DISTRACCIONES Y EVIDENCIAS. Desde hace algunas décadas estamos - TopicsExpress



          

DISTRACCIONES Y EVIDENCIAS. Desde hace algunas décadas estamos asistiendo a la puesta en práctica, en las cuestiones políticas, económicas y sociales, a una serie de hechos que, siendo cruciales y afectándonos plenamente, nos pasan desapercibidos o los damos por normales y/o necesarios, asumiendo de esta forma el discurso hipócrita y falaz de las principales fuerzas políticas, que se alternan en los gobiernos estatal, autonómicos y locales, fundamentalmente los beneficiarios del bipartidismo y defensores de las políticas neoliberales (PP y PSOE, CIU, PNV y, a la zaga de todos ellos UPYD). Mecanismos para ello tienen sobrados los gobernantes, para conseguir nuestra distracción, ya que en sus manos están los principales medios de comunicación, o ellos están a disposición de estos medios que, a su vez, tienen lazos muy estrechos con el poder económico y financiero, lo cual puede dar una idea de sus líneas editoriales y del sesgo informativo de los mismos. De todos es sabido que esta crisis-estafa está sirviendo, como otras anteriores, fundamentalmente, para influir decisivamente en el cambio en la correlación de fuerzas en la sociedad y para favorecer la pérdida de derechos y libertades de los ciudadanos, además de para mantenernos sometidos mediante la generalización de la precariedad laboral, el desempleo masivo y la represión policial. Un escenario con muchísima similitud al sufrido por nuestros mayores, y algunos de nosotros, durante la criminal dictadura franquista. Esto es una evidencia. Para ocultarla se nos venden discursos plagados de mentiras y eufemismos que, repetidos una y otra vez sin posibilidad de réplica, se acaban convirtiendo en “verdades impuestas” y asumidas por la mayoría social (también conocida como “silenciosa”). Entre otras falacias, se nos venden como positivas las reformas laborales, auspiciadas por los gobiernos del PP y del PSOE, tendentes, según ellos, a generar mejores condiciones de “empleabilidad”. Los resultados de las mismas están a la vista de todos: pérdidas de derechos y de la estabilidad laboral, generalización de la pobreza, resignación asumida y debilitamiento como clase social. Se nos distrae con “nimiedades” como “el problema de Gibraltar”, “el nacionalismo periférico o estatal”, para tapar cuestiones tan serias como la corrupción política y económica (Bárcenas y los sobres repartidos entre la cúpula del PP, ERES en Andalucía, financiación ilegal de partidos, más reformas “estructurales”, etc.) o la negativa a reconocer un derecho tan democrático como el derecho a decidir, expresado libremente por la ciudadanía. No vaya a ser que quede como costumbre y vayan a verse obligados, habitualmente, los gobernantes a tener que hacerlo en los principales asuntos que a todos nos afectan. Se nos distrae con el “pan y circo” de los programas de televisión y radio y con la prensa sensacionalista. Todo ello plagado de contenidos “idiotizantes”. Con deporte, que no es deporte sino puro negocio, y toros que no falten. Todo un arsenal de horas y horas de emisión y de páginas escritas, en las que pocas veces, o ninguna, se da visibilidad a opiniones alternativas a toda la parafernalia mentirosa con la que adornan sus mensajes trucados. También hay otras evidencias que son preocupantes. Una de ellas, la posición de un partido, al que una mayoría social ha considerado, tradicionalmente, de izquierdas (el PSOE). Una posición que no es nueva, pero que cada día llevan a cabo con más nitidez. No solo aquí en España, sino a nivel de toda la socialdemocracia europea (Grecia, Francia, Italia, Portugal, Alemania, etc.). El PSOE impulsó reformas laborales y fiscales injustas, privatizó parte de lo público, puso las bases, en unos casos, y en otros las compartió, para el desmantelamiento de la sanidad, la educación y de los servicios sociales. Reformó, con el PP, el artículo 135 de la Constitución, para que el pago a la banca fuera prioritario al mantenimiento de los servicios públicos y del empleo digno. Todo un ejemplo de partido socialista. Otra evidencia es la de un PP que prometió el “oro y el moro”, el milagro para todos solo con recibir el voto mayoritario. Sus promesas incumplidas deberían ser tipificadas como delito de alta traición a los electores. Hoy que ya conocemos sobradamente sus andanzas en corruptelas en varias comunidades autónomas y a nivel estatal, no cabe más que la reprobación ciudadana a unas prácticas políticas que nada tienen que ver con el quehacer democrático, sino más bien con la indecencia más despreciable. Aún así, se permiten el lujo de pretender enseñarnos como combatir la corrupción sin eliminarse a sí mismos, pues la corrupción propiamente dicha son ellos en cuerpo y alma.. Pero hay otra evidencia más peligrosa y preocupante. Se trata de nuestra respuesta, como ciudadanos, a todos estos atentados contra nuestra dignidad como personas. Seguimos, salvo honrosas excepciones (15M, Mareas, Frente Cívico, PAH, IU), instalados en la parálisis social más absoluta. Seguimos aceptando y consintiendo que nos sigan robando lo que era nuestro, lo que conseguimos, en unos casos, o nos dieron conseguido, en otros, nuestros antecesores a base de lucha sindical y política. Seguimos dejándoles hacer, aún a sabiendas de que somos nosotros el objetivo de sus “fechorías”. Seguimos, en definitiva, instalados en una profunda y peligrosa resignación. Resignarse como si nada se pudiera hacer no es el camino más adecuado para cambiar esta situación. Resignarse no lleva a nada positivo, sino a más resignación, a más concesiones, a más pérdidas de derechos y libertades. Si bien es cierto que cada uno de nosotros puede tener su opinión particular sobre cualquier asunto, y que esta puede ser divergente con la de los demás, no es menos cierto que todos, la mayoría social, de una u otra forma, estamos afectados por alguna consecuencia derivada de la crisis-estafa (desempleo, precariedad, pérdida de derechos, desahucios, dependencia, sanidad, enseñanza, etc.). Por tanto, no es hora de empecinarse en imponer opiniones y dividir, sino de aunar voluntades desde la diferencia, para hacer frente a lo esencial, dejando para mejor momento lo secundario o superfluo. Es momento de unidad y de salir a la calle en demanda de democracia participativa y de recuperación de derechos y libertades perdidos. Es el momento de forzar la dimisión de un gobierno nacional y autonómico y de exigir la convocatoria de elecciones anticipadas para abrir un proceso constituyente que establezca como pilar básico del mismo la democracia participativa. Es momento de forjar un Frente Único Ciudadano, que sirva de contrapoder al poder establecido. Que haga valer la fuerza de su mayoría y la aplicación de sus justas demandas. Sin esa unidad, sin ese contrapoder, sin ese Frente poco o nada se va a conseguir, aunque en unas elecciones se desbancase del poder a los partidos neoliberales. Es necesaria su constitución, consolidación, apoyo en las urnas y, sobre todo, apoyo y respaldo en la calle, centros de trabajo, centros de estudio, barrios, colectivos sociales, etc. Ya es mucho lo que llevamos perdido. No hay, por tanto, más tiempo que perder.
Posted on: Tue, 24 Sep 2013 20:14:19 +0000

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