ataque que lograban eludir ambos caballeros. - Debemos hacer algo o terminara por darnos caza con sus ataques y acabar con nosotros. – Murmuró Iora. - Ayax…miserable traidor, tú serás el primero en morir. – Señaló Belaner. – ¡¡¡Prepárate!!!... Concentrando al máximo sus energía, Belaner lanzó un terrible rayo de energía contra Ayax, el cual se quedaba inmóvil aceptando que no era capaz de desviar el ataque. Cuando el golpe parecía ser el final de Ayax, una gran luz cegadora detuvo a Belaner y de repente hizo su aparición la armadura de oro de Capricornio, deteniendo el ataque y protegiendo a Ayax. - ¿Pero que es esto?. – Preguntó un desconcertado Belaner. - La…la armadura de oro de Capricornio, ha aparecido de la nada y ha detenido el ataque de Belaner. – Dijo un sorprendido Ayax. - ¿Por qué?... - Es la armadura de oro de Capricornio, ha venido hasta aquí para proteger a Ayax….su dueño y su portador…. Bajo la atenta y sorprendida mirada de Ayax, la armadura de Capricornio lanzó un haz de luz contra su cuerpo, desprendiendo la armadura negra que portaba Ayax y ocupando la de oro su lugar. - La armadura de oro….ha vuelto a mí. – Murmuró Ayax aun sorprendido. – Atenea habrá perdonado mis pecados… - Parece que la diosa Atenea ha perdonado tus acciones del pasado y te ha concedido una nueva oportunidad para luchar en su nombre por la justicia y la paz en la Tierra. – Dijo Ioras de Leo. – Será un placer luchar al lado de otro caballero de oro. - Insectos, da igual que seáis uno o dos los caballeros de oro que os enfrentéis a mí. – Expuso Belaner. – Acabaré con vosotros. Aumentando su cosmos, Belaner se concentró en preparar toda su energía para un golpe final con el que poder acabar con los dos caballeros de oro. Tras alcanzar su máxima fuerza, Belaner lanzó unos poderosos rayos de energía. Sin embargo, Ioras y Ayax concentraron su cosmos y ambos no solo evitaron el golpe de Belaner si no que además lograron golpear de lleno a Belaner con gran fuerza. Mientras Ayax sonreía mirando a un desconcertado Belaner, pudo comprobar como Ioras sangraba y se encontraba con una rodilla inclinada, aparentemente había sido herido. - Ioras…. - Estoy convencido de que he logrado evitar su ataque, pero aun así….- Expuso con ciertas dudas Ioras. - Jajajaja, eso es lo que les pasa a los que desafían a los caballeros negros y a los que levantan la manos sobre los señores lemurianos de esta isla. – Dijo una extraña sombra. - ¿Quién eres?. – Preguntó Ioras. - Yo se quien es. – Dijo Ayax. – Muéstrate….Irano, caballero negro de Escorpión. - Debo confesar que mí objetivo preferido hubieras sido tú, Ayax, pensar que no solo nos has traicionado si que en el fondo eras un caballero de oro Atenea es algo que me produce un gran desprecio. – Señaló Irano. – Sin embargo, el caballero de oro de Leo estaba en una mejor posición para mí ataque por desgracia para él. - Cobarde….no tienes honor al atacar por la espalda, aunque no se por que me sorprende, no en vano que se puede esperar de un caballero de oro. – Dijo Ioras enfurecido. - Jajaja, el honor….una de las muchas tonterías en las que os basáis vosotros los caballeros del Santuario. – Comentó un sonriente Irano. – En un combate solo importa la victoria, da igual el precio, solo cuenta la victoria y salir vivo de la batalla. - Has llegado en el momento preciso, caballero. – Apuntó Belaner. – Ahora podrás ayudarme a poner fin a las vidas de estos dos malditos caballeros de Atenea. Uniendo sus fuerzas, Belaner y el caballero negro aumentaron sus energías lanzando sendos ataques contra los dos caballeros de oro. A pesar de sus heridas, Ioras era capaz de esquivar el golpe del caballero negro logrando contraatacar al mismo tiempo que Ayax con un potente salto evitaba el ataque de Belaner, lanzando un fuerte golpe con su pierna derecha al rostro de Irano de Escorpión. Como consecuencia el golpe recibido por los dos caballeros, Irano salía despedido varios metros, perdiendo el casco y sufriendo varias heridas. - ¡¡¡Esta me la vais a pagar!!!. – Gritó Irano lleno de rabia. Movido por la rabia, Irano concentró todo su cosmos y se abalanzó sobre los dos caballeros de oro sin pensar en la táctica a usar. Aprovechando el estado del caballero negro, Ioras y Ayax aumentaron su energía, lanzando Ioras su ataque del rugido del león de Nemeas, logrando golpearle de lleno, al mismo tiempo que Ayax con otro prodigioso salto lograba eludir los golpes del caballero negro para de nuevo golpearle duramente en el rostro. Sin poder hacer nada para evitar los golpes, Irano caía a pocos metros de distancia con su armadura negra muy dañada. - ¡¡¡ Malditos!!!, no dejare que os riáis de mí de esta manera. – Dijo un enfurecido Irano. Mientras Irano preparaba un nuevo ataque bajo la atenta mirada de los dos caballeros de oro, los caballeros de bronce de Eridano, Jirafa y Gallo entraban en el templo tras derrotar al fin a los caballeros negros. - Nosotros nos encargaremos de él. – Apuntó Kei, el caballero de Gallo. - Insectos, pensáis que podréis enfrentaros a mí dado mí estado…como queráis, acabare con los tres de un solo golpe. – Dijo un contrariado Irano. Irano visiblemente enfurecido comenzó a aumentar su energía cósmica al mismo tiempo que los tres caballeros de bronce hacían lo propio. Tras llegar a su máximo poder en su estado actual herido y magullado, Irano lanzó su ataque contra los tres caballero de bronce, los cuales al mismo tiempo y sin temor alguno se lanzaron en carrera contra el caballero negro. A pesar de ser más poderoso el ataque de Irano, su estado actual impedía lanzar el ataque a su máximo poder, siendo capaces los caballeros de bronce de contrarrestar y superar el golpe y alcanzar de lleno al caballero negro, quien caía al suelo derrotado y con su armadura desquebrajándose. Por su parte, Ioras y Ayax se habían unido una vez más para atacar de forma definitiva a Belaner, quien a pesar de sus intentos no sería capaz de aguantar el ultimo ataque de los dos caballeros de oro, siendo finalmente derrotado. - Al fin lo hemos conseguido. – Dijo Ioras. – Estos lemurianos son mucho más poderoso de lo que pensaba, deberemos tener cuidado. - ¿Así que el caballero de oro de Capricornio?. – Se preguntó un sorprendido Kei de Gallo. – Había oído hablar de ti pero nunca pensé que té conocería en esta isla. - Lo que importa es que contamos con otro compañero de armas para esta importante batalla. – Señaló Ioras. – Debemos destruir este templo, pero antes sacaremos las armaduras de bronce de aquí y destruiremos las armaduras negras que encontremos. - ¿Cómo destruiremos las armaduras negras?. – Preguntó Archenar de Eridano. - Concentrando toda nuestra energía podemos destruir las armaduras negras y en ese estado y sin contar con ninguna ayuda por parte de un lemuriano o algo experto en repararlas, no podrán regenerarse y quedarán en el olvido debajo de las ruinas de este templo. – Expuso Ayax. - No perdamos más el tiempo, vayamos en su busca. – Señaló Ioras. Rápidamente, los cinco caballeros dejaron la sala donde habían estado combatiendo y descendieron por unas escaleras hasta los niveles inferiores. Tras una rápida pero exhaustiva búsqueda, los caballeros dieron con una gran sala donde colocadas sobre distintos pedestales se encontraban las armaduras de los caballeros negros muertos o que aun no habían tenido dueño. - Aquí esta, está es la gran sala de las armaduras negras….- Comentó Ayax. - Jamás imagine que vería algo así, una sala como la del Santuario pero repleta de armaduras negras. – Dijo Kei de Gallo. - Aquí están las armaduras de todos los caballeros negros que han caído en combate, preparadas para regenerarse o ser reparadas en caso de ser necesario. – Explicó Ayax. – Es en este momento cuando podemos destruirlas o causarles un daño irreparable. - ¡¡¡ He encontrado las armaduras de Bronce!!!. – Gritó Helga de Jirafa. – Están las cinco armaduras robadas por los caballeros negros. - Muy bien, vosotros tres coger las armaduras de bronce y sacarlas del templo. – Ordenó Ioras. – Es más, debemos ponerlas a salvo lo antes posible, regresar al Santuario de inmediato. Mientras sigan en la isla se corre el peligro de que puedan caer de nuevo en manos de los caballeros negros. - Es cierto, sacarlas de esta isla es lo mejor y lo prioritario. – Añadió Ayax. – Nosotros nos encargaremos de las armaduras negras y del templo. - De acuerdo, haremos lo que decís y sacaremos las armaduras de la isla. – Respondió Archenar. – Buena suerte….caballeros. Tras coger las armaduras de bronce, los tres caballeros dejaron el templo en dirección a la costa para intentar regresar al Santuario. Por su parte, Ayax e Ioras cumplieron su parte y tras concentrar y aumentar su energía al máximo, lanzaron sus ataques más poderosos contra la gran sala de las armaduras negras, causando graves daños en muchas de ellas y reduciendo a pequeños restos otras tantas. Con el ataque, los caballeros de oro dañaron los cimientos del templo el cual empezó a derrumbarse. Aprovechando su gran velocidad de caballeros de oro, Ioras y Ayax salieron del templo pocos segundos antes de que esté se desplomara enterrando las armaduras negras y el futuro de la orden de los caballeros negros. - Este es un importante paso para nuestra victoria y para poner fin a la amenaza de los caballeros negros de una vez por todas. – Comentó Ioras. - Aun hay mucho que hacer en la isla, pero desde luego….este ha sido un importante paso. - Continuemos, debemos llegar al castillo. – Dijo Ioras. Ambos caballeros de oro dejaron atrás las ruinas del templo y rápidamente pusieron rumbo al castillo donde tendría lugar el enfrentamiento final con los caballeros negros. CONTINUARA…
Posted on: Tue, 02 Jul 2013 23:41:46 +0000

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