Claudio Gabis: En 2001 me encontré con un país arrasado Se - TopicsExpress



          

Claudio Gabis: En 2001 me encontré con un país arrasado Se exilió en Brasil en los 70, regresó en 1985 y se fue a vivir a España en el 89. Va y viene continuamente. Tiene una visión crítica de la sociedad argentina, pero elogia las figuras de Raúl Alfonsín y de Néstor Kirchner, a quien conoció en Casa de Gobierno, cuando tocó allí en 2007. Por: Martín Sassone Claudio Gabis recién está conociendo la Argentina a los 64 años. Esta gira de casi dos meses es la más federal de todas las que hizo. Tocó en Río Negro, Tres Arroyos, Córdoba y Entre Ríos, además de media docena de shows en Capital y el Conurbano. Parece mentira, pero con Manal y luego con La Pesada apenas tocábamos en Buenos Aires, La Plata y unas pocas veces en Rosario. En esa época era impensado ir a tocar al interior. Hoy, la cosa es muy diferente. Es notable cómo hemos progresado en ese sentido, cuenta mientras apura el último sorbo de su café con crema. Pese a que se exilió definitivamente en 1989, Gabis nunca dejó de sentirse argentino. Extraña las costumbres y se sorprende con algunas cosas que todavía nos pasan. Quiero que se rompa esa frase irónica que se dice en España de que la Argentina es, fue y será el país del futuro. Este es un país con un potencial enorme y con muchísimos recursos. Ojalá el futuro finalmente sea ahora, dice antes de contestar la primera de las tres llamadas que recibirá en su celular durante las casi dos horas de entrevista. –Regresaste al país en 1980 para el reencuentro de Manal y luego en 1985 tras el triunfo de Alfonsín. ¿Cuáles fueron las diferencias que encontraste aquí en esos dos momentos? –Las diferencias fueron notables. En el 80 la Argentina era un campo de batalla sucio y desgraciado. Vine porque se produjo el encuentro de Almendra y eso precipitó el de Manal. Sabíamos que había un nivel de represión brutal y todo lo que tenía que ver con el rock era filo subversivo. De cualquier manera hicimos lo nuestro: una buena cantidad de recitales. Llenamos cinco Obras y llegamos a juntar unas 30 mil personas. Pero estuvimos todo el tiempo moviéndonos con cuidado. Nosotros sabíamos que estaban pasando cosas, que el peligro estaba en todas partes. Caminábamos por el centro y veíamos a los policías parando a decenas de personas en todas las esquinas. –¿Lo que ustedes sabían que pasaba era lo que se supo después que pasó? –Se sabía. Por ahí no se conocía dónde estaban los centros clandestinos de detención o adónde iban los aviones. Pero había que negarse mucho a las evidencias para no darse cuenta de que estaban sucediendo cosas horribles. De todas maneras, había una gran parte de la sociedad que optó por ignorar lo que estaba pasando. Se seguía viviendo en esa burbuja tan característica de la vida porteña. –¿Y en el 85 con qué Argentina te encontraste? –Encontré una Argentina más esperanzada, más libre. Con proyectos de construir un país y con una libertad práctica. Sin embargo me topé también con una serie de males muy serios que arruinaban y entorpecían el clima de libertad y posibilidades, como por ejemplo el manejo turbio del dinero, la especulación, la inflación. Digamos, el advenimiento del dinero por encima de todo, el mercado por encima de lo social. Eso ensuciaba toda la regeneración del tejido político. Además hubo una serie de hechos delictivos preocupantes que dejaron en claro que esas fuerzas que antes se ocupaban de una cosa ahora se dedicaban a otra: el delito común. La mano de obra desocupada, como se la llamó. Más allá del fervor inicial la cosa se volvió difícil y con el tiempo me desencantó. –¿Qué fue lo que te impulsó a irte a España en 1989? –Ese desencanto se fue agudizando y el proceso inflacionario galopante se volvió insostenible. Además el panorama artístico había sido copado por las bandas de los 80. Yo me vi ajeno a esa movida y se me complicó para seguir desarrollando mi carrera. La música de mi generación estaba demodé y la gente, los periodistas e incluso otros artistas me lo hacían sentir. Mi situación económica se deterioró mucho y tomé la durísima decisión de emigrar con mi familia una vez más. –¿Cuál es tu balance de los diez años de menemismo? –En los 90 vine varias veces al país de visita y vi un proceso de nube de pedos, en el cual había una situación de virtual dolarización que a muchos le parecía fantástica y se proclamaba que la Argentina había entrado en el Primer Mundo. La visión de llegar a Ezeiza y ver a la gente volviendo con cajas gigantescas de televisores era dantesca. Además, bastaba con hacer tres trámites para darse cuenta que había un nivel de corrupción infernal. Yo que no vivía en la Argentina y no estaba inmerso en esa nube de pedos, lo veía como un grotesco peligroso. Se notaba que se estaban construyendo castillos en el aire. –¿Ves algún paralelismo entre nuestra crisis de 2001 y la que vive España desde hace unos años? –Veo una similitud muy clara en un punto, aunque en líneas generales no es comparable. Tanto la crisis que ocurrió aquí como la que afecta a España y a gran parte del mundo tiene el mismo origen: el manejo perverso de las economías, el trabajo y la vida en general dominados por el mercado, el poder del Fondo Monetario y el club de no sé qué. Los bancos, las corporaciones mediáticas, las multinacionales, los fabricantes de armas son los grandes responsables. Todo eso está muy bien reflejado, y de manera histriónica, en El Capital, la película Costa Gavras. Tal vez la diferencia por la cual en España, en Europa en general, se vive todavía bien pese a la tremenda crisis, es que allí había un tejido social más fuerte –por años de inversiones en materia de transporte e infraestructura– que el que había en Argentina hace 12 años. Aquí en 2001 me encontré con un país arrasado, con la gente caminando como zombis por las calles. –En 2010 vivimos un acontecimiento trascendental. ¿Cómo festejaste el Bicentenario en España? –En Madrid me tocó organizar junto con la Embajada argentina y la Secretaría General Iberoamericana el Bicentenario Rock, que lo realizamos el 23 de mayo en la Sala La Riviera con artistas invitados (NdR: Coti, Andy Chango y Jaime Urrutia, entre otros) y mucho público argentino. Por lo que me contaron y leí, aquí hubo una buena onda generalizada y se vivió con mucha alegría. Allá lo vivimos de la misma manera, con mucho orgullo y unión, con el anhelo de que este proyecto que es la Argentina funcione y crezca, y no que se siga viviendo como en una montaña rusa. Cuando uno está afuera pasa a ser fundamentalmente argentino. Fue muy lindo, un acto hermoso. –¿Cómo te afectó la muerte de Néstor Kirchner? –La muerte siempre moviliza, pero cuando se trata de un estadista, así como de un artista famoso, es conmocionante. Yo tuve la oportunidad de conocerlo el 30 de marzo de 2007 durante el concierto que di en la Casa de Gobierno, que casualmente fue el último que se hizo. Él bajó a escuchar un par de temas, uno de esos fue el Blues del terror azul cantado por Claudia Puyó. Luego nos presentaron y desde el primer momento que lo vi me dejó en claro que me estaba relacionando con un igual, no con un político, pese a que él era el presidente y estábamos en la Casa Rosada. Descubrí a un tipo inteligente, sencillo, muy simpático y abierto al diálogo. Hablamos largo rato y me contó cosas con mucha llaneza y sin secretismos. Así que al margen de la pérdida de un tipo importante, crucial para la Argentina, sentí que perdí a alguien que pudo haber sido mi amigo, y que me hubiera ayudado a comprender muchas más cosas de este país. –¿Crees que la sociedad argentina está más dividida hoy que en años anteriores? –La Argentina es un país que está dividido y fragmentado vertical y horizontalmente desde mucho antes de la Revolución de Mayo de 1810. Es un país que, por diferentes razones, a mí me da la impresión que no ha terminado de cuajar. No ha llegado a generarse un espíritu argentino, no digamos único, pero más o menos homogéneo. Seguimos teniendo muchas divisiones que, de acuerdo al escenario momentáneo, afloran igual que los estratos biológicos: hacés un corte y de repente surge algo que pensabas que ya no estaba desde hacía 40 o 50 años. Es decir, es una fragmentación histórica sin resolver a la que se le suma un problema idiosincrático que es el apasionamiento excesivo, muy fanático, con que algunas personas manejan su ideología y su manera de ver las cosas. Eso imposibilita el diálogo, que es un fenómeno fundamental para que este país arranque de una buena vez por todas. Viajando y conociendo gente me doy cuenta de que los argentinos tenemos que hablar y escucharnos más. –¿Considerás que nuestra democracia está consolidada? –No. Y te explico por qué. La democracia no es solamente una forma de gobierno y una manera de elegirlos, que evidentemente son muy importantes. Democracia es también una ética de todo el pueblo, un comportamiento moral, una persecución de la corrupción, una mejora en la manera de tratarse entre todos. Si bien por un lado estamos progresando y hemos logrado 30 años continuos de democracia, en un país en el que en una época teníamos 78 revoluciones por minuto y te levantabas y tenías una gorra nueva en el poder con la desfachatez de que salía a saludar al balcón de la Casa de Gobierno, todavía nos falta mucho. La consolidación de una Argentina democrática tiene que ver entonces con un compromiso de ser más honestos, más transparentes y menos corruptos en todos los estratos, no sólo los políticos. –¿Votaste alguna vez? –Voté un par de veces, pero nunca en una presidencial. Y las veces que lo hice opté por el socialismo, más que nada por una tradición familiar. –¿Cuáles son a tu criterio los personajes más importantes de estos 30 años de democracia? –Me resulta complicado elegir porque, como no vivo acá, no manejo una cantidad de nombres que por ahí fueron o son muy importantes. Pero creo que Néstor Kirchner es uno de ellos, porque su gobierno fue crucial. Y mencionaría también a Raúl Alfonsín, porque fue él quien inició este proceso, aunque su mandato no terminó bien. Su celular vuelve a sonar una vez más y Gabis le dice a su interlocutor que en media hora estará en su casa. Tenemos que preparar el viaje de esta noche y seguir delineando el resto de la gira, se excusa. El interior argentino lo motiva y eso para él es un gran incentivo, uno que tenía postergado desde hace décadas. « Por qué Claudio Gabis Claudio Gabis es una figura emblemática de la música popular argentina. En 1967, junto con Alejandro Medina y Javier Martínez formó Manal, un trío que tocaba blues con lírica porteña. Así, junto con los integrantes de Almendra y Los Gatos, se convirtió en uno de los fundadores del rock nacional. Manal se disolvió en 1971, Gabis se incorporó a La Pesada del Rock and Roll y participó del mítico festival Hasta que se ponga el sol. En el ocaso de la primavera camporista se exilió en Río de Janeiro, Brasil, y recién volvió a la Argentina en 1980. Vivió esos años un poco acá y un poco allá, hasta que en 1985 decidió radicarse en Buenos Aires. Cuatro años más tarde se fue de nuevo, esa vez a España, donde vive desde entonces. Tiene una mirada muy particular de la Argentina, cultivada por años de exilio, que en su caso tiene una doble lectura: el primero motivado por el clima de terror que cada vez se hacía más insostenible en el país y el segundo por la debacle económica de los primeros años de la democracia. El juicio a las juntas Lo que se ha conseguido en los últimos años con los juicios por los crímenes de lesa humanidad durante la última dictadura y en materia de derechos humanos es extraordinario. Somos un ejemplo a nivel mundial. Los procesos y las condenas a los represores son algo modélico. Eso no se ha conseguido en países como España y Chile, donde todavía hay gente que resalta las figuras de Franco y Pinochet a viva voz. Es por eso que elijo como imagen trascendente de los 30 años de la democracia la del juicio a las Juntas realizado en 1985, que fue el puntapié de todo lo que se consiguió en los últimos años. No quiero dejar de lado también el recuerdo de Néstor Kirchner descolgando el cuadro de Videla, que desde lo simbólico fue tremendamente importante.
Posted on: Tue, 26 Nov 2013 09:40:32 +0000

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