Cómo entender a los nicaragüenses El 5 de agosto de 1914 se firmó el oneroso Tratado Chamorro-Bryan en el que se concedía a los banqueros yanquis los instrumentos para apoderarse de los recursos nacionales. El 14 de junio de 2013, casi cien años después el inconstitucional presidente de Nicaragua, Daniel Ortega Saavedra, entregaba a una mafia de chinos de Hong-Kong los mismos recursos que alguna vez pretendieron usufructar de por vida los banqueros yanquis. La similitud en las concesiones en ambos pactos no son inverosímiles, pero si extremadamente agraviantes. Si Sandino tildó a la oligarquía conservadora-liberal de su tiempo de vendepatrias, los oligarcas de hoy merecen ser llamados algo más que eso. Estados Unidos recompensó a Emiliano Chamorro con la presidencia de Nicaragua por su traición, mientras que a Daniel Ortega lo compensa el usufructo de una presidencia instaurada con una dictadura silenciosa que mantiene a la juventud adormecida con prebendas de extranjerismo y circo para continuar enriqueciendo las arcas personales de dicha dictadura. He querido internalizar todo lo atestiguado en los últimos tiempos. He visto repetidos fraudes electorales en el campo y la ciudad, he leído de saqueos disfrazados con leyes, y he sido un mudo testigo de cómo a los ancianos de hoy, jóvenes de ayer que incluyen combatientes por la libertad de Nicaragua se les niega el derecho en su vejez de vivir con decencia. ¿Dónde están los llamados Cristianos, Socialistas, Solidarios? No entiendo a los nicaragüenses de hoy; no entiendo a aquellos que durante la dictadura de los Somozas tuvieron pantalones y hoy se cobijan bajo banderas de indiferencia o de partidos políticos en los que deambulan como parásitos o garrapatas que sangran a su pueblo. No entiendo a la juventud de hoy, preñada de un fresismo que desdice el llamarles hijos de Nicaragua. Menos que entienda a todos los que de una u otra forma fueron parte del saqueo de los años 90s. He querido digerir el paso del tiempo desde mi uso de razón. Habiendo vivido en el Somocismo y sido actor y testigo de cómo vagos marihuaneros que se llamaban estudiantes en la UNAN torcieron el camino para combatir la dictadura de los Somozas, no logro comprender qué pasa a los nicaragüenses. Tampoco logro comprender a muchos de esos vagos marihuaneros y otros que llegaron pelados y son hoy potentados dónde dejaron sus pantalones y sus faldas. Serán tan ciegos y sin ventura los nicaragüenses, de que exista uno siquiera que al igual que Sandino, Rigoberto, Carlos, Ricardo y la lista interminable de hombres y mujeres caídos en jornadas de lucha como Pancasán, Bocay, Bocaycito y todas las insurrecciones armadas levanten de una vez por todas sus manos, sacudiendo su conciencia y retomen sus faldas y pantalones, y digan de una vez: ¡Basta ya! Vendrán los llantos y quejidos porque el ladrón llegará de noche, inadvertido, y todos aquellos autollamados Cristianos, Socialistas y Solidarios tendrán no solo que enfrentar la justicia divina, sino la justicia del hombre, la que por decreto podría confiscarles todo lo mal habido o que al igual que Rigoberto pasó a la historia, o al igual que la Lubby Morales arrastrara al Macho Negro en Masaya, serían también sujetos de la historia pasada, de la historia negra que ha ensombrecido a Nicaragua haciendo más pobres a los pobres y más ricos a los neoburgueses disfrazados de revolucionarios. ¡Yo mismo no me entiendo! Y ustedes mis coterráneos?
Posted on: Wed, 19 Jun 2013 20:04:43 +0000
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