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DIA DEL MEDICO: (Escrito hace mas de 45 años). El Alma del Médico * «Pero el alma del Médico es apenas un alma de hombre» * Nota del Editor. Por considerarlo de importancia en la actualidad, se transcribe un capítulo del libro de F. Escardó, EL ALMA DEL MEDICO La zozobra, la ecuanimidad, el heroismo, son circunstancias del alma del médico, trances y riesgos en que su alma se desenvuelve, realiza y perfecciona; pero no son dimensiones intrínsecas del caso particular. Ningún médico puede valer más de lo que vale como hombre ni significar más de lo que significa como hombre. Conviene repetir mil veces el aserto para entenderlo bien: la medida del médico es exacta e inextensiblemente la del hombre en quien reside; de esta unidad inexcusable nace la última valorización de cada médico singular. El público lo siente claramente así y a ello se atiene con seguro instinto. Sabe de la falacia que se esconde en el dicho: Es un gran operador, pero como político es un logrero; no puede ser; si es un logrero, en el instante supremo de la decisión quirúrgica lo moverá la logrería, no el interés del operado. Sabe de la falacia que se esconde en el dicho: Es un gran médico, pero como funcionario un servil; no puede ser: en el instante supremo del planteo vital del diagnóstico lo moverá su servilismo, no el interés del enfermo. Sabe de la falacia que se esconde en decir: es un gran clínico, pero es de una arrebatada vanidad, no puede ser; en el instante supremo del consejo al paciente lo moverá su vanidad, no el interés del aconsejado. Sabe de la falacia que se esconde en decir: Es un sabio, pero le gusta mucho el dinero; no puede ser: en el instante su premo de la decisión lo moverá su avaricia, no el interés del enfermo... Por eso, y sin lugar a disputa ninguna, el médico es tanto más bueno cuanto mejor sea el hombre en quien reside; las debilidades, los defectos, las inferioridades del hombre serán irremisiblemente y llegado el trance, debilidades, defectos e inferioridades del médico. Si es inculto como hombre, será inculto como médico; si es estrecho como hombre será estrecho como médico; si es insensible como hombre, será insensible como médico. En consecuencia, la única manera de cultivar el alma del Médico es cultivar el alma del hombre. Sólo el observador superficial puede admirarle que los médicos grandes de verdad hayan sido sin excepción buenos escritores, diestros políticos, sagaces catadores de arte, refinados coleccionistas, polemistas agudos, oradores eficaces, conservadores penetrantes, amantes de la mesa del buen vestir, viajeros incansables, hombres de mundo, enamorados famosos, el silogismo se plantea exactamente al revés, pudieron ser de verdad grandes médicos porque fueron todo eso; los demás, los entregados solamente a su profesión, son, ¿ qué duda cabe?, meritísimos doctores, pero proletarios al fin; estrictas almas de médico en angostas almas de hombre... La fórmula no falla jamas; hombre pequeño es médico pequeño. Si ser médico es ya una preselección del hombre, sólo quienes son hombres en plenitud son médicos deveras.. No es ésta una conclusión teórica o apologética; es exactamente la misma a que llegan las grandes autoridades de la Primera Conferencia Mundial de Enseñanza Médica, celebrada en Londres. En ella dijo Sir Lionel Wlutby, Regius Professor en Cambridge: No es difícil describir al estudiante de medicina ideal; culto con amplios conocimientos en humanidades, inteligente e intelectual, de integridad transparente, humano, agradable y sobretodo que ame a su profesión y a sus semejantes en sus debilidades, sus alegrías y sus pesares... No hay duda de que el estudiante de medicina que llegará a ser médico, debe comprender el mundo en el que viven sus pacientes y debe estar capacitado para acercarse a ellos como seres humanos, con una profunda compresión que puede provenir solamente de la apreciación de los valores del mundo en que viven; y T. E. B. Howarth dijo: Las escuelas y universidades deben ser consideradas más bien como expresión de la cultura de una nación, que como creadoras de ella; es decir, que las aulas son el campo de acción de los hombres cultos, no su invernáculo. Estas reflexiones de los educadores son apenas el trasunto pedagógico de una realidad vital; la excelencia del técnico reside en el hombre, la profundidad del problema la enuncia el mismo Howarth cuando anota: El problema actúal no es solamente asegurar que la Ciencia dirija a la Humanidad, sino capacitar a la Humanidad para dirigir a la Ciencia. Los médicos no son otra cosa que hombres de primera clase que ejercitan como tales el menester médico. El género humano pasa con frecuencia tiempos de grandes pruebas de su dignidad y de su calidad y en ellas el médico es algo así como el sismógrafo del sacudimiento gregario. Algunos se apresuran a dar pruebas de temor, de logrería o de servilismo. El efecto es inmediato y fatal: La sociedad los descalifica como médico. Y no hay descalificación más lógica; cada uno teme abrir confiadamente las puertas de su casa a quien ha dado pública prueba de miedo, de logrería, de servilismo, porque es bien probable que tales cualidades se reproduzcan en el trance interno. Esa es también la razón por La que un médico lanzado en el camino de la prevenda y del fervor casi nunca puede regresar de é1 al íntegro ejercicio de la profesión; roto el hombre, está roto el médico. Y cuando algo se ha roto es. fácil saber de que estaba hecho su anterior. Buscamos en el médico una suprema expresión del alma humana y de pronto vemos que el sujeto buscado solo tenía la de un burócrata, la de un servil, la de un vanidoso, la de un cobarde. .. Muchas son las cualidades que el hombre ha de tener para ser medico. No todos los hombres es cribe el perilustre Luis razetti— poseen estas cualidades, y muchos que las poseen no las practican: por eso no todos los hombres tienen la aptitud necesaria para ser médicos profesionales. Algunos pueden ser hasta sabios, pero no todos los sabios son honrados. Para la competencia profesional vale más ser honrado que sabio. Estas palabras de extrema sencillez lo dicen todo. Porro praeterea et sáncte vitam et artem meam conservabo, dice el Juramento. Sin la pureza de la vida es imposible la pureza del arte. La lucha por la pureza de la vida está llena de caídas, altibajos y claudicaciones, pero, a ratos, la lucha por la pureza es una forma de la pureza misma.... REFERENCIAS Escardó, F.: El Alma del médico, Assandri, Córdoba, 1968.
Posted on: Tue, 03 Dec 2013 01:25:19 +0000

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