Dijo de los enterradores cosas - TopicsExpress



          

Dijo de los enterradores cosas francamente impublicables. Blasfemaba como un condenado y a sus pies un par de águilas lloraban pensando en las derrotas. En el entierro estaba Lautréamont, yo lo vi desde mi puesto en la cola: dejaba el sombrero al borde de la tumba y cantaba algo triste y oscuro (lloraba honradamente, ya lo creo, y los caballos devoraban higos en silencio). Hubo discursos, sonrisitas de Rimbaud junto a la cruz, paraguas abiertos a la lluvia como a él le hubiera gustado. Hubo más: hubo viernes y canciones funerarias, palomas que volaban sin sentido, como niños, versos oscuros, la hermosa voz de Aragón, suicidios deportivos de Georgette y nunca más y hasta siempre. A la hora más triste del asunto no quería bajar porque decía que allí estaba oscuro. Pero estaba muerto y hubo que bajarlo. Los sombreros abandonaron las cabezas, se alzaron copas, adioses, letreros de nunca te olvidamos. (Un joven poeta a mi derecha le mesaba las rodillas a la muerte). Lo bajaron. Se aplaudió en forma delirante; la gente corría como loca asumiendo lo grave del momento. Lo bajaban. Las mujeres lloraban en silencio porque bajaban las águilas, los sueños, países enteros a la tierra. Se intentó una última sentencia: Nerval se acercó con una tiza y escribió con letra temblorosa: Su cadáver estaba lleno de mundo. Desde el fondo, Vallejo sonreía sin descanso pensando en el futuro, mientras una piedra inmensa le tapaba el corazón y los papeles.
Posted on: Thu, 21 Nov 2013 01:47:42 +0000

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