Capitulo 7 Yo levanté la mirada de los brotes de alfalfa, - TopicsExpress



          

Capitulo 7 Yo levanté la mirada de los brotes de alfalfa, atónita. -Mamá, me parece que te equivocas. Luffy solo es mi pupilo, le doy clases… fuera de la universidad- Naturalmente, daba igual lo que dijera. -Sus colores son muy fuertes -siguió mi madre, como si no me hubiera oído-Veo mucho amarillo a tu alrededor. -¿Y eso es bueno? -preguntó Luffy, como si estuviera de verdad interesado. -Buenísimo. El amarillo es un color cálido y tiene que ver con la personalidad, con el ego- -Ah, ahora entiendo que tengas tanto -repliqué yo, pero Luffy me dio un codazo. -Tengo la impresión de que tu madre me entiende de verdad- -El amarillo muestra cómo nos sentimos sobre nosotros mismos y sobre los demás. Dice que eres una persona positiva y segura de ti misma- -Y tú pensando que era como los demás… -rió Luffy- ¿Y Nami? -Nami tiene un aura fría -contestó mi madre- Hay mucho índigo y azul. Eso significa que es valiente, seria y sacrificada, pero también amable y práctica. Luffy me dio un empujoncito con el brazo. -Seguro que te gustaría ser como yo. -Creo que hacen muy buena pareja -dijo mi madre. -¿Por qué hacemos buena pareja? El azul y el amarillo son muy diferentes -protesté yo- -Pero cuando los unes sale el verde, que es el color del equilibrio y la armonía -sonrió ella- El verde tiene que ver con el chakra del corazón. Cuando se trata de dar y recibir amor, es la combinación perfecta- -Gracias por no reírte de ella, Luffy-le dije cuando mi madre se marchó a su "regresión nocturna", tocando el péndulo de cristal que me había dado antes de irse-Sé que es un poco rara, pero… -Es tan sincera que es imposible que no me gustase -me interrumpió él-¿Por qué no me iba a gustar una persona enamorada de la vida como ella?- Nunca había hablado con Sanji sobre mi infancia. Tenía la impresión de que las cosas que decía mi madre lo harían salir corriendo y me sentí absurdamente agradecida con Luffy por ver su lado bueno. -Debió ser horrible para ti perder a tu padre cuando eras tan pequeña. ¿Lo echabas de menos?- -No mucho, la verdad -contesté yo-Entonces vivíamos en una comuna y había mucha gente alrededor. Además, no se nos permitía estar tristes. Teníamos que ser felices porque había ascendido a un plano superior -le expliqué, sacudiendo la cabeza-Pero fue mucho más difícil para mi madre. Se querían mucho y creo que se lanzó de cabeza a este lado espiritual de las cosas para poder superarlo. Mi madre no entiende muy bien la realidad y a veces me vuelve loca, pero al menos es feliz –suspiré-Además, ¿quién soy yo para decir en qué debería creer?- -No te imagino en una comuna -dijo Luffy -Yo la odiaba, pero la verdad es que era el mejor sitio posible para mi madre. Al menos así no tenía que preocuparse por el día a día- -¿No tenía que preocuparse de pagar la factura de la luz?- -Exactamente. Mis padres eran un desastre con el dinero y no se preocupaban de esas cosas… por eso nos cortaban la luz todos los meses. A ellos les parecía gracioso que yo me preocupase tanto, pero si no me hubiera encargado de las cosas prácticas no lo habría hecho nadie- -Parece que eran todo lo contrario a mis padres -dijo Luffy, mientras esperábamos en un semáforo- Los dos han estado siempre obsesionados por la seguridad económica. Pensaban que mientras nos enviasen a los mejores colegios y nos dieran todo lo que queríamos habían cumplido su labor como padres -suspiró- Bueno, no sé, somos una generación muy desagradecida, ¿no crees? Mis padres hicieron lo que pudieron, como los tuyos. No es culpa suya que nosotros quisiéramos otra cosa. Los míos me volvían loco, como tu madre te vuelve loca a ti, pero eso no significa que no los quiera. La verdad es que aun sigo buscando su aprobación, ¿sino porque todavía estoy estudiando?- -Al menos lo estás intentando -dije yo- Mi madre estaría encantada si dejase de estudiar para dedicarme a buscar ángeles- En ese momento pasábamos frente a una hamburguesería y el olor de la carne a la barbacoa hizo que Luffy se detuviera. -Mmmm, comida basura. ¿Sigues teniendo hambre? -¿Qué? ¿Después de esos deliciosos brotes de alfalfa? ¿Cómo puedes preguntar?- Pedimos dos hamburguesas para llevar y nos sentamos en los escalones de la National Gallery, frente a la plaza de Trafalgar. Era un día de febrero. Y yo me sentía mucho mejor que unas horas antes. Aún estaba un poco mareada, pero ya no me dolía la cabeza. Tal vez el cristal de mi madre funcionaba de verdad. -¿Qué haces? -preguntó Luffy cuando abrí la hamburguesa. -No me gusta el pepinillo-contesté, buscando un sitio para tirarlo -Trae, dámelo a mí -murmuró él, poniéndolo en su hamburguesa -¿Lo ves? Ya somos como una pareja de verdad- Ojalá no me hubiese recordado la absurda farsa en la que nos habíamos embarcado por la noche. No podía creer que hubiera aceptado. De hecho, seguía esperando que Luffy dijera que todo era una broma. -¿De verdad le has dicho a Ace que estábamos saliendo juntos?- -No -contestó él- Le he dicho que estábamos locamente enamorados- Yo quería apartar la mirada, pero mis ojos estaban clavados en los suyos y era como si de repente me hubiera quedado sin aire. Me sentía mareada pero centrada al mismo tiempo. Era una sensación muy extraña. Notaba la frialdad de los escalones de piedra, la brisa en la cara y el olor de la hamburguesa que tenía en la mano. Por fin, conseguí apartar la mirada, pero tuve que hacer un esfuerzo para respirar mientras observaba a los turistas haciendo fotografías a la estatua de Nelson y las palomas que alzaron el vuelo en ese momento… pero mirase donde mirase lo que veía era la cara de Luffy, como si estuviera impresa bajo mis párpados; su sonrisa, su mandíbula, las arruguitas que tenía alrededor de los ojos. ¿Desde cuándo me era tan familiar? ¿Cuándo había contado las arruguitas que tenía alrededor de los ojos? Intenté desesperadamente conjurar la imagen de Sanji, pero no sirvió de nada. ¿Qué ha dicho Ace? -le pregunté -¿Te ha creído? -Pues claro que sí. ¿Por qué no iba a creerme?- -Debes admitir que somos una pareja muy extraña- -A tu madre no se lo ha parecido -me recordó Luffy -Mi madre cree que las hadas bailan alrededor de las flores al amanecer. La palabra "extraño" no entra en su vocabulario- -Pues tampoco Ace ha parecido sorprendido -dijo él- Bueno, salvo de que tú pudieras haberte enamorado de mí. Parece pensar que eres demasiado sensata como para hacer algo así. Evidentemente, nunca te ha visto tomando martinis- Yo noté que me ardían las mejillas. Nunca volvería a probar un martini en toda mivida. -Pensé que lo que le sorprendería es que tú te hubieras enamorado de mí. Luffy se encogió de hombros- -Sospecho que le preocupa que te haga daño porque sabe que no soy de los que sientan la cabeza. Y cuando me dejes por Sanji seguramente se sentirá aliviado- . . . La entrevista de Galley La tendría lugar una semana después. Luffy vivía en una de esas casas de ladrillo y puertas decolores con las que yo siempre había soñado. Esa mañana, sin embargo, no estaba de humor para admirar la belleza de la calle o los alféizares llenos de flores. Me sentía ridículamente nerviosa mientras llegaba a la puerta, pintada de rojo, y no sabía por qué. Bueno, no, eso no es verdad. Sí sabía por qué. Era por aquella farsa en la que había acordado tomar parte. Era increíble que me hubiese dejado convencer, una locura. Y no saldría bien, además. Debería aceptar que Sanji no quería saber nada de mí y seguir adelante con mi vida. Pero en lugar de eso estaba comprometida a fingirme la novia de Monkey D. Luffy y era demasiado tarde para cambiar de opinión. Y le había dicho a Ace que estábamos enamorados… Sólo imaginar esa conversación hacía que me marease. Luffy había agarrado mi mano en el salón, yo sabia que solo lo estaba haciendo para que todos vieran y empezaran a contarlo por ahí… cosa que habían hecho, por supuesto. Llevaba cinco minutos en clase y las chicas me mandaban papelitos exigiendo saber que pasaba, y Vivi me mando un mensaje de texto. Pero eso había sido el dia anterior y no tenia ninguna razón para seguir sintiendo ese cosquilleo en la mano, ninguna razón para estar tensa. Y, sin embargo, lo estaba. En fin, no tenia sentido pensar en ello, llame al timbre de la casa de Luffy y apareció tan sonriente como siempre. Llevaba unos vaqueros gastados y una camisa, los pies descalzos, el pelo alborotado. -Hola -le dije, horrorizada al notar que me temblaba la voz. -Hola -dijo él. Y antes de que pudiera evitarlo me dio un beso en los labios. Fue un roce breve, la clase de beso que un hombre como Monkey D. Luffy le habría dado a cientos de mujeres en su vida, pero a mí se me aceleró el corazón. Te juro que todo el vello de mi cuerpo se puso de punta. -¿Qué haces?- -Nada, meterme en el personaje -contestó él, alegremente- No había pensado en los beneficios de promocionar la imagen de Galley La hasta ahora. ¿Quién hubiera dicho que sería tan fácil hacer feliz a mi hermano? Pasa y verás dónde estamos teniendo nuestra tórrida aventura- "No podremos apartar las manos el uno del otro", recordé que me había dicho. "En cuanto entremos empezaré a besarte y tu me devolverás los besos. Te apoyarás en el quicio de la puerta y tirarás de mí". Ahora no podía dejar de mirar la puerta e imaginar cómo sería sentir la dura madera en la espada, el peso del cuerpo de Luffy, su boca en la mía, sus manos ardientes y ansiosas…Tuve que tragar saliva mientras miraba alrededor. Aunque no era fácil disimular, no iba a dejar que viese cuánto me había afectado ese beso. No era una casa grande, pensé, pero había ampliado la cocina con una pared de cristal. -Bonita casa- -No puedo decir que yo haya tenido nada que ver, estaba así cuando la compré. Quería un sitio en el que no hubiera que hacer obras- -Ni limpiar, por lo visto -murmuré yo, paseando por el salón, donde las motas de polvo estaban por el aire. Podría haber sido una habitación preciosa, pero había cosas tiradas por todas partes: un sombrero viejo colgado del respaldo de una silla, el sofá lleno de periódicos, libros sobre las mesas y en el suelo, tazas sucias, latas de cerveza vacías… -¿Cómo demonios puedes encontrar nada aquí?- -Tengo un sistema -dijo Luffy -Y, evidentemente, no incluye poner cada cosa en su sitio- Él hizo una mueca. -No tiene sentido hacer eso. Sólo vengo aquí a dormir cuando llego de algún viaje- -Qué pena -murmuré yo- A mí me encantaría vivir en un sitio como éste. De hecho, es la casa de mis sueños- -¿Para la que estás ahorrando?- Las posibilidades de que yo pudiera ahorrar el dinero suficiente como para comprar una casa así eran tan remotas que me dio la risa. -Estoy ahorrando para comprar un estudio y tendré suerte si puedo pagarlo. Pero si no gano la lotería nunca podré comprar una casa como ésta -le dije, mirando alrededor -Pintaría la puerta de color azul y tendría flores en todas las ventanas- -¿Qué le pasa al color rojo?- -Nada, pero cuando era pequeña soñaba con una casa que tuviera la puerta azul, así que juré que si algún día compraba una tendría la puerta de ese color. Sería muy luminosa y tendría el suelo de madera brillante y todo estaría ordenado… como podría estarlo esta casa si no fueras tan desastroso- -A mí me parece cómoda- -Sí, bueno, cómoda o no, vamos a tener que arreglarla un poco antes de que aparezcan Perona y el fotógrafo. Pero cuando iba a apartar los periódicos que había sobre el sofá, Luffy sujetó mi mano. -¡Estate quieta! Si empiezas a ordenar nunca encontraré nada. Pensé que la idea era que los lectores me vieran en mi propia casa… -No, la idea es que los lectores vean cómo podrían ser sus vidas si comprasen en Galley La-le recordé yo-Tú deberías saber cómo funcionan estas cosas. Hay que crear una imagen, no mostrar la realidad- Sin hacer caso de sus protestas, recogí todas las copas que pude encontrar para llevarlas a la cocina. Me alegraba tener algo que hacer porque así podía disfrazar mis nervios con actividad. -Tendremos que ofrecerles un café, digo yo. ¿Tienes café?- -Por algún sitio… -Luffy depositó una pila de periódicos sobre una silla y abrió la nevera. Era la nevera típico de un adolescente de las películas de Hollywood: Colas medio abiertas, una caja de pizza… que asco. -Debe haber una cafetera por aquí…-Estaba en el fregadero, sucia, y yo no quería ni pensar el tiempo que debía llevar allí. Arrugando la nariz, tomé el estropajo y me dispuse a fregar la cafetera y las tazas. -¿Cómo está el resto de la casa? -le pregunté después. -Aún no he terminado de deshacer las maletas -contestó Luffy mientras abría la puerta del dormitorio."No he terminado" era decir poco. Había ropa tirada por todas partes, junto con objetos que debían ser esenciales cuando uno tenía que abrirse paso a través de la selva: una mosquitera, un machete, repelente para insectos de tamaño industrial… Apenas se podía adivinar que era una habitación amplia, con pocos muebles pero de estilo, y dominada por una invitadora cama de la que yo aparté la mirada rápidamente. Luffy, sin embargo, no parecía tener esos problemas. -Ahí es donde hacemos el amor apasionadamente… la mayoría de las veces. Claro que también están la ducha y el sofá… ¿y recuerdas aquella vez en la mesa de la cocina?- -No suena muy higiénico -repliqué- Además, yo nunca haría eso- -Lo harías si yo te gustase de verdad- -Afortunadamente para ti, no estoy interesada-
Posted on: Mon, 12 Aug 2013 02:22:21 +0000

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