De la vida diaria Los chambres, un entretenimiento favorito Pedro Roque* En todas las vecindades, empresas, instituciones, universidades, clubes o parroquias, existen los famosos chambres y resulta poco comprensible cómo, sabiendo lo dañinos que son, la gente no los frena y, al contrario, los repite sin contrastar la veracidad de su contenido. Como amigo de los datos y la descripción de situaciones lo más cerca posible de la realidad, para potenciar y hacer que se repitan las positivas y reducir o eliminar las negativas, pongo poca atención a los chambres, aunque a veces resulta imposible no considerar la importancia que tienen en el rendimiento de las personas en términos de calidad y productividad, cuando el ambiente de trabajo está contaminado con chambres. Y ojo, que esta mala costumbre asignada frecuentemente a las mujeres, también existe en los hombres. La semana pasada me sorprendió la seguridad con que una persona relataba cosas de otras a las que no conoce y describía situaciones como si de verdad las conociera y lo que afirmaba fuera de su incumbencia. De ahí proviene este artículo. En materia de chambres existen los políticos, los financieros, los económicos, los industriales y, por supuesto, los personales y en cada uno de estos ámbitos están los especialistas que se encargan de iniciar la bola de nieve que, poco a poco, otros van acrecentando y matizando con sus propios puntos de vista, haciéndolos más largos, más interesantes, más complicados y más perjudiciales. Todos empiezan con tres frases de cinco palabras y según van de boca en boca, crecen de forma galopante. Cuando le cuenten el próximo, analícelo desde este punto de vista y si pasa de cien palabras y a quien se lo cuenta, también se lo han contado, extráigale la raíz cúbica en palabras y contenido y por ahí andará lo que de cierto pueda tener. En las oficinas, las empresas, las vecindades, los clubes e incluso las parroquias, los chambrosos tienen nombre y apellido. Si los quiere localizar en las iglesias, quédese en las cinco últimas filas o en la entrada antes y después del servicio. Si quiere saber quiénes son en las oficinas, observe a quién buscan con frecuencia otros empleados cuando están aburridos, o quiénes son los que con frecuencia se levantan a conversar o van frecuentemente a otros departamentos. En cada conglomerado hay formas de detectarlos. Cuando alguien me viene con un relato que huele a chambre, le hago algunas preguntas con las que consigo se cuestione la veracidad de lo que me está diciendo y, en la medida que me lo permite sin molestarse, le genero la reflexión sobre si le gustaría que otros lo caractericen como chambroso, y la verdad, es que a casi nadie, ni a los mismos chambrosos, les gusta que los tilden como tales, independientemente que se jactan de estar a la última y que sus fuentes de información son confiables y confidenciales. ¿Quién te lo ha contado? Es la primera pregunta. Si la respuesta es vaga o no lo quiere decir ya huele a chambre. ¿Tú lo oíste o lo viste personalmente? Es la segunda. La reacción normal es una mirada, con ojos de "y a ti qué te importa quién me lo ha dicho, si lo importante es el chambre". Y por último, cuando se trata de opiniones atrevidas sobre la conducta de alguien, le pregunto: ¿Lo que me estás diciendo lo mantendrías ante un juez? Los chambres tienen su repercusión económica y estimo que en las empresas e instituciones se pierde entre diez y quince por ciento del tiempo de trabajo chambreando. Ni qué decir de las repercusiones negativas en los flujos de comunicación y el tiempo y esfuerzo que se dedica a desmentirlos. En el desarrollo de mi trabajo, con frecuencia encontramos funcionamientos con mala calidad e improductividades que tienen su origen en desavenencias personales como consecuencia de chambres. Respecto de la dimensión de esta afición, creo que hay más fanáticos a los chambres que al fútbol y que como, además, no hay que pagar entrada ni membresías, el club de los que se les hace agua la boca por escucharlos y repetirlos es creciente. Sobre la personalidad del chambroso, concluyo que es una persona con afán de protagonismo y que como no lo consigue en su desempeño profesional, lo compensa divulgando cosas que está convencido sabe, y que otros que no las saben están interesados en saber, sin importarles si son o no ciertas. Hablando con un psicólogo, me dijo que estas conductas tienen su origen en complejos de inferioridad que se disimulan de esa manera. He tocado este tema también por los efectos que tienen en la calidad de vida doméstica la repercusión de estas historias, con las que asegurando cosas que nadie demuestra y que la gente acepta como ciertas hasta que se desmientan, se pone en tela de juicio la reputación de una señorita que dicen está liada con alguien, de un joven que es drogadicto, de un político que es corrupto o de una empresa que está al borde de la quiebra. Por eso mi afición al Kaizen, cuyo tercer concepto básico reza "Hablar con datos siempre". Cuando me cuentan un chambre pido datos, pues los datos son el enemigo número uno de los chambres y pedir datos claros a los chambrosos es la forma más eficaz para frenarlos. Si usted no para los chambres e ingenuamente los repite, se convierte en un engranaje más de la gran máquina productora de los efectos negativos que generan los miles de chambres que circulan por los estamentos de nuestra pirámide social y que en su conjunto frenan el progreso del país. Un punto muy importante para mejorar la calidad y la productividad por la vía del desarrollo humano, es el ambiente de trabajo y la disposición a trabajar en equipo, y en un país donde la gente prioriza las relaciones personales frente a las profesionales, el nivel de contaminación por chambres ralentiza el desarrollo del progreso. Revise su conducta y la de quienes están cerca de usted en lo personal y profesional y si es necesario corríjala, porque entre menos chambres a su alrededor, más armonía, mejor ambiente de trabajo, mejor calidad y mejores rendimientos.
Posted on: Thu, 04 Jul 2013 00:18:05 +0000
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