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Cuento que salió el viernes que pasó no, el anterior, en el diario Semanario El Cuarto Poder de Lobos, como todos los viernes :) EL BUZÓN Mi esposa murió hace unos años y desde ese día no conocí a ninguna mujer. Me dediqué a trabajar y viajar solo, por toda la Argentina. Estando de paso en un hotel en Concordia, provincia de Entre Ríos, encontré debajo del colchón una llave. Era común, como cualquier otra, pero lo que la hacía diferente a todas las demás era que tenía grabado en dorado 3 números; 473. En el momento no me llamó la atención, pero me quedó rondando en la cabeza. Seguí con mi vida hasta que un día subiendo en el ascensor vi una dirección escrita en una de las paredes; 25 de Mayo 47 y al final tenía algo borroneado. Enseguida lo relacioné con la llave y supuse que lo que faltaba era un 3. Lo anoté en mi agenda, tomé la llave y fui hacia allá. Al llegar no había nada, era un campo vacío y a sus alrededores tampoco se encontraba casa alguna. Lo único que había era un buzón. Me acerqué. Tenía escrito 25 de Mayo 473. Traté de abrirlo, pero estaba cerrado. Saqué la llave y como esperaba, lo abrí. Metí la mano mirando para todos lados, impaciente, y saque una carta. No estaba escrita sino con letras recortadas de diarios y decía que les lleve 10.000 pesos si quería con vida a Claudia. Yo no conocía a ninguna Claudia. En la parte de atrás decía la dirección donde se haría la entrega del dinero y que tenía 2 días para hacerlo. Pensé en llamar a la policía, pero nunca me creerían, aparte ¿Cómo les podía explicar lo que había ocurrido? Aparte sentí que esto era para mí, en el fondo de mi corazón sentí que debía hacerlo yo solo. Junté la plata que tenía ahorrada para los viajes y el día indicado fui a la dirección de la carta. De nuevo era un campo desierto y otra vez había un buzón con una llave. Miré para todos lados, tratando de ver si aparecía Claudia, pero no, estaba solo. Metí la mano y saqué una carta. Decía que deje la plata adentro y que cerrara con la llave y la tirara en la zanja, pero sobre Claudia no decía nada. Dudé, pero estaba convencido que tenía que hacerlo; por mí y por Claudia. Dejé la plata y me fui. Pasaron los días y no tenía noticias del episodio. Quise ir al buzón a ver si podía recuperar la plata, pero no lo hice. Me volví a Buenos Aires y siguieron pasando las semanas, normalmente, hasta que un día estaba tomando un té con medialunas en el bar que frecuentaba y en donde todos me conocían, y vi entrar a una mujer hermosa. La seguí mirando, no podía sacarle los ojos de encima. Fue directo al mostrador y se puso a hablar con el mozo, el cual me señaló y ella me miró. Me acomodé en la silla, incómodo. Vino hacia mí, con movimientos lentos, pausados, totalmente confiada en sí misma. Se sentó enfrente de mí y me dijo: Hola, mi nombre es Claudia, y mi corazón herido y solitario a partir de ese día cambió para siempre.
Posted on: Tue, 17 Sep 2013 20:50:01 +0000

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