Cristo murió por nuestros pecados… fue sepultado, y… resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras. 1 Corintios 15:3-4 Después de haber padecido, se presentó vivo (a los apóstoles) con muchas pruebas indubitables, apareciéndoseles durante cuarenta días y hablándoles acerca del reino de Dios. Hechos 1:3 Jesús está vivo Todo lector atento de la Biblia debe reconocer que ésta contiene numerosas y concretas pruebas de la resurrección de Jesús. Primero, su tumba estaba vacía. No solamente los amigos de Jesús lo confirmaron, sino que incluso sus enemigos no pudieron negarlo. En efecto, se vieron obligados a decir que los suyos habían robado su cuerpo mientras los guardias dormían. En la mañana de la resurrección, los lienzos que habían envuelto el cuerpo de Jesús quedaron en la tumba. Estaban intactos, como la crisálida inútil de donde acaba de salir la mariposa. Eso fue lo que convenció al apóstol Juan: “Vio, y creyó” (Juan 20:8). Luego el Señor fue visto resucitado. Se presentó al menos diez veces a sus discípulos, “los testigos que Dios había ordenado de antemano” (Hechos 10:41). Fue visto por ellos y les habló durante cuarenta días (Hechos 1:3). ¡Eso los transformó! Su muerte los había dejado atemorizados, desanimados y desamparados. Después de su resurrección estaban llenos de alegría, fuerza y ánimo, gracias a la intervención del Espíritu Santo que vino en ellos el día de Pentecostés (Hechos 2). Ni la cárcel, ni la tortura, ni la amenaza de muerte podían cambiar en ellos esa convicción de que el Señor había resucitado realmente. Aún hoy, todos los verdaderos creyentes pueden testificar que Jesús realmente está vivo. Sin haberlo visto, lo hallaron por la fe, y él se convirtió en la fuerza de sus vidas.
Posted on: Fri, 16 Aug 2013 20:29:13 +0000
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