DIALOGO DE REYES -Melchor, vos que - TopicsExpress



          

DIALOGO DE REYES -Melchor, vos que llevaste el oro a Belén, ponele un corazón. Cantan en estas tierras que cuando vino el Hada Protectora, viendo que Pinocho se moría, le puso un corazón de fantasía. A este pibe, Melchor, ponele un corazón de oro. Quizá no nos entienda por ahora, porque está ocupado en aprender palabras, y su cabeza está llena de sonidos que debe relacionar con cosas…; porque está aprendiendo a tenerse en pie y a que las distancias se transitan paso a paso, adelantando un pie al otro… Quizá tampoco nos entienda dentro de un tiempo, ya que le están enseñando a hablar en español y nosotros, que venimos de Oriente, sólo hablamos árabe. Pero con el tiempo, nos va a entender, estoy seguro. Ponele el corazón más grande y más brillante que tengas, para que pueda guardar en él todos sus tesoros; para que pueda conmoverse, para que pueda amar. No te preocupes, que ya se va a enterar para qué le dejamos un corazón así. Vos, Gaspar, que llevaste la mirra, dejale un alma capaz de conmoverse ante cada paisaje humano que conozca. Un alma buena, de las mejores que tengas en la bolsa: solidaria y amiga. Yo entiendo que es difícil. No te dije jamás que fuera fácil, pero sé que en tu bolsa todavía quedan algunas, dejale una que sea enorme y fuerte, que tenga luz propia y brillante, que sea como una lámpara votiva. Habrá que explicarle que el mundo tiene su camino de espinas, su mala fe, su miedo. Para eso quiero que le dejes un alma, de las mejores que tengas en la bolsa, para que le sirva entera, para que pueda defenderse de los dolores, para que pueda reponerse de los golpes. No te olvides de dejarle una linda risa, para que cuando crezca, con esa risa pueda iluminar a otros que estén dormidos en la rutina, castigados por la pena, empecinados en la rabia, en el dolor. Dejale también una voz que se alce ante la injusticia, que grite por otros, pero que transmita su generosidad y su ternura, y que además aprenda y nunca olvide pronunciar las palabras mágicas que abren los corazones de la gente, y que a veces, también, diga palabras de amor. Fijate que sea un alma que pueda colmarse de alegría, que se brinde con generosidad y que reciba con naturalidad y amor. -¿No te parece injusto, Baltasar, a éste tanto y a otros nada? -No, ¡no te preocupes!, a aquel de la esquina dejale un camión de bomberos y al de enfrente, si querés, dejale los mejores botines que tengas porque en este barrio corren muchos detrás de una pelota. Dejales la pelota también, para completar. Pero apuremos la marcha, que todavía hay que darle de comer a los camellos que están cansados de un viaje tan largo. Yo también estoy bastante cansado ¿Cuántos viajes llevamos ya? - Mil novecient... no se cuántos! - Melchor, es mucho para este pibe solo, tiene solo cuatro años, no va a saber qué hacer con todo esto, explicale vos a Baltasar. Los chicos se van a creer que hacemos diferencias. - No, no es tanto. Además nadie dijo que nosotros repartíamos todo exactamente en partes iguales ni tenemos por qué hacerlo. No se van a arrepentir, se los prometo. Dentro de unos cuantos años, cuando el pibe sea grande, me van a dar la razón. El mundo se va a complicar, muchachos, y van a hacer falta muchos como éste. - Te estás poniendo viejo y ga-gá. - Puede ser. Si, puede ser. No sé por qué lo veo parecido a los pibes de mi barrio, allá, en Persia, a los que volaban conmigo en la alfombra cuando yo todavía no era ni rey ni mago. Y hasta lo veo parecido a mí, al que era yo: ese que hizo sus tesoros con piedras juntadas del camino, que tenía la alfombra más raída del vecindario y que nunca estrenó un turbante ni una túnica porque la ropa le llegaba de los hermanos mayores, medio gastada. Yo no nací príncipe…Si no hubiera sido por aquel que dijo a éste pibe dale un corazón y un alma con algo de magia…sinceramente, no sé, no creo que nos hubiésemos encontrado aquella vez, hace como dos mil años…no, no hubiera sido ni rey, ni mago, estoy seguro. Me están haciendo poner nostálgico, se me llenaron los ojos de lágrimas, ¡hasta se me desacomodó la corona! - Baltasar, perdoná, no sabíamos… - Bueno, igual un poco de razón tienen, los otros pibes se van a dar cuenta de la diferencia… - ¿Ahora te vas a arrepentir? - No, pero alcanzame tu capa de estrellas, que voy a hacer un truco para que no se note tanto; igual, estos dones no los va a poder usar ahora. Vos, Gaspar, fijate en tu bolsa si tenés unos soldaditos o algún autito y dame una bolsa de caramelos, los necesito para el truco: que parezca que le dejamos esto. Y vayan saliendo, en puntas de pie, para que el pibe no se despierte. Tengan cuidado con la puerta que hace un chirrido cuando se cierra, no sea que abra de pronto los ojos y me encuentre todavía acá… - Sí, sí, muy lindo todo, pero vos, que nos pediste que le dejemos todo esto al pibe… no le dejás nada. - ¿Te parece que no? Le voy a dejar un alma custodio para que ande dando vueltas por ahí, para que cuando sea el momento, le revele, en su idioma, para qué le dejamos un alma tan hermosa y un corazón de oro. …Y el tiempo pasó, pasó. A veces rápido, a veces manso. El mundo se complicó tanto…que ya casi nadie cree en los Reyes Magos. Pero aquel corazón abriga y el alma luminosa, lucha. Y a pesar de todo, aquella voz, se alza por los que no tienen voz. Y la risa ilumina y contagia. Y el alma de custodia, soy yo.
Posted on: Fri, 13 Sep 2013 03:28:14 +0000

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