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Diario La Nación. Buenos Aires Eduardo Constantini: El arte me cambió la vida; no me imagino la vida sin arte y quiero que Malba sea el museo de todos Por Alicia de Arteaga | LA NACION Ver más fotos Foto: FernandGutiérrez Tres días después de cerrar la exposición más exitosa de la breve y meteórica historia de Malba, Eduardo Costantini se prepara para volar a Nueva York y sellar la compra de dos obras de arte millonarias para su nuevo proyecto en Bal Harbour, Miami. Son dos esculturas de Jeff Koons, Pluto y Proserpina y Ballerina valuadas en 14 millones de dólares. Koons no necesita presentación. El ex de la Cicciolina es el artista mimado del momento, su Orange Baloon está en las gateras de Christies con un estimado de 55 millones de dólares y Puppy, el perrito de flores naturales que custodia el Guggenheim de Bilbao, se ha hecho tan popular que los vascos hablan de la caseta del perro en referencia al formidable edificio de Frank Gehry que cambió el destino decadente de la vieja ciudad astillero. La de Costantini es una carrera de postas con éxitos en seguidilla. Intuición y estrategia. Un Midas de los negocios. Se acercó al arte como coleccionista y afirma que le cambió la vida. Obviamente, la creación de Malba sumó valor a su personalidad y a sus marcas. No en vano cree que los Koons serán un atractivo extra para el megaproyecto de la Florida, un edificio vecino del St.Regis sobre Collins Av. frente al shopping más sofisticado de Miami. Estará listo en 2018. The Wall Street Journal le dedica una larga nota al proyecto, habla de una inversión de 600 millones de dólares y de condos valuados arriba de los 3 millones. Un dato: pagó por las 2 hectáreas del terreno 220 millones de dólares. El despacho de Costantini en Malba carece de ostentación. Una pintura de Clorindo Testa, libros de Le Corbusier y Liliana Porter, el catálogo de la colección de los brasileros Hecilda y Sergio Fadel, fotos de familia, planos de proyectos, el Konex de Platino y muebles contemporáneos. De traje azul y camisa blanca, traza el relato rápido, en tono de balance, de su trayectoria, en la que combinó la pasión del coleccionista, con las finanzas y el olfato único para los negocios inmobiliarios. El real state le ha dado grandes satisfacciones, aunque diga que Nordelta es nada más que una caja de ahorros. Practica lo que su admirado Adam Smith definía como location value, que no es otra cosa que el valor de la tierra donde se asienta una propiedad. Compró el último terreno de Catalinas en Córdoba y Alem; el último lote con vista al océano en Bal Harbour y la última franja costera en Key Biscayne. Sin contar dos casos paradigmáticos, Malba y la torre Grandbourg: el primer museo de arte latinoamericano -por el que peleó a capa y espada- y un edificio afrancesado sobre Figueroa Alcorta vendido en un fin de semana. Si eso no es ojo para los negocios. El quinto de trece hermanos, Eduardo Costantini creció en las calles de San Isidro jugando a la pelota, arriba de los árboles en chozas construidas por él mismo, vendiendo fruta al heladero y arreglando bicicletas. Era la piel de Judas. Repetí un año y un grado, pasé por el San Isidro Labrador, el San Juan el Precursor, el Labardén y terminé pupilo en el San José. Nunca entré en la clase de inglés, siempre estaba en penitencia. Se ve que el quinto hijo de la familia numerosa quería llamar la atención portándose mal. Además, era el cómico de la familia, mis tíos me pagaban para contar chistes en las fiestas. Hasta que decidí ser un buen estudiante y proyectar una carrera -dice-. Con los pesos ganados vendiendo bufandas de morley a las boutiques de la calle Libertad compré mi primer auto, un Citroën 2CV, y con los primeros ahorros me pagué un máster en Londres, aunque no pude aplicar a la London School of Economy, que ahora me invita a dictar conferencias [risas]. -¿Y el comienzo profesional de regreso a la Argentina? ¿El toque de gracia ? -No fue fácil.Eran tiempos turbulentos. Cuando volví de Londres trabajé diez años con mi hermano Rodolfo, que si lo ves retrospectivamente parece una década perdida..., porque me desempeñaba en la parte administrativa contable, en un lugar si se quiere gris, casi mediocre desde el punto de vista de la creatividad; sin embargo, resultó una experiencia enriquecedora. -¿De qué manera influyó en tu vida tener tantos hermanos? -Había poco y éramos muchos. Aprendí de mis mayores, y no es una frase dicha al pasar, una escala de valores. Gente de trabajo, con responsabilidad; mi padre hizo dos carreras, abogado y contador público, y llegó a ser el principal ejecutivo del ingenio San Pablo. -¿Y tu madre? -Ama de casa. Era enfermera, aunque no trabajó como enfermera. Siempre tuvo una enorme vocación de servicio, ayudaba en La Cava, no con plata, que no tenía, sino con tiempo, pura dedicación personal. Éramos una familia de clase media, un poco venida a menos, pero con profesionales destacados. Jorge Malbrán, hermano de mi abuelo, fue un gran oculista; mi abuelo, un penalista reconocido por sus sentencias, después fue camarista. Aprendí mucho de mi abuela paterna, Manzone de apellido. Esa mujer era un roble. Quedó viuda cuando papá tenía cinco años y crió sola a todos sus hijos que ocuparían puestos destacados. Una persona de una energía sorprendente: a los 75 años repasaba matemáticas para ayudar a su nieta. -¿Cuál fue el mejor negocio que hiciste en tu vida? -El del Banco Francés. Compré durante seis meses un porcentaje del banco, que era de los Otero Monsegur. Cuando todo el mundo compraba dólares yo destinaba mis ahorros a comprar parte de dos empresas: del Francés compré un diez por ciento y de Terrabusi un doce por ciento, era una inversión muy baja, equivalente al valor de mi departamento de entonces, que no era gran cosa. No había ninguna relación entre el poder de esas empresas y lo que costaban. Después amplié el porcentaje y llegué a tener el 20 por ciento; me convertí en el vice del banco y fue el banco mejor administrado del país junto con el Rio. Para mí, que era agente de Bolsa, resultó una capitalización gigante. Compré, en el 87, a un dólar la acción que después valdría cien! -¿En qué momento se te ocurrió crear un museo? -En todos mis proyectos hay un proceso de creación y de intuición, y otro de toma de decisiones y coraje. En el caso del museo fue diferente porque nació de menor a mayor. Con el arte empecé de cero, siendo muy mal coleccionista. Ricardo Esteves fue el primero que me enseñó a mirar y a comprar, me abrió la puerta al arte con mayúscula. Como yo invertía en América latina me pareció interesante invertir en una colección latina, era una estrategia de coleccionismo que le otorgaba mayor visibilidad al arte argentino. Primero compré uruguayos, Torres García, Barradas, luego los brasileños Tarsila, Portinari, Cavalcanti y, por supuesto, los grandes: Frida, Rivera y Matta... -Esa sinergia continental ¿tenía algo que ver con los negocios? -No. Nadie me conocía, yo estaba sentado acá y seguía la economía desde la pantalla, pero tenía coherencia formar un corpus.Recuerdo que la primera decisión que tomé cuando el conjunto alcanzó un nivel de importancia fue que iba a donar la colección, que iba a ser pública. Tal vez por vanidad fui uno de los pocos protagonistas del mercado que daba la cara. Compraba en los remates con la paleta en la mano. Así compré la Canción del Pueblo, de Pettoruti, que fue tapa de la nacion. Iba a las subastas de Sothebys y de Christies y compraba los mejores cuadros, creo que esa cuota de vanidad con eco mediático le dio mucha visibilidad a la colección -Lo que decís de la vanidad , ¿te daba placer que la gente viera que comprabas récords? -Sí, era medio bobo. Todos somos un poco vanidosos, si querés recaudar bien, hacé una cena de gala y rematá algo.Tuve el récord latino durante siete años con el cuadro de Frida Kahlo Autorretrato con loro, y eso fue dando lugar a una dimensión pública de la colección. Cuando compré Abaporu, de Tarsila, me invitaron a exhibir la colección en el Bellas Artes y en Montevideo, San Pablo, Río y Madrid. Lo del museo fue una casualidad. Un amigo tenía un terreno a medias con dos socios y deciden rematarlo entre ellos, yo le presté la plata y al final, como no se pudo vender, me lo quedé. Era una esquina estupenda San Martín de Tours y Figueroa Alcorta, pero no se podía edificar altura. Pensé: es ideal para un museo. Lo primero fue donar la colección y crear la fundación, luego donar el terreno y levantar el museo. -¿Y llamaron a concurso internacional? -Fue un éxito el concurso. Diego San Martín y Jorge Glusberg desplegaron sus contactos y se presentaron 400 proyectos de 35 países. Lo ganaron los cordobeses Tapia, Fourcade y Atelman. Pensé llamarlo Museo Costantini, pero Glenn Lowry, director del MoMA y un amigo, me dijo que era un error ponerle mi nombre porque con el tiempo sería el museo de todos y de Buenos Aires. Así nació Malba. -Y hoy el museo es parte de la agenda porteña. -Como si hubiera estado siempre. El gran desafío de Malba de acá para adelante es transitar el camino hacia una institución mixta que comprometa a muchas familias. El déficit anual ronda los 3 millones de dólares. Hoy tenemos un Comité de Adquisiciones integrado por 40 familias con un presupuesto anual de 200.000 dólares. Hemos comprado una obra de Berni magnífica, un mural de temática indigenista que recuperamos y será exhibido en sala propia a partir del jueves. -Tras la partida de Marcelo Pacheco y de Philip Larrat-Smith, ¿quién será el curador? -Lo estamos buscando. Contratamos a Inés Katzenstein, que está haciendo un maping de los curadores, hay candidatos locales e internacionales. Sé perfectamente cuál es el perfil. Malba es una institución con una colección latina, pero debe ser receptora de muestras internacionales, de programas de intercambio, como el encarado con el Museo de Houston. En noviembre inauguramos en Texas Juanito y Ramona, monumental muestra de Berni, producto de la cooperación entre MariCarmen Ramírez y Marcelo Pacheco, entre Houston y Malba. -Manolo Borja, director del Reina de Madrid, dice que el MoMA es lo que es porque creó su propio canon con Warhol, De Kooning, Lichtenstein , Jasper Johns .¿No tiene Malba el canon latino con Frida, Rivera, Matta, Tarsila y Torres? -En arte moderno latinoamericano tenemos obras que hoy son imposibles de comprar. Un Frida vale 20 millones, ¿quién tiene esa plata en el presupuesto? -Visto retrospectivamente, valió la pena pagar precios récords... -Fue una apuesta fuerte, decían ese señor paga el precio máximo, y sí. Hice récord con Torres García, pero Composición simétrica universal es el mejor Torres que haya aparecido en el mercado o el retrato de Frida... ese mismo día me perdí Danza de Tehualtepec, de Diego Rivera, hasta el día de hoy lo sigo llorando. -Bueno, pero Malba tiene el retrato cubista de Gómez de la Serna por Diego Rivera, una joya. -Sí, es excepcional, un cuadro raro en la producción de Rivera y muy pedido por los museos del mundo. -¿En qué cambió tu vida la relación con el arte? -Me cambió en muchas cosas, básicamente el arte te ayuda a darle color a tu vida, a desarrollar la sensibilidad, a conectarte con lo cotidiano a través de lo estético. No tiene límites y anticipa el futuro, ¿qué más se puede pedir? No me imagino la vida sin el arte, -¿Conversás con los artistas? -Converso, pero no tengo el tiempo que quisiera para visitar talleres y compartir el espacio de la creación. Hablaba mucho con León (Ferrari), lo escucho siempre a Guillermo (Kuitca), pero, insisto, mi gran déficit es el tiempo. Muchas obras las compro por Internet. El Torres lo compré en un aeropuerto. -¿Y tu mejor programa fuera de la rutina de trabajo? -Viajar con Clarice, mi mujer, que es un apoyo insustituible en mis proyectos... y jugar al golf con mis amigos Cambiaso, Brave y Devoto. -¿Handicap? -Un desastre, 16. -¿Los cuadros preferidos de la colección? -Abaporu de Tarsila, Manifestación, de Berni y Autorretrato con loro, de Frida Kahlo. bio • Profesión: Economista Edad: 67 años • Tiene 7 hijos, no fuma, es vegetariano y practica yoga y kitesurf. Es licenciado en Economía y Master of Arts in Quantitative Economics por la East Anglia University, de Londres. Fundador de Consultatio; Malba; desarrollador de Nordelta, Puerto del Lago, Las Garzas y Oceana Bal Harbour y Oceana Key Biscayne
Posted on: Tue, 15 Oct 2013 00:54:12 +0000

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