Cayote Calladito, silencioso en la verdulería, abajo, atrás...nadie los nota no. Las zanahorias aturden con su naranjez, o las acelgas y rúculas con su hojez o las berenjenas con su brillo de zapato caro. Esperaba mi turno y lo veo....cayote solo, verde, desamparado. Lalo (el verdulero) que es má rápido que ya mismo me dice: llevá pa hacé dulce Nancy. Dos cayotes traje. Me sorprende lo que son. La cáscara dura, después de un poco de calor se desprende casi sola y queda blandito, blanquito y total, así como son los cayotes del lado de adentro. Sin ningún tipo de apuro y con total esmero preparé la preparación del dulce, tirando a la olla cada gesto que quiero devolver, cada abrazo que debo, cada agradecimiento que quiero dar, imaginándome lindos y adornados frascos. Desocupo frascos mientras hierve y perfuma la casa la canela y crece con el fuego y con las hors mi orgullo. ME llena de orgullo el dorado, haberle calculado bien al azúcar, que la cocina este tan limpia. Me llena de orgullo el cayote y en lo que es capaz de transformarse. Finísimo y delicado sabor a casi empanadilla. Siento y pienso. El azúcar que casi todo mejora. El fuego que casi todo mejora. El tiempo que casi todo mejora. Somos cayotes. Potenciales Dulces de cayote.
Posted on: Sat, 27 Jul 2013 14:50:44 +0000
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