Cómo nació y qué significado tiene "El hombre transparente" A - TopicsExpress



          

Cómo nació y qué significado tiene "El hombre transparente" A la manera de un investigador científico que se empeña en el seguimiento de un plan de acción para llegar a resultados propuestos por él, y la satisfacción de que su labor no fue en vano, así yo, fui indagando en la problemática del hombre: sublime proyecto. ¿Qué era y es el estímulo que me movió a ahondar, desde distintos planos, en este ensayo? Fue y es, el profundo amor que siento por el que no encuentra su camino, por el que se siente desamparado, por el que es humillado y ultrajado en su dignidad; por el que no conoce los maravillosos recursos con que viene al mundo, y por todos aquellos que’ se ven’ como desintegrado en partes, confusos y desorientados. Entonces, sentí, profundamente, la necesidad de expresarme. De dar a conocer todo lo que se fue aquilatando en mi alma a través de los años. Así surgió este ensayo que lo titulé "El hombre transparente", que es la caracterización de un “hombre nuevo”, despojado de todo aquello que lo esclaviza a la materia y a las cosas. Y que obra con un amor desinteresado. Pero que no por eso, deja de gozar de los beneficios que le ofrecen la cultura, la tecnificación y la naturaleza con todos sus frutos, aunque sabe bien cuáles son sus límites y cuándo le conviene substraerse al encantamiento del "apego". Como se dice en el Bagavath Gita: El hombre que se complace en los objetos de sensación, suscita en sí el apego a ellos; del apego surge el deseo; del deseo, el apetito desenfrenado. Del apetito desenfrenado dimana la ilusión; de la ilusión, la desmemoria; de la desmemoria, la pérdida del discernimiento; y por la pérdida del discernimiento perece el hombre". En la descripción de este trabajo, apunto a dos premisas que considero fundamentales y en las que se cimenta gran parte de la obra. Ellas son: el ser humano es un complemento de tres elementos esenciales que le dan la primacía de su doble cualidad de individuo y de persona. Estos son; el cuerpo, la mente y el espíritu. La fisura o pérdida de esas partes, produce el derrumbe de la “unidad del ser”. La segunda es: toda acción determinada y ejecutada por la persona, conmueve en cierta medida —en unos más, en otros menos— a todos los demás seres. Por esto, conviene recordar que en uno está la disposición de ‘tirar o no la piedra’, pero una vez arrojada, no podemos detener su curso. Entonces, partiendo del primer supuesto, mi objetivo será conocer y valorar cada una de las partes substanciales que conforman al hombre en su estructura biológica psicológica y espiritual, destacando, a mi entender, todos aquellos factores que lo enaltecen, como también los que empobrecen su accionar, en el mundo circundante. Y en cuando a la segunda consideración, estoy de acuerdo en que el ser humano se encuentra dentro de un campo energético que es su derredor, en el que se desarrollan interacciones de las dos partes: él y su circunstancia, y ambas dan de sí una suerte de poder. Esto no quiere decir que necesariamente deba existir preponderancia de una o de la otra. Si así fuera, creo que la actitud de la persona, es la que debe prevalecer. Ahora bien, en ese “campo” no solamente están presentes la naturaleza y las cosas, sino también otras personas; y con ellas desenvolvemos nuestras vidas amándolas o desechándolas, estimando o denegando sus formas de ser, su manera de ver las cosas. Lo que sí me parece importante dejar bien claro es, que no podemos hacer la vida del ¬otro; cada uno es el forjador de su propia existencia. Esto no es egoísmo, es la realidad. Podemos sí, aconsejar lo que creemos que les pueda ser útil; respaldarlo en su desventura si la tiene, con amor solícito, y en algunos casos, quitarle el velo que no lo deja ver claramente… pero nada más. Cada uno de nosotros surgió a la vida a partir de dos seres que se amaban. Que pusieron de si lo mejor para que sus hijos crecieran con amor y felicidad. Nuestros padres bebieron de la fuente cultural de sus ancestros y también fue nuestro alimento, porque todo conocimiento lo adquirimos de ellos. Más adelante, fuimos acrecentándolo con las experiencias infantiles y con las del mundo exterior. Pero, desgraciadamente, muchos padres no hicieron lo mejor, no por falta de amor, sino por ignorancia. Así los hubo aquellos que impusieron exagerada rigidez que ellos la creían correcta pero que al final fue perjudicial, en pro de un desarrollo normal. No faltaron los que creyeron favorecer a sus hijos atribuyéndose el derecho de ‘pensar’ y ‘hacer’ por ellos, de modo tal que les fueron recortando toda libertad para ser ellos mismos. Y algunos, padre y madre, que enviaron mensajes contradictorios entre sí, provocando conflicto y desarmonía en el niño que no sabía a qué atenerse. De unas u otras formas, este ser, cálido y sensible, fue adquiriendo una conducta no siempre favorable para la convivencia humana, ni para él mismo, y lo que es peor, perdió su “autonomía”. Cuando esto sucede, el individuo se hace frágil y poroso ante el avasallamiento, la imposición y el ‘canto de sirenas’ de las demás personas. Se es, entonces, cautivado por aquellos que creen que su manera de pensar, sentir o ver las cosas es la más apropiada, aunque esté tachada de defectos a veces ni siquiera advertidos por ellos mismos. Algunos, esta intromisión en la vida de los demás, la hacen con buenos propósitos; otros, manipulándolos para su propio beneficio. No es mi intención echar culpas sobre el pasado cuando éste no fue lo mejor que hubiéramos querido. Creo que corresponde restaurar, con ayuda humana y divina, aunque sea algo de lo dañado, y con la sabiduría que otorga el espíritu, poner un manto de perdón a quienes nos hicieron daño, y seguramente progresaremos hacia una elevación del alma, y por ende, cicatrización de las heridas. Por otra parte, los factores incidentes que obraron en nuestro crecimiento, no fueron solamente los padres; agreguémosle nuestra constitución física y orgánica; los recursos económicos de la familia, lugar geográfico donde residimos y perseguimiento por motivos religiosos, de raza, políticos... Pero, de unas u otras formas, en algún momento de nuestra vida, aún niños, pudimos pensar sobre nosotros y el mundo y decidir nuestro posterior emprendimiento. Todo ello por obra de un pensamiento existencial inspirado espiritualmente, que nos mostrará los múltiples recursos y capacidades con las que vinimos al mundo y de las que podremos usar en los momentos que las necesitemos. Desde este punto, partiremos hacia la defensa de nuestra autonomía y dignidad, o a la esclavitud, si nos dejamos doblegar por las contingencias adversas. Mi conciencia espiritual me dice que ponga en el tapete, todos y cada uno de los componentes positivos y negativos, nutrientes ladrillos que condicionan la conducta, nuestro modo de ser y de actuar. En cada uno de nosotros está la libre elección de la calidad de los materiales que usará, cuyo único costo es el darse cuenta de lo que conviene, y perseverar en el intento, si así lo merece. De esta manera, podremos fabricar o una casa destartalada, tambaleante en sus cimientos, llena de parásitos, o un castillo resplandeciente donde buscarán asilo y contento, todos los desposeídos del mundo.
Posted on: Fri, 19 Jul 2013 12:53:23 +0000

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