Capítulo 2 Primera parte: Detención Narra - TopicsExpress



          

Capítulo 2 Primera parte: Detención Narra _______[TN] -A Viale delle Magnolie, lo más rápido posible, por favor -dije sabiendo que llegaría con retraso. Solo faltaban diez minutos para las doce. Coger un taxi en el Corso del Renascimento me llevó cerca de quince minutos. Y cuando lo logré, me topé con un vehículo que parecía rodar de puro milagro. Al tomar asiento, me clavé las bolitas de color teja de la funda del asiento. La voz de una cantante con problemas de garganta surgía de la radio. -Me llevó unos segundos reconocer que se trataba de música árabe-. Un olor a kebab rancio cubría todo el interior. -Dios, tendré que volver a ducharme en cuanto llegué -mascullé al descubrir que había grasa por todos lados-. Dígame, ¿ha pensado en lavar este trasto? El hombre sonrío y aceleró de golpe provocando que me estampara contra el asiento delantero. Lo hizo a propósito, pero no me molestó. Es más, sonreí. -Señorita, se hace lo que se puede. -Si usted lo dice. Para ser casi medianoche, el tráfico era insufrible. Tan solo tres calles nos había llevado los diez minutos que tenía de límite. Y ahora nos encontrábamos en otro atasco en la Via del Corso. -¿Está usted seguro de que este era el camino más corto? -En Roma no hay atajos, señorita. Debería saberlo. -Ya, claro. Usted está buscando propina -resoplé mientras el hombre sonreía. -Por supuesto. Tengo que alimentar a mis tres esposas. Le miré con los ojos abiertos de par en par. -¿No lo dirá en serio? Mi comentario le hizo aún más gracia. -Solo bromeaba. -Negó con una mano. -En fin, si acepta tarjeta, podemos llegar a un acuerdo. Siempre y cuando no lleguemos más tarde de las doce y cuarto. De lo contrario, se encontraría con un cadáver -le dije tan dramáticamente como pude. -¿Dónde vive exactamente? -En la mansión Cabani. El taxista abrió la boca ligeramente. Después me observó por el retrovisor. Sin duda, no esperaba que viviera allí. -¿Y qué hace cogiendo un taxi? -preguntó avanzando unos metros y volviéndose a detener. Por suerte, ya estábamos en la Piazza del Popolo. -Quiero independencia… De repente, su puerta se abrió y un muchacho arrancó al taxista del asiento de un tirón. Solté un chillido al verle rodar por el suelo mientras se quejaba y maldecía. El muchacho se subió al coche, cerró la puerta y comenzó a maniobrar de una forma tan experta como brusca. No me dio tiempo a verle la cara, porque caí entre los asientos cuando dio un giro violento, pero sí pude escuchar cómo chocábamos con varios vehículos. Me incorporé sin dejar de gritar. «Que no sea un secuestro. Que no sea un secuestro», me iba diciendo a mí misma para tranquilizarme. Volvió a virar rápido para entrar en la Piazza del Popolo sin el menor temor a atropellar a algún peatón. Dios, iba a morir, seguro. Le miré. Era joven, de mi edad más o menos. -¡Me cago en la puta! ¡¿Cómo coño se apaga este trasto?! -gritó sofocado, intentando apagar la radio. Será gilipollas. Soltó el volante y se puso a darle golpes con el puño y con la pierna como si se le fuera la vida en ello. ¡Estaba loco! La chica con problemas de garganta dejó de sonar enseguida, pero la música fue sustituida por las sirenas de la policía. Venían detrás de nosotros. -Maldita mierda de coche. ¿Por qué coño no he cogido el Fiat? -gritó, a la vez que se percataba por fin de que tenía compañía tras él-. ¡Joder! Aproveché para atacar y me lancé sobre él dándole patadas. -¡No me secuestres, capullo! ¡Déjame bajar! -chillé con fuerza mientras él esquivaba mis golpes. -¡¿Quieres estarte quieta?! ¡Estás delirando! El coche se desvió de repente y chocamos contra un muro. Salí despedida hacia delante y me golpeé la cabeza y los hombros contra el salpicadero. Los cristales cayeron sobre mí, pero enseguida percibí cómo el chico me cubría. De milagro, no sufrí ningún corte. Lo empujé y me arrastré hasta la puerta con el cuerpo dolorido. Me lancé al suelo y caí en un charco justo antes de que otro chaval se tropezara con mis piernas. ¿De dónde había salido este? -¿Vienes a por más?, Louis —dijo mi presunto secuestrador. -Me subestimas. El tal Louis se lanzó a por el otro muchacho y comenzaron a pegarse prácticamente sobre mí. Intenté escapar, pero cayeron al suelo y Louis me dio un puñetazo en el hombro. -Quita de aquí, joder -me espetó. Le di una patada justo cuando un policía me sujetaba por la espalda y me arrastraba fuera de allí. El acero caliente del capó fue lo que sentí en mi cara mientras unas esposas me inmovilizaban las muñecas. Estaba detenida. Capítulo 2 Segunda parte: Mofarse. Narra Zayn Louis logró escapar mientras detenían a la chica. Quise ir tras él, pero ya me habían cazado. Me empujaron contra la pared y me pusieron las esposas. -Zayn, ¿cuándo aprenderás? -se mofó uno de los guardias. -Tú no podrás ver ese día porque estarás de guardia de seguridad en un centro comercial. Me encargaría de ello en cuanto pudiera. -Qué gracioso. -Hizo una mueca antes de empujarme hacia el coche-. Vamos, esta noche dormirás en el calabozo. La muchacha no dejaba de gritar y se resistía a entrar en el vehículo. Estaba toda desaliñada, pero aun así exhibía un cuerpo increíble… y bastante ágil. Colocó una pierna en la puerta y empujó hacia atrás provocando que dos policías tuvieran que reducirla. Finalmente entró y comenzó a dar patadas a los asientos. Sonreí. -Señorita, cálmese o tendrá problemas. -¡Ya los tengo! ¡Le juro que se arrepentirán de esto! -les gritaba, y yo opinaba lo mismo-. Yo solo iba hacia mi casa cuando este gilipollas -dijo señalándome con la cabeza. Alcé una ceja, incrédulo- sacó al taxista del coche y comenzó a conducir como un loco. -Todo eso podrá contarlo en comisaría. -¡¿Qué?! ¡Oh, Dios mío! -Dejó de hablar y se desplomó en el asiento. Por fin pude observarla con tranquilidad. Era increíblemente guapa; piel pálida y tersa, labios carnosos, nariz perfecta y unos ojos grises deslumbrantes. Casi iluminaban la penumbra del vehículo. Tenía el cabello muy largo y liso, de un castaño ceniza más claro que oscuro. Del cuerpo no pude ver mucho, pero apuntaba maneras. -¿Qué coño estás mirando, imbécil? -me preguntó clavando aquellos ojazos en los míos. Jamás había visto una belleza igual. -¡Eh, tranquila! Deberías relajar el labio… mira, se hace así. -Comencé a mover la boca lentamente. -Serás… -Se lanzó a por mí. Poco podía hacer con las manos detrás de la espalda, pero un mordisco podía hacer daño. -Giorgio, esta chica intenta matarme -le dije a uno de los policías en tono jocoso. -Si lo consigue, le estaré eternamente agradecido. -¡Ja! qué gracioso. -La empujé con un hombro-. ¿A qué comisaría vamos? Giorgio me miró con cara de pocos amigos mientras la muchacha me enviaba miradas asesinas. -Ya lo sabes. -No, no lo recuerdo -ahora me tocaba mofarme a mí. Sabía exactamente donde nos dirigíamos. -A Trevi, y ahora cállate -le gruñó el policía. Trevi, perfecto. En una hora estaría en la calle. Capítulo 2 Tercera parte: Ángel. Narra _______[TN] Mi compañera de celda se sentó justo a mi lado y me observó con… ¿avidez? Rezaba para que Benjamín llegara cuanto antes. Ya le había llamado y me había dicho que no tardaría. La verdad es que parecía bastante tranquilo, como si ya supiera lo que había ocurrido. Al niñato chulo se lo habían llevado a otra celda, así que no sabía si había hecho su llamada ni si le dejarían salir pronto. Esperaba que no, y que se pudriera allí dentro. Aquella mujer tan desagradable comenzó a invadir mi espacio vital abalanzándose sobre mí lentamente. -¿No sería mejor que habláramos un rato? Tu y yo podríamos ser amigas. No, no seríamos amigas nunca. Su boca dibujó algo parecido a una sonrisa. De repente, estampó su nariz en mi mejilla e inhaló mi aroma ruidosamente. Me quedé quieta, con los ojos como platos y sin saber qué hacer. -_______[TN] Cabani di Cascioli -llamó justo en ese momento el policía que respondía al nombre de Giorgio. Me levanté ipso facto y me lancé a los barrotes entre los que ya veía la tranquilizadora figura de Benjamín. -¡Gracias al cielo! -exclamé antes de que la puerta se abriera-. Quita de en medio. -Empujé al policía que me franqueaba la puerta y me tiré al cuello de Benjamín. Sus brazos me rodearon suavemente, apretándome contra su cuerpo. Su calor me calmó… pero solo unos segundos. Cuando volví en mí, me aparté de él y comencé a despotricar. -Mi primera noche en Roma y acabo aquí por culpa de un capullo que está loco. Créeme Benjamín, temí por mi vida. Deberían encerrarlo en un manicomio. Comenzó a pegarse con otro tío y me aplastaron. Y minutos antes nos estrellamos contra un muro. ¡Mira mi ropa! Extrañamente, Benjamín parecía divertido. Me cogió de los hombros y me obligó a mirarle. -Cálmate, _______[TN], mi amor. No hay de qué preocuparse. -¿Que no hay de qué preocuparse? ¡Mi padre me matará! -German cree que duermes en casa de Elena. Ya está todo listo, ella te espera en su casa. Volví a abrazarle. -Eres mi ángel. En ese momento, la reclusa estiró el brazo, cogió un mechón de mi cabello y comenzó a olisquearlo entre los barrotes. Giorgio la alejó y a Benjamín se le dibujó una sonrisa al ver mi cara de terror. -Quieta, Rosa -dijo el policía. -Sácame de aquí ahora mismo -murmuré con voz ahogada. -Tengo que quedarme, fuera te espera un coche que te llevará a casa de los Bruni. Me besó en la frente y me alejé de él a toda prisa sintiendo cómo su mano se separaba de la mía cuando nuestros brazos ya no podían estirarse más.
Posted on: Fri, 18 Oct 2013 00:49:04 +0000

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