Cultura Real Cuando llegamos a Dios, el transforma nuestras - TopicsExpress



          

Cultura Real Cuando llegamos a Dios, el transforma nuestras vidas y comenzamos a adquirir la cultura del reino. De alguna forma distintiva siempre reflejaremos de donde somos. (Y por esto también gemimos, deseando ser revestidos de aquella nuestra habitación celestial; pues así seremos hallados vestidos, y no desnudos. Porque asimismo los que estamos en este tabernáculo gemimos con angustia; porque no quisiéramos ser desnudados, sino revestidos, para que lo mortal sea absorbido por la vida. Mas el que nos hizo para esto mismo es Dios, quien nos ha dado las arras del Espíritu. Así que vivimos confiados siempre, y sabiendo que entre tanto que estamos en el cuerpo, estamos ausentes del Señor. 2 Corintios 5:2-6) Caminamos por lo que creemos y dice su palabra. Hay que mantener viva nuestra fe. La deslealtad y desilusión hacen que la gente pierda la sensibilidad de lo que Dios está haciendo. Cuando el Espíritu Santo llega comenzamos a sentir compasión por la gente que nos rodea. Esto es la cultura del reino, la cultura real que nos identifica con el Padre. El poder no se hace esperar cuando sometemos nuestra voluntad a la voluntad de Dios. El cristianismo es la única religión del mundo basada en el amor. Dios no tiene amor, sino que él mismo es el amor. La iglesia que manifiesta el amor de Dios, vive lo que él dice en su palabra por consiguiente el diablo le teme. La integridad es parte de la cultura real. Mientras nos enfocamos en las heridas que nos han hecho, no estamos amando a Dios como deberíamos. No podemos vivir amarrados del pasado. Extendernos hacia lo que está delante dejando atrás lo que nos marcó y nos hizo daño es cultura real. (Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna. Juan 3:16) (Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo, de quien toma nombre toda familia en los cielos y en la tierra, para que os dé, conforme a las riquezas de su gloria, el ser fortalecidos con poder en el hombre interior por su Espíritu; para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios. Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros. Efesios 3:14-20) Hay quienes conocen la religión y sus limitaciones pero no conocen la plenitud del amor de Dios que excede todo conocimiento. Para ser llenos del amor de Dios tenemos que asumir amor, sacrificios y perdón. Con la ayuda del Padre todo lo podemos lograr. Hasta que no veamos ni sintamos compasión por los demás no podremos ver el amor de Dios. El Señor nos prometió vida abundante pero no lo recibimos por estar amarrados al pasado que vivimos. No podemos esperar nada de otros que antes no salga de nosotros. (Esto, pues, digo y requiero en el Señor: que ya no andéis como los otros gentiles, que andan en la vanidad de su mente, teniendo el entendimiento entenebrecido, ajenos de la vida de Dios por la ignorancia que en ellos hay, por la dureza de su corazón; los cuales, después que perdieron toda sensibilidad, se entregaron a la lascivia para cometer con avidez toda clase de impureza. Mas vosotros no habéis aprendido así a Cristo, si en verdad le habéis oído, y habéis sido por él enseñados, conforme a la verdad que está en Jesús. En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de vuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad. Por lo cual, desechando la mentira, hablad verdad cada uno con su prójimo; porque somos miembros los unos de los otros. Airaos, pero no pequéis; no se ponga el sol sobre vuestro enojo, ni deis lugar al diablo. El que hurtaba, no hurte más, sino trabaje, haciendo con sus manos lo que es bueno, para que tenga qué compartir con el que padece necesidad. Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes. Y no contristéis al Espíritu Santo de Dios, con el cual fuisteis sellados para el día de la redención. Quítense de vosotros toda amargura, enojo, ira, gritería y maledicencia, y toda malicia. Antes sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo. Efesios 4:17-31) La vanidad hace que nuestro entendimiento no esté claro. Sino nos cuidamos podemos comportarnos peor que un impío. Nos renovamos metiéndonos y educándonos diriamente con la palabra de Dios. ¡Qué triste es ser un cristiano tibio! Hay que renovar el espíritu de nuestra mente. El diablo no nos puede tocar sin le damos el lugar. El poder de Dios radica en nuestras vidas, el Padre nos otorgó dominio propio. La iglesia tiene que retomar sus valores. No podemos vivir basados en nuestras creencias, sino en lo que enseña el evangelio. La cultura real es decreto, confianza y bendiciones. (Sed, pues, imitadores de Dios como hijos amados. Y andad en amor, como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros, ofrenda y sacrificio a Dios en olor fragante. Porque en otro tiempo erais tinieblas, mas ahora sois luz en el Señor; andad como hijos de luz. Efesios 5:1-2;8) El amor habla la verdad y es la medida que Dios utiliza para hacer algo especial en nuestras vidas. Dios sabe cuanto hemos padecido y sufrido por eso nos manda a cubrirnos con su escudo. Dentro de la nueva vida que Dios nos da, el perdón tiene que estar presente.
Posted on: Mon, 04 Nov 2013 07:54:03 +0000

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