Comentario a la Primera Lectura Jos 24, 1-13 El cap,. 24 del - TopicsExpress



          

Comentario a la Primera Lectura Jos 24, 1-13 El cap,. 24 del libro de Josué constituye una especie de apéndice incorporado un siglo o dos después de la refundición deuteronómica del libro. Mas esta incorporación tardía no impide que el relato esté apoyado en una tradición muy antigua de la alianza de Siquem, anterior incluso a las de Jos 8, 30-35 y Dt 27, 1-26. Esta tradición presentaba la alianza pactada en Siquem de acuerdo con los tratados de alianza, normales en aquella época, entre soberano y vasallos. Un preámbulo (v. 1), un discurso que recordaba las relaciones anteriores de los contratantes (vv. 1-15), el anunciado de las estipulaciones del contrato (vv. 16-18), la enumeración de las maldiciones y de los castigos que sancionarán toda contravención a la alianza (vv. 19-24; cf., sobre todo, Dt 27), y, finalmente, la mención del rito de alianza y de la grabación del contrato en una estela (vv.25-28). Este fondo primitivo inspiró, sin duda, la redacción del relato de la alianza del Sinaí en el Éxodo, y el código cuya promulgación sitúa este libro en el Sinaí habría sido promulgado realmente en Siquem. Siquem fue, en efecto, durante cierto tiempo, el centro privilegiado del recuerdo de la alianza con Yahvé. El redactor definitivo de Jos 24 habría desfigurado bastante a fondo este relato con el fin de trasladar al Sinaí todo el interés primitivamente centrado en Siquem. a) Las tribus reunidas en Siquem comprenden clanes instalados en Palestina desde la época de los patriarcas sin interrupción; clanes llegados a Palestina antes de Josué después de una estancia en el extranjero; finalmente, la "casa de José", el último clan llegado a la tierra de sus antepasados, bajo la dirección sucesiva de Moisés y de Josué. Este último grupo resultó ser muy pronto el más importante o, por lo menos, el más organizado y el más cultivado -sin duda gracias a su estancia en Egipto-, y, por consiguiente, el más capacitado para reunir en torno a sí a las demás tribus y para reducir toda la historia del pueblo a la suya propia, a su éxodo y a su alianza. Así es como en Siquem el Dios de la casa de José se convirtió en Dios de todas las tribus y cómo las tradiciones de cada clan se fusionaron para constituir la ley de la alianza. b) El conjunto del diálogo del pueblo con Dios encierra aún algunos elementos de la tradición primitiva (vv. 14-15 y 18); lo demás se incorporó después del exilio. El signo mediante el cual las tribus aceptan realmente las condiciones de la alianza será el abandono de los falsos ídolos: toda alianza supone, pues, una conversión, y ésta supone el abandono de los antiguos dioses de Mesopotamia, adorados por los antepasados de Abraham y de los dioses cananeos conocidos por las tribus que se quedaron en Palestina. c) La finalidad de la alianza entre las tribus no es, en primer término, política sino religiosa: el servicio de Dios (vv. 14-15). Se trata, sin duda, de la organización del culto de Yavhé en forma de anfictionía: doce clanes o tribus se habrán de poner de acuerdo para garantizar, por turno y por espacio de un mes, el "servicio" de un templo común (quizá el lugar elevado de Siquem). Pero en el momento en que el redactor toma por su cuenta esta tradición, el "servicio" de Dios adquirió una dimensión más espiritual; conoce por experiencia la infidelidad de los siglos anteriores, y, para él, servir a Dios es ante todo ser fiel a las condiciones de la ley, como un vasallo sirve a la voluntad de su soberano. ALIANZA/SIQUEM: El relato de la asamblea de Siquem ilustra de forma interesante el contenido de la alianza, que no se reduce, en primer término, al hecho de un Dios que reconoce a un pueblo o de un pueblo ya constituido que reconoce a su Dios; es, ante todo, la constitución de un pueblo en torno a una fe común y a un culto común. En otras palabras: Israel nació política y culturalmente en el momento en que, aunado, reconoció a su Dios. Nacionalidad y religión son inseparables: los hebreos son "elegidos" en cuanto pueblo y es un comportamiento colectivo lo que preside la alianza religiosa. Ya que se pertenezca a la antigua o a la nueva alianza, esta característica domina el comportamiento de los contratantes. La alianza no es tan sólo un tipo de relaciones entre Dios y unos hombres individuales; es más exactamente la solidaridad que los hombres encuentran entre sí debido a que sirven al mismo Dios. Esta solidaridad puede perder el aspecto nacionalista de Siquem; el servicio de Dios puede adquirir nuevas dimensiones después de Jesucristo; pero la alianza es siempre una manera de vivir en común, porque Dios vive con nosotros.
Posted on: Fri, 16 Aug 2013 18:06:02 +0000

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