DESDE LA CORTE Concha, la voz arrebatada FERNANDO ONEGA 11 de - TopicsExpress



          

DESDE LA CORTE Concha, la voz arrebatada FERNANDO ONEGA 11 de julio de 2013 05:00 A las 5 de la tarde dejó de interesarme Bárcenas, los chantajes o la ley de transparencia. A las 5 de la tarde me he puesto a llorar, porque se me había muerto Concha. La encontré hace algunos domingos en un restaurante de Madrid con Andrés Vicente Gómez, su marido, y con uno de sus hijos. Estaba radiante, o me pareció radiante, triunfadora del calvario de su lucha contra la leucemia. Estaba allí, casi festiva, familiar y festiva, con esa sonrisa que le acompañó siempre. Quedamos en vernos, y ya no nos podemos ver. El golpe seco que describió Miguel Hernández me la arrebató de un manotazo. Ahora pienso en la debilidad humana: la medicina que sirvió para curarla de la leucemia la acabó matando de un coma hepático. ¿Por qué escribo de Concha García Campoy? Solo por eso: porque se ha ido. Fue de las primeras mujeres, después de Rosa María Mateo, en demostrar que la mujer es garantía de credibilidad informativa. Hemos tenido serias peleas profesionales cuando ella estaba en la Cadena SER. Fui su director en Onda Cero, y ella aportó una de las primeras y fundamentales bases de la consolidación de la cadena. Soy testigo de su pelea por la independencia y de algo que pocas veces se reconoce: la lealtad a la empresa. Conocía los límites de su ejercicio de la libertad, los sobrepasaba todos los días; pero lo hacía con tanta gracia como riesgo: una profesional. Después, en una posterior etapa, ella me dirigió a mí en su tertulia en Las mañanas de Cuatro. Nos encontrábamos dos veces por semana en aquel plató de la televisión de Sogecable y solo puedo hacer este balance: dirigía sin presionar; tenía una sensibilidad excepcional (eso que llamamos olfato) para seleccionar los temas de debate; dejaba hablar; sabía escuchar; tenía un sentido magistral del ritmo televisivo; era progresista, más bien tirando a roja, pero no dejaba que sus ideas se impusieran a los hechos. Era una estrella, sin duda; una de las grandes estrellas de la comunicación; pero no permitía que se le notase. Perdonadme quienes buscáis aquí cada mañana el pulso político de este país. Perdonadme también quienes pensáis, y con razón, que un periodista no está para confesar sentimientos personales. Pero es que Concha era muy grande, ¿sabéis? Concha fue siempre un grito de libertad. Concha sentaba en la misma mesa (y de su domicilio) a presidentes de gobierno y a profesionales que empezaban. Concha exigía al poderoso y aupaba al pobre del semáforo. Concha vibraba contra la injusticia y le daba voz al marginado. Concha era la ternura con el débil y la dureza con lo injusto. Concha era la autoridad del rigor y la delicadeza de la forma. Y Concha es hoy la voz arrebatada, cuando más necesitamos su voz.
Posted on: Thu, 11 Jul 2013 12:27:10 +0000

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